Apr 20, 2024 Last Updated 6:17 PM, Apr 19, 2024

¿Es posible “un capitalismo donde todos ganen” como dice Alberto Fernández?

Publicado en El Socialista N° 463
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Después de reunirse en Olivos con un grupo de directivos de las más grandes empresas del país, el presidente hizo una declaración sorprendente: “Estuvimos todos de acuerdo en que un capitalismo que no sea más justo no es un buen capitalismo”. Y agregó: “Estamos trabajando en la construcción de un nuevo contrato social…” (Télam 4/6). En esa reunión estaban, entre otros, Luis Pagani (Arcor), Perez Companc (Molinos), Javier Madanes (Grupo Fate Aluar), Marcos Bulgheroni (PanAmerican Energy), Miguel Acevedo (UIA) y Daniel Herrero (Toyota).

Escribe Adolfo Santos

¿Es posible que el presidente haya conseguido convencer a estos empresarios, acostumbrados a despedir, a aumentar los ritmos de producción o a flexibilizar los derechos laborales, a que acepten ser más justos? Para nosotros no pasa del doble discurso con que el gobierno trata de “equilibrar” para mantener una imagen favorable mientras continúa aplicando el ajuste. Nadie puede creer que los que acaban de perpetrar uno de los mayores robos contra los trabajadores rebajando el salario 25%, en acuerdo con la burocracia sindical y el aval del gobierno, se conviertan en “justos” de la mañana a la noche. Tampoco que vayan a firmar un nuevo contrato social para gestionar “ un capitalismo donde todos ganen, no donde unos ganan y otros pierden”, como dijo Fernández.

La prédica del presidente no se sustenta. El capitalismo tiene una sola cara, la que le conocemos en la Argentina y en cualquier parte del mundo. Su único y principal objetivo es extraer sus ganancias del trabajo ajeno, lo que conocemos como explotación. Cuanto mayor explotación, es decir cuanto más produce y menos recibe el trabajador, mayor es la ganancia del capitalista. Por eso en nuestro país y en el mundo los empresarios aumentan los ritmos de producción y tratan de impedir la suba del salario. Es la batalla permanente entre patrones y trabajadores y que en este momento de brutal crisis se hace cada vez más violenta. No hay ninguna concesión ofrecida por los capitalistas de forma espontánea. La experiencia histórica demuestra que sólo por medio de durísimas luchas fue posible obtener pequeñas conquistas.

El “contrato social” vigente en nuestro país, que Alberto Fernández propone cambiar, es el que está armado alrededor de los intereses de los grandes grupos económicos, que son subalternos de las multinacionales del imperialismo. Son ellos los que determinan las leyes, los salarios y los derechos, o las violaciones a ellos. Para eso se apoyan en los partidos políticos patronales, en las fuerzas represivas, en ideologías como la religión y en la burocracia sindical traidora, que es capaz de aceptar la pérdida de derechos o la rebaja salarial sin la menor consulta a los trabajadores. ¿Existe alguna posibilidad de un nuevo “contrato social” para construir un capitalismo más justo con el hambreador Paolo Rocca de un lado y el burócrata Héctor Daer, de la CGT, del otro, como propone el presidente? Para nosotros ninguna. Son ellos, junto con el gobierno, los que sustentan este modelo que genera privilegios, por un lado, y la insoportable pobreza y desigualdad existente, por otro.

Pero el presidente insiste en su cruzada justiciera: “No nos podríamos permitir la generación que gobierna que las… injusticias sigan igual, como en Villa Azul, nadie puede vivir en paz con la desigualdad” (Télam 4/6). Sin embargo, durante 29 de los últimos 33 años, la responsabilidad de la Villa Azul de Buenos Aires fue del peronismo de Alberto Fernández, que gobernó esa provincia sin avanzar contra la desigualdad. Ese es el doble discurso del gobierno: progresista en las palabras, pero desigual con las políticas sociales. No es creíble su discurso de acabar con la injusticia cuando sus diputados se niegan a tratar el proyecto presentado por el FIT Unidad para gravar a las grandes fortunas, algo que podría ayudar a resolver algunas de las injusticias de Villa Azul y de las deficiencias sanitarias demostradas durante la pandemia. Mucho menos va a ser capaz de contrariar los intereses de los ricos impulsando un nuevo contrato social “más justo”.

No existe “capitalismo donde todos ganen”

El capitalismo es irreformable. Tiene una única cara, la de la explotación, la miseria creciente, la pobreza, el desempleo, la desigualdad, la destrucción del medio ambiente, de la falta cada vez mayor de servicios públicos de calidad para la población trabajadora. En la Argentina y el mundo el sistema capitalista demuestra cada día que es incapaz de resolver los problemas de la humanidad, como viene aconteciendo en esta pandemia. Al contrario, genera más sufrimientos y arroja cada vez más sectores a la marginalidad. Por eso decimos que no va más, que hay que acabar con este sistema antes de que él acabe con la humanidad.

No hay salida para los trabajadores, las mujeres o la juventud de la mano de los Rocca, los Bulgheroni, los Pagani, las multinacionales, los burócratas sindicales y los gobiernos patronales. La única salida a esta brutal crisis generada por el capitalismo parasitario racista, destructor del ambiente y patriarcal, es un gobierno de los trabajadores y los sectores populares, de los que nunca gobernaron, que avance hacia el socialismo con democracia.

Nuestra propuesta socialista comienza por que los medios de producción, las máquinas y herramientas, tanto de la industria como del agro, dejen de estar en manos de unos pocos capitalistas y pasen a manos de los trabajadores. Junto con eso, estatizar la banca y el comercio exterior para evitar la sangría que produce la fuga de capitales. Con esos medios y esos recursos podremos producir, no lo que genera mucha ganancia para unos pocos, sino lo que es necesario para satisfacer las necesidades de la población trabajadora.

Para fortalecer este proyecto será necesario recurrir a la unidad con el pueblo trabajador de los demás países, comenzando por nuestros vecinos, para hacernos fuertes frente a los usureros internacionales, para intercambiar ciencia y tecnología y desarrollar la producción y para abastecernos con las mercaderías que cada país mejor produzca. Hay riquezas y bienes suficientes para que las masas trabajadoras vivan holgadamente, sin la explotación y opresión actuales y con posibilidades de diversión y esparcimiento. Necesitamos librarnos de una vez de este capitalismo parasitario dependiente del imperialismo. Necesitamos una segunda y definitiva independencia que nos permita decidir el destino de nuestro país. Necesitamos socialismo.

 

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