El paro tuvo un alto acatamiento entre los estatales bonaerenses, que son parte fundamental de la pelea exigiendo a la gobernadora Vidal la reapertura de paritarias. En la marcha confluyeron con los profesionales de Cicop, los judiciales y docentes del Suteba. Lamentablemente este punto fuerte contrastó con lo que sucedió en otros sectores. Por ejemplo, en estatales nacionales, donde la medida llegó sumamente a destiempo (luego de que pasaran las tandas más importantes de despidos y la paritaria a la baja del 31%, firmada por Macri y el gremio pro patronal UPCN).
El balance de este paro dividido tiene que servir para enfatizar sobre la imperiosa necesidad que tenemos los estatales por imponernos sobre las divisiones de las conducciones. Lamentablemente estas divisiones al interior de ATE (la Lista Verde Anusate, alineada con De Gennaro y con el actual secretario general nacional “Cachorro” Godo y enfrentrada a la kirchnerista Verde y Blanca que dirige varias seccionales, entre ellas la estratégica Capital Federal) solo son funcionales al gobierno macrista y a su ajuste.
Lo mismo sucede con las internas al interior de la CTA Autónoma, donde su secretario general Pablo Micheli y un reducido número de dirigentes se enfrenta a su adjunto Ricardo Peidró y a varios de los miembros del consejo directivo. Disputas que centralmente tienen origen en la pelea por “la caja” y el aparato del sindicato y de la Central y que llevan, como en el caso del 11 de agosto, a que nos mostremos divididos en las calles donde los sectores referenciados en la lista Verde y Blanca no concurrieron a la marcha convocada por el Consejo Directivo Nacional y solamente participaron de la ronda 2000 de Hebe de Bonafini.
Frente a la división debemos imponer el reclamo de un plan de lucha unificado desde cada asamblea de sector, cada cuerpo de delegados o reunión de activistas. Como se planteó durante el primer semestre en las luchas contra los despidos en los Ministerios de Economía y de Trabajo: hace falta unidad y lucha para ganar.