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A 45 años del secuestro y asesinato de los compañeros del PST de Tolosa (La Plata)

Escribe José “Pepe” Rusconi

Cuando el 12 mayo de 1977 me enteré del secuestro, sucedido el día anterior, de tres de mis compañeros del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) era inevitable imaginar el desenlace. Estábamos en tiempos de la dictadura militar que reprimía a sangre y fuego.

Ellos eran Julio Matamoros (el “Bocha” de veintiún años), estudiante de Derecho y luego empleado bancario, Mónica de Olazo (“Moniquita” de dieciocho años), estudiante, y su pareja Alejandro Ford (el “Negro” de veinte años), egresado de la Escuela de Bellas Artes, ex dirigente de la Juventud Peronista (UES) y reciente trabajador de la destilería de YPF de La Plata.

Formábamos parte de una célula del PST, que era el organismo de base de nuestra organización durante la dictadura, donde los militantes hacíamos nuestras discusiones y planificábamos las tareas.

Tras el 11 de mayo, nunca supimos más de ellos hasta que, pasados treinta y seis años del secuestro, el Equipo Argentino de Antropología Forense los identificó en una fosa común del Cementerio de Ezpeleta, enterrados como NN. Nos enteramos que estuvieron en varios Centros Clandestinos de Detención y finalmente fueron fusilados frente a la Comisaría de esa localidad simulando un enfrentamiento. Ellos dieron su vida por la revolución socialista.

Con ese recuerdo, cuando veo a las nuevas camadas de jóvenes compañeros y compañeras que trabajan en la construcción del partido, una herramienta revolucionaria como Izquierda Socialista, los veo a ellos continuando con esa tarea y pienso que su muerte no fue en vano.

Pasaron cuarenta y cinco años y los recuerdo con pesar, pero también con aquella alegría que nos caracterizaba. Alegría propia de los jóvenes y de aquellos que luchan con las tremendas ganas de cambiar esta terrible realidad social capitalista por la de un mundo más justo, un mundo socialista.
Seguimos exigiendo justicia. Mónica, Alejandro y Julio, ¡hasta el socialismo siempre!