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Continuamos en este número nuestra serie de notas sobre el peronismo: El trotskismo morenista y el primer peronismo

La corriente fundada por Nahuel Moreno (de la que forma parte Izquierda Socialista) nació prácticamente en el mismo momento en que surgía el peronismo. Mientras la mayoría de la izquierda de entonces se enrolaba en la Unión Democrática, los trotskistas revolucionarios militaban en los sindicatos peronistas y peleaban contra los burócratas construyendo oposiciones sindicales. A partir de 1954 colocamos como centro la necesidad de luchar contra la ofensiva yanqui que culminaría en el golpe gorila de 1955.  

Escribe José Castillo

Nahuel Moreno había constituido en 1943 un pequeño grupo trotskista en Villa Crespo, Ciudad de Buenos Aires. Rápidamente sacaron la conclusión de que lo más importante, para salir de la marginalidad en que estaba sumido el trotskismo argentino de entonces era insertarse en la clase obrera. Decidieron entonces instalarse en Villa Pobladora, una extensa barriada obrera en Avellaneda, en donde se encontraban muchos de los principales frigoríficos de la época. Ahí, en el mismo momento en que estaba surgiendo el peronismo, en el corazón de la clase obrera, lo que luego sería el trotskismo “morenista” hizo sus primeras experiencias.  El GOM dio su primeros pasos, apoyando y participando de la huelga del frigorífico Anglo-Ciabasa en enero de 1945 y, a posteriori, formando parte de la creación de los nuevos sindicatos, cuerpos de delegados y comisiones internas, que a partir del peronismo comenzaron a tener un desarrollo desconocido hasta entonces. Villa Pobladora se convirtió en un “fortín trotskista” en medio de la marea peronista.

Años más adelante, el propio Nahuel Moreno rememoraría la importancia de esa experiencia: “fuimos los que dijimos que el lugar preferido de trabajo de los trotskistas debía ser los sindicatos peronistas. Supimos entender ese fenómeno decisivo. Y lo hicimos sin capitularle, porque denunciábamos el carácter totalitario y reaccionario de la burocracia sindical y del control estatal que ejercía sobre los sindicatos. Este acierto, opinó, es la página fundamental que escribió nuestro grupo y la razón última de que subsista hasta la fecha: el haberse ligado al movimiento obrero”. *

Corrigiendo definiciones políticas unilaterales

Nuestra corriente vio, correctamente, el enfrentamiento de Perón con el imperialismo yanqui. Pero en un primer momento lo minimizaba, al poner un signo igual con otra característica del peronismo: que era una fuerza política patronal, ligada a otro sector de la burguesía argentina, la más cercana al viejo imperialismo británico. Definir como patronal y bonapartista al gobierno de Perón era correctísimo: mientras el PS y el PC lo definían como “nazi-fascista”  y estaban en la Unión Democrática, hubo otras figuras que, proviniendo del trotskismo, como Abelardo Ramos, o del PC, como Rodolfo Puiggros, terminaron acríticamente apoyando a Perón. También era correcto señalar los lazos que unían a Perón con el viejo imperialismo británico, que se vería con claridad en los negociados que acompañaron la estatización de los ferrocarriles, donde se pagaron millonadas por contratos leoninos.  

Pero durante un período le dimos el mismo peso a todo esto que al enfrentamiento del peronismo con el imperialismo yanqui. Esto cambió cuando, a partir de nuestra participación en la  IV Internacional, aprendimos a ver el panorama mundial de conjunto. Ahí Nahuel Moreno, criticando nuestras posiciones anteriores, pudo pesar la importancia de lo que significaba el plan continental de colonización de los yanquis sobre Latinoamérica.

Nuestra intervención ante el golpe gorila de 1955

En 1948,el GOM pasó a denominarse Partido Obrero Revolucionario (POR). En los años finales del peronismo, actuando dentro de una escisión del viejo PS, que había roto por las posiciones gorilas de la dirección mayoritaria, pasamos a ser conocidos públicamente como “Federación Bonaerense del PSRN”, y editamos el periódico La Verdad. Habíamos crecido, participando en la fundación de sindicatos primero y en las listas opositoras a la burocracia peronista después. Nunca le cedimos al peronismo: criticamos una a una sus políticas, como los intentos, ya en su última etapa, de imponer un ajuste a los trabajadores vía lo que se llamó el “Congreso de la Productividad”. Pero, a la vez, veíamos el avance de la ofensiva yanqui para semicolonizar Latinoamérica.

Así advertíamos, en un artículo de La Verdad bajo el título “La Iglesia Católica al servicio del golpe de estado del imperialismo yanqui”: “el gobierno peronista no denuncia el verdadero instigador y sostenedor del golpismo: el imperialismo yanqui, ni llama tampoco a la clase obrera a jugar un papel combativo contra el imperialismo” (3/12/54). Esto se profundizará en los meses siguientes. La Federación Bonaerense del PSRN hizo una agitación inmensa denunciando el golpe patronal-clerical-proyanqui. Desde La Verdad y con miles de volantes llamaba a la organización y movilización obrera, a conformar milicias de trabajadores, a la vez que alertaba que Perón y la burocracia se negaban a hacerlo.

