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Sigamos rechazando el acuerdo porcino con China

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Escribe Guido Poletti

Desde mediados del año pasado, el gobierno de Alberto Fernández viene avanzando con su proyecto de instalar en nuestro país megafábricas de producción de carne porcino con destino al mercado chino. Este acuerdo nació por la necesidad de la dictadura capitalista china de abastecerse de dicha carne luego del brote de la Peste Porcina Africana que, desde  2018 a hoy, ya obligó a liquidar el 40% de los cerdos en ese país. China busca reemplazar esa producción y para eso aleja de sus tierras estas megafábricas y hacer que otros países sufran los riesgos sanitarios y ambientales.
Un dato no menor fue que el primer anuncio de este proyecto no lo hizo el gobierno, sino el laboratorio Biogénesis Bagó, una de las empresas vinculadas con el ahora famoso empresario Hugo Sigman. Su conglomerado empresario multinacional queda así vinculado a ambos lados de la pandemia: por un lado como productor de la vacuna contra el coronavirus para AstraZeneca, y por otro, como promotor de las fábricas de potenciales próximas pandemias.

Si el acuerdo se llega a implementar, se convertiría a la Argentina en uno de los mayores productores industriales de carne porcina a nivel mundial, pasando de una producción de seis a cien millones de cerdos en los próximos 8 años. Se plantea la creación de de enormes establecimientos donde 12.000 madres darían a luz un promedio de treinta cerdos, culminando con 375.000 al año, en estado de hacinamiento, tortura, mutilación, proliferación de enfermedades, un consumo de millones de litros de agua y una generación de desechos gigantesca.Esto requeriría también la producción de 20 millones de toneladas de maíz y 5 millones de toneladas de porotos para la alimentación de los cerdos, lo que implicaría expandir más aún la frontera agrícola, con su consecuencia de desmontes, destrucción de humedales y biodiversidad.

Poner en marcha este tipo de factorías es un auténtico ecocidio. Los animales son hacinados en galpones generando gran cantidad de desechos y efluentes, focos de contaminación y la incubación de nuevos virus. Los cerdos son modificados genéticamente para ser más “productivos” y las respuestas inmunológicas se ven deterioradas por la gran cantidad de antibióticos que les son administrados para mantenerlos a salvo de las distintas enfermedades que aparecen y se propagan rápidamente, producto de esta forma de producción y reproducción. Se aumenta en forma exponencial el riesgo de procesos de zoonosis, o sea la transmisión de enfermedades de animales a humanos, tal como ha sucedido con el Covid 19. Como ejemplo, recientemente se descubrió en granjas industriales en China un virus conocido como G4 EA H1N1, que los investigadores temen que pueda mutar y expandirse fácilmente.El objetivo de todo esto es el de siempre: generar divisas para aplicarlas al pago de la inmoral e ilegítima deuda externa.

Una vez conocido el acuerdo, se dieron varias jornadas de rechazo, motorizadas por diversas organizaciones de defensa del ambiente, de las que participamos como Ambiente en Lucha. También fue uno de los temas prioritarios que se dio en su propia conformación la Coordinadora Plurinacional Basta de Falsas Soluciones (BFS). Ante el crecimiento de la oposición al proyecto, el gobierno primero postergó la firma del pacto de entendimiento, planteando cínicamente que se incorporaría un artículo donde “se asegura el respeto de las leyes de protección ambiental, los recursos naturales y la bioseguridad”.

Frente a la postergación, nuestra postura fue clara: “Ni en noviembre (la fecha hasta la que se postergó) ni nunca”.
El gobierno del Frente de Todos ha hecho gala frente al tema de toda la gama de su doble discurso. Por un lado  ha salido a decir que quienes protestan son “sectores urbanos, ideologizados, que no saben cómo funciona el campo”. Cuando fue desde las propias  provincias donde trascendió que se instalarán las fábricas que partieron las denuncias de pequeños productores y campesinos que ven en este proyecto una profundización del modelo de agronegocios depredador y contaminante vigente hace décadas.

También desde voceros del propio gobierno se lanzó la campaña de que quienes protestan contra este acuerdo son “financiados por la embajada yanqui”, cuando la convocatoria de la misma primera acción de protesta fue clarísima: “No al pacto de megafábricas de cerdos ni con China, ni con nadie”. Porque somos los mismos que, con la misma fuerza con que repudiamos este acuