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Para derrotar la pandemia, centralizar el sistema de salud

Publicado en El Socialista N° 467
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Escribe Reynaldo Saccone, ex presidente de la Cicop

Crece la pandemia en nuestro país y aumentan las muertes originadas por las complicaciones del Covid-19, que ya suman más de 1.600 al momento de escribir esta nota. Sube también la cantidad de pacientes que requieren atención en unidades de terapia intensiva (UTI).

Entramos en una situación crítica de camas

En nuestro país, después de años de desinversión y ajuste de los gobiernos peronistas, radicales y de Cambiemos, hay una degradación del sistema público. Mientras la OMS aconseja ocho camas cada mil habitantes, la Argentina posee 4,5 que se distribuyen muy desigualmente. Mientras la Ciudad de Buenos Aires cuenta con 7,1, la provincia tiene 5,5, pero La Matanza solo una cama cada mil habitantes. La provincia de Buenos Aires cuenta con 4.856 camas en unidades de terapia intensiva (UTI), algo más de 2.400 ocupadas, unas trescientas por complicaciones ocasionadas por el coronavirus. Estas cifras globales de toda la provincia no dan una idea de la realidad que se vive en el conurbano, donde se concentra más del 95% de los contagios de Covid-19 que informa el gobierno peronista de Kicillof. El último reporte oficial obtenido este fin de semana indica que había seis municipios que colmaron sus lugares en UTI (La Matanza, Quilmes, Lanús, José C. Paz, Moreno y Escobar) en el norte, oeste y sur del Gran Buenos Aires.

En la Capital Federal hay 2.000 camas de UTI (400 públicas y 1.600 privadas). El informe de principios de semana de Larreta de Cambiemos mostraba que había 263 internados en UTI, de los cuales 202 están con asistencia mecánica respiratoria (ARM). La estadística muestra que solo la mitad de las camas están ocupadas. Aunque, a través de comunicaciones en las redes sociales, los trabajadores de algunos hospitales denuncian las UTI colmadas. Mientras en la CABA los hospitales públicos se saturan, las camas privadas, que son cuatro veces más, son manejadas discrecionalmente por las empresas propietarias de sanatorios y clínicas. Por su parte, el subsistema privado en la provincia, que representa casi el 40% de la oferta de camas, está compuesto por 190 clínicas y sanatorios y, como en CABA, no existe el menor control estatal sobre su utilización.

Buenos negocios con plata del Estado

Mientras se van llenando las camas y escasean los insumos, hay quienes han descubierto que la pandemia es una gran oportunidad para buenos negocios. Las empresas sanatoriales, y sobre todo las más poderosas, se han acogido al subsidio pactado con el gobierno de Fernández y la burocracia sindical peronista por el cual el Estado paga el 50% de los sueldos de sus empleados y también a la posibilidad de reducir 25% los salarios. Son las mismas patronales que retacean los elementos de protección personal a sus trabajadores y ocultan el número de contagiados y afectados entre su personal. También escamotean las camas que servirían para descomprimir el sistema estatal.

El gran negocio de estos empresarios es la venta de insumos sanitarios al Estado, que no deja de crecer, gracias a los desmesurados sobreprecios. Un cálculo publicado en el diario La Nación del 5/7, establece en 72 millones de pesos el monto que el Estado viene pagando de más. Por ejemplo, para los barbijos N95 la Sindicatura General de la Nación (Sigen) calculó un precio testigo de 298 pesos, el gobierno de Fernández pagó 755 y el de Larreta en CABA 3.000 por barbijo quirúrgico. El ministro de salud Ginés González García compró 334.000 mamelucos con sobreprecio, las cofias protectoras costaron 77% más. Y los barbijos tricapa se pagaron un 20% por arriba del precio fijado por la Sigen.

Las únicas dos fábricas locales de respiradores, Tecme y Leistung, vendieron al Estado más de 3.500 unidades. Cabe destacar que en este caso hubo una tímida acción del gobierno nacional del Frente de Todos que, para evitar la exportación de la producción y el consiguiente déficit del recurso para el país, intervino las empresas hasta fines de julio, cuando podrán volver a exportar. No obstante la restricción, ambas compañías embolsaron la friolera de 2.760 millones de pesos.

Qué pasó en Irlanda

Precisamente, para evitar situaciones como las que nos tocan vivir, el gobierno de la República de Irlanda anunció el 24 de marzo la nacionalización transitoria de los sanatorios privados mientras dure la pandemia. Los empresarios aceptaron la medida que pone bajo gestión estatal dos mil camas, nueve laboratorios bioquímicos y varios miles de trabajadores de la salud. En este país de casi cinco millones de habitantes, los contagiados por el Covid-19 habían sobrepasado la barrera de los mil casos, entre los cuales se encontraba el 25% de los trabajadores de la salud.

El ministro de Salud, Ginés González García, amagó con una medida similar para llevar adelante en el país. Pero rápidamente retrocedió tras la reacción de la patronal sanatorial, de los seguros de salud y la desautorización del presidente Alberto Fernández. Así se alejó la posibilidad de poner un poco de orden en el combate contra la pandemia.

Es necesario concentrar los recursos para garantizar la atención para todos

El ejemplo de Irlanda muestra que es posible y necesario centralizar el sistema de salud para derrotar la pandemia. Para eso se necesita una decisión política que vaya en esa dirección, no se trata solo de una cuestión de epidemiólogos. En primer lugar, como venimos diciendo, es necesario centralizar el sistema  de salud privado y estatal, estableciendo una conducción única para aprovechar todos los recursos del país. En segundo lugar, es necesario que se nacionalicen los recursos indispensables, que todas las camas pasen a ser administradas por la autoridad sanitaria para garantizar el acceso de toda la población, sin distinciones. En tercer lugar, se debe proteger al personal de salud que es imprescindible para llegar con la atención necesaria. En cuarto lugar, sostener el aislamiento subsidiando a los trabajadores contratados, cuentapropistas y desocupados. Finalmente, se debe crear un fondo proveniente de un impuesto especial a las grandes fortunas y el no pago de la deuda externa para que la crisis no la paguen los trabajadores, sino los capitalistas. En la lucha lo lograremos.