La que va a ser conocida como la “revolución fusiladora” terminó triunfando en setiembre de 1955. Perón renunció sin presentar resistencia y la burocracia de la CGT se llamó al silencio. Los trabajadores aislados, resistieron como pudieron. Allí estuvo, cerrando esta etapa, la Federación Bonaerense del PSRN, el trotskismo obrero de Nahuel Moreno, que  prácticamente sólo, se animó a llamar a un paro general el 17 de octubre de 1955, que tuvo un importante acatamiento en muchos sectores de la clase obrera. Fue el más digno final para un brillante período de intervención de nuestra corriente.

* Carrasco, Carmen y Hernán Cuello, Nahuel Moreno: Esbozo biográfico, Buenos Aires, 1988.


El 17 de octubre

Nuestra corriente jamás cometió el error catastrófico de los partidos mayoritarios de la izquierda argentina de entonces (Socialista y Comunista). Ambos, caracterizaban al peronismo naciente como la expresión local del “nazi-fascismo”, y marcharon codo a codo con el embajador norteamericano Spruille Braden y los partidos burgueses radical y conservador, participando en la tristemente célebre Unión Democrática que terminaría derrotada electoralmente por Perón en febrero de 1946.

Por supuesto que, en medio de la vorágine de los acontecimientos, era muy difícil precisar una caracterización exacta y correcta del fenómeno peronista. El GOM  tuvo unilateralidades, como contamos en la nota central, entre ellas minimizar el contenido del propio 17 de octubre. El propio Nahuel Moreno se autocriticaría de esto más adelante.

Pero el GOM tenía un reaseguro: estar metido a fondo, pese a ser un pequeño grupo, en el corazón del movimiento obrero y estar educado en el respeto a las decisiones de la base. Así, Elías Rodríguez, el primer gran dirigente captado por nuestra corriente, relata su participación el 17 de octubre: “Entremos ahora y cuando vengan a buscarnos […] hacemos una reunión al mediodía y votamos si seguimos trabajando o nos vamos a la calle con la demás gente´. Cuando estábamos trabajando llegaron los tipos (del piquete) que venían con garrotes. Entonces subí a la bancada y pegué un grito: ´¡Todo el mundo afuera! ¡Vamos a discutir!´. Pero el piquete no me dio pelota. ´Hay que salir´ y nada más…´¡Viva Perón! Entonces yo digo: ´Así yo no voy a la manifestación…´¡Qué Perón ni que ocho cuartos! […] Entonces Guillermo, el que me había presentado a los compañeros del GOM, me dice: ´Elías, la gente te reclama a vos, tenés que estar ahí adelante´. Fui a la puerta de la fábrica y ahí estaban todos los compañeros parados, esperando que yo fuera’. Entonces Elías se puso al frente y se fue a Plaza de Mayo, pasando por otras fábricas e invitando a los demás trabajadores, con el resto de sus compañeros, a incorporarse a la marea obrera.”*            

* González, Ernesto  El trotskismo obrero e internacionalista en la Argentina, Tomo 1. Antídoto, Buenos Aires, 1995.


¿Cómo enfrentamos el golpe gorila?

Los titulares de La Verdad son un testimonio impresionante: “El imperialismo yanqui y la Iglesia preparan un golpe de Estado: ¡Unidad de la clase obrera para enfrentarlo!” (19/5/55); “Movilización obrera: única respuesta contra el golpe de Estado clerical-patronal-imperialista” (10/6/55). Luego de los bombardeos a Plaza de Mayo del 16 de junio insistíamos: “El imperialismo yanqui y sus aliados siguen firmes en su ofensiva para colonizar el país”; y explicábamos: “preparemos la defensa de nuestras conquistas y organizaciones de los ataques de la reacción. El 16 de junio no ha terminado. Siguen planteados los mismos problemas y la lucha sigue en pie”. (25/6/55)

El 19 de agosto íbamos más a fondo: “¡La calle para los obreros! La reacción prepara un nuevo 16 de junio: ¡todos unidos para aplastarla!”. Y en la nota decíamos: “propugnamos que así como la reacción tiene armas y se prepara para usarlas contra la clase obrera, es preciso que ésta también se arme. Sólo así frenaremos a la reacción” (19/8/55). El último número antes del golpe titulábamos: “¡Leña a la reacción clerical-patronal-imperialista! ¡Manos libres a la clase obrera!”.

Dos años después del golpe, nuestra corriente editaría el libro “¡Quiénes supieron luchar contra la ´Revolución Libertadora´?”. Al final de su prólogo se decía: “Al terminar este trabajo el almanaque marca 20 de agosto. Hace 17 años que un agente de Moscú asesinó a León Trotsky. En la Argentina de 1957 el mejor homenaje a la memoria del gran conductor revolucionario está en las palabras que hace poco oímos de un dirigente obrero peronista refiriéndose a la tendencia que editaba La Verdad: “Deseo declarar públicamente que yo, dirigente peronista, hubiera querido tener la claridad y la valentía con que los compañeros trotskistas señalaron los errores del peronismo mientras combatían a la revolución libertadora”.*                     

* Moreno, Nahuel, El golpe gorila de 1955. Ediciones El Socialista Buenos Aires, 2012.