La semana pasada, y después de cuatro semanas de conflicto, la ministra de Educación porteña Soledad Acuña tuvo que tragarse sus dichos de que con tomas no iba a dialogar y debió reunirse en la Defensoría del Pueblo con los representantes estudiantiles de cada colegio. Aunque en verdad tenemos que decir que mucho “diálogo” no hubo, porque ante una y otra intervención con críticas concretas a la reforma macrista, la ministra se dedicó a balbucear abstracciones, y se fue dos veces “al baño” por más de media hora, haciendo oídos sordos a las opiniones de los estudiantes. La reunión fue una muestra más de la fortaleza de nuestras posiciones como estudiantes, y de la debilidad de un gobierno que ha tenido que salir a desdecirse y negar los lineamientos del “power point” con los puntos de la reforma, que dicen que “se filtró por error”.
Ahora el macrismo dice que nadie nunca habló de pasantías, ni de trabajar en quinto año, que van a “garantizar los contenidos”, que, en definitiva, no era para tanto. Pero detrás de las vaguedades del nuevo discurso del gobierno, sabemos que a los profes de los colegios “piloto” les están pidiendo su disponibilidad horaria para el supuesto nuevo diseño curricular, que hay licitaciones por millones de pesos para comprar mobiliario para la reforma y grandes negociados con las fundaciones privadas que formarían a los nuevos “tutores”. Y por sobre todo, que el gobierno quiere avanzar en una reforma que es hermana menor de la “reforma laboral” que vienen agitando para todos los trabajadores. ¡Hay que frenarlos!
El gobierno combinó un retroceso en los objetivos que públicamente plantea para la reforma con una intensificación de la violencia institucional y mediática contra la organización estudiantil. Varios periodistas se sumaron a la ola reaccionaria contra las tomas. Desde el “instructivo antitomas” para botonear pibes que se impulsó desde el ministerio, los intentos de judicializar el conflicto y declarar criminales a los que participamos, hasta las miles de horas de televisión destinadas a basurearnos, son las respuestas de un gobierno que se dedica a atacarnos porque no puede defender su política educativa. Es fundamental defender el derecho a la protesta y, al mismo tiempo, no dejar que nos corran el eje de debate. Son Acuña, Larreta y Macri los únicos responsables de la continuidad del conflicto por intentar ellos imponer una reforma antieducativa, reaccionaria e inconsulta.
Ante la decisión en las asambleas por escuela de levantar temporalmente la mayor parte de las tomas, creemos que es necesario seguir rodeando de solidaridad a los colegios que definan continuar con la medida. Y al mismo tiempo, recuperar energías y organizar acciones hacia el conjunto de la comunidad educativa, en unidad con los docentes y familias, para demostrarle al gobierno que nuestro rechazo es mayoritario y no el capricho de unos pocos como quieren hacer creer.
Este mes de conflicto ha demostrado que tenemos fuerzas para ganar esta pelea, debatamos en cada colegio la mejor forma de organizarnos, e impulsemos un funcionamiento de la CEB democrático y participativo, que tome la opinión de todos los colegios, con mandatos de base, para así profundizar la lucha hasta derrotar definitivamente la reforma del macrismo.
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