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A 30 años de la caída del Muro de Berlín

Escribe Adolfo Santos

El próximo 9 de noviembre se cumplen 30 años de uno de los acontecimientos políticos más importantes del último siglo: la caída del Muro de Berlín. Para algunos, los acontecimientos de 1989, significaron el triunfo del capitalismo sobre el socialismo. Llegaron a afirmar que era el “fin de la historia” y sectores de la izquierda lo vieron como una derrota de la clase trabajadora mundial. Los socialistas revolucionarios tenemos otra visión.

La caída del Muro de Berlín causó una sorpresa mundial. Los medios de comunicación, asistían y relataban exultantes como aquella infranqueable barrera de hierro y cemento, que durante 45 años había dividido el territorio alemán, separando familias, amigos y generando un trauma social espantoso, se derrumbaba bajo la incontenible fuerza de la movilización popular.

Algunos medios, intentaron explicar el hecho adjudicándolo a una jugada magistral del capitalismo imperialista, encabezado por el entonces presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, junto al Papa Juan Pablo II y con la complicidad de Gorbachov. Hasta el día de hoy, el presidente ruso Vladimir Putin, dice que “Gorbachov se equivocó”, como si ese proceso histórico hubiera sido determinado por el acuerdo entre unas pocas figuras influyentes.

Ninguno de esos personajes, ni mucho menos el viejo dictador de la República Democrática Alemana, Erich Honecker, planificaron ese hecho. Al contrario, a todos les convenía mantener el “status quo” establecido al final de la segunda guerra mundial, cuando mediante los Pactos de Yalta y Potsdam, firmados por Churchill, Roosevelt  y Stalin, se repartieron el mundo con el compromiso de que el Kremlin limitaría su dominio sobre los países del este europeo e iría a colaborar para evitar revoluciones en el resto del mundo.

Por eso es importante resaltar que la caída del Muro de Berlín, no se limitó solamente a la reunificación de las dos Alemanias, lo que por sí solo sería una gran victoria. Ese proceso significó el derrumbe del aparato estalinista mundial que mantenía encorsetado el movimiento de masas y puso fin al acuerdo entre el imperialismo y la burocracia soviética. Un acuerdo contrarrevolucionario que llevó a los PC’s a traicionar revoluciones o cuando no lo conseguían, desviarlas para que no avancen.

Hasta 1989, el imperialismo había apelado al peso del PC, de Moscú y sus agentes locales para  evitar las revoluciones. Así actuaron para impedir nuevas Cubas, abortando procesos como el de Nicaragua o El Salvador. En Europa jugaron un papel similar en el Mayo Francés del ‘68 o en la revolución de Portugal del ’74. El estalinismo ahogó rebeliones apoyando dictaduras en los países africanos o enviando los tanques contra los levantamientos antiburocráticos del este europeo, como ocurrió en Hungría del ’56 y Checoslovaquia del ’68.

Esas traiciones, combinadas con las graves crisis económicas que afectaban los países del llamado “socialismo real”, crearon el caldo de cultivo donde se fue incubando un proceso de levantamientos y rebeliones que tuvieron en la caída del Muro de Berlín el hecho más destacado, acabando también con las dictaduras establecidas en Polonia, Hungría, Rumania y los demás países bajo el control estalinista incluyendo Rusia.

La reunificación alemana, por tanto, fue el resultado de un proceso de movilizaciones de las masas del Este europeo exigiendo democracia y bienestar, frente al deterioro de sus condiciones de vida impuestas por una economía dependiente del imperialismo, producto del estancamiento de la revolución mundial por la política estalinista. Sin embargo, debido a las ilusiones generadas en relación a las bondades del capitalismo y a la falta de una dirección revolucionaria, estas movilizaciones, no fueron capaces de evitar la restauración capitalista.

Pero a pesar de las fuertes contradicciones que generaron en la conciencia de los trabajadores, los socialistas revolucionarios consideramos que la caída del Muro de Berlín fue un hecho positivo, ya que el imperialismo perdió su principal aliado para frenar al movimiento de masas y hoy tiene mayores dificultades para controlar las rebeliones y movimientos revolucionarios que genera la profunda crisis del sistema capitalista, como lo demuestran los procesos en curso en Ecuador, Chile, Líbano, Irak y otros países.


Las contradicciones del triunfo

Decir que fue un hecho positivo no significa desconocer las contradicciones que generó la caída del Muro. Uno de los mayores problemas, fue que ese proceso de revolución política no consiguió parar el curso restauracionista que había iniciado la burocracia estalinista mucho antes de 1989.
En todos los países donde dominaba la política estalinista, se pudo avanzar en la restauración del capitalismo por la alianza de la burocracia con el imperialismo y las multinacionales y porque en ese proceso no surgió una dirección revolucionaria capaz de evitarla. La falta de una alternativa anti restauracionista, generó una inmensa confusión en la cabeza de millones de trabajadores que creyeron que con el capitalismo podrían tener, además de libertades, conquistas sociales cualitativas.

Los casi setenta años de opresión estalinista, fueron el motor capaz de mover las masas contra esas dictaduras. Eso fue aprovechado por la propaganda imperialista para martillar sobre el fracaso del socialismo. A esto se sumó la izquierda reformista, ex estalinistas, los castro-chavistas que comenzaron a hacer ideología de que el fracaso del “socialismo real” era por “exceso de estatismo” y del régimen de partido con centralismo democrático creado por Lenin. De ahí inventaron nuevas fórmulas, como las del “socialismo del siglo XXI” entrelazados con las multinacionales y los empresarios. Y a partir de la teoría de que el leninismo fue lo que originó la burocracia estalinista, algunos de estos sectores proponen partidos horizontalistas, sin centralismo democrático, o que se niegan a disputar el poder.

Sin embargo los hechos de la realidad colocan en jaque estas nuevas teorías. Con la crisis económica de 2007/2008, se ha desarrollado un proceso de luchas a nivel mundial que cuestionan el propio sistema capitalista provocando avances importantes en la conciencia del movimiento de masas. Es lo que vemos en los procesos en curso, donde reivindicaciones mínimas como el aumento de pasajes o la aplicación de un impuesto, se convierten en rebeliones que cuestionan seriamente el sistema capitalista y sus organismos que los representan, como el FMI. Esto nos abre posibilidades inmensas para pelear por el programa, las consignas y una organización con centralismo democrático, independiente, de los trabajadores y el pueblo, que nos conduzca a la revolución socialista.


Hay otros muros para derribarHay otros muros para derribar

“El Muro de Berlín era la noticia de cada día. De la mañana a la noche leíamos, veíamos, escuchábamos: el Muro de la Vergüenza, el Muro de la Infamia, la Cortina de Hierro... Por fin, ese muro, que merecía caer, cayó. Pero otros muros han brotado, siguen brotando, en el mundo, y aunque son mucho más grandes que el de Berlín, de ellos se habla poco o nada. Poco se habla del muro que Estados Unidos está alzando en la frontera mexicana […] Casi nada se habla del Muro de Cisjordania, que perpetúa la ocupación israelí de tierras palestinas y de aquí a poco será 15 veces más largo que el Muro de Berlín. Y nada, nada de nada, se habla del Muro de Marruecos, que desde hace 20 años perpetúa la ocupación marroquí del Sáhara occidental [...]” Extracto del texto “Muros”, del escritor y periodista Eduardo Galeano, denunciando la hipocresía de los medios de comunicación mundial. (Página12 23/04/2006).