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La educación pública durante el coronavirus

Escribe Jorge Adaro, secretario adjunto de Ademys

Este 2020 fue un fracaso gubernamental en la educación pública. Impericia, improvisación, ajuste, privatización y oportunismo mercantilista son algunas de las marcas que Fernández, Trotta, acompañado por Larreta, Acuña y los gobernadores, impregnaron en política educativa.

En la segunda quincena de marzo, cuando el mundo mostraba las tremendas consecuencias del Covid-19 y cerraba todo, el ministro de Salud, Ginés González García, decía que faltaba mucho para que llegara a la Argentina y Trotta se negaba a parar las clases presenciales. Luego suspendió la presencialidad de alumnos, ¡pero exigía que los docentes siguiéramos yendo! Recién en abril, ante el repudio de la docencia, Trotta impuso el sistema de educación virtual.

El gobierno aprovechó la pandemia para ahorrar plata y no nombrar a miles de docentes que debían cubrir cargos y módulos vacantes. Así, miles trabajamos con el doble de alumnos y miles pasaron hambre en la docencia por no tener ningún ingreso o tener poquísimas horas. Una vergüenza de Fernández y los gobernadores.

Improvisó un sistema de “educación virtual” sin preparación de la docencia ni las familias. Debimos aprender a manejarnos con aplicaciones novedosas. Docentes y alumnos no tuvimos un esquema de horarios fijos de trabajo y estudio, llegando a estar en jornadas interminables, recibiendo preguntas o trabajos prácticos a cualquier hora, aceptándolos comprendiendo la enorme dificultad de los estudiantes de tener celulares o computadoras a su disposición.

Los gobiernos se negaron a invertir en conectividad y tecnología gratuitas para docentes y estudiantes, fundamentalmente para los sectores más empobrecidos y marginados. Tuvimos que pagar más en electricidad, en internet y arreglos o compra de celulares y PC para poder estar en el sistema educativo. Y quienes no pudieron quedaron más marginados aún que antes de la pandemia. Esta es la realidad de la política educativa del gobierno de Fernández, Kicillof, Larreta, Kirchner, Schiaretti, etc. En esto no tuvieron “grieta”.

Otra vergüenza fue el ataque gubernamental permanente a los docentes, queriendo dejarnos ante la comunidad como “los responsables” de que las clases presenciales no volvieran. La figura estelar de esta política fue Soledad Acuña, que realizó declaraciones semifascistas contra la docencia, los profesorados, la izquierda y los sindicatos, dichos que fueron masivamente repudiados. Pero tanto Acuña como Trotta y los gobernadores que quisieron posar de “fanáticos” de volver a clases presenciales, quedaron en ridículo, ya que ni siquiera pudieron implementar los absurdos sistemas de “burbujas” que tanto pregonaron.

Un párrafo aparte merecen las burocracias de Ctera, UDA, CEA, AMET y su pleno acuerdo con los gobiernos y el apoyo a sus medidas. Firmaron paritarias de pobreza permitiendo que la miseria y la desocupación golpearan fuertemente a la docencia.
Sin dudas vamos a un 2021 donde la lucha por la escuela pública, por presupuesto, infraestructura, conectividad gratuita, salarios y trabajo estará al orden del día desde febrero. Desde Izquierda Socialista, Ademys, los Suteba Multicolores y el sindicalismo docente opositor de todo el país impulsaremos la coordinación nacional para defender el salario y la escuela pública, con plata para educación, no para el FMI ni para la educación privada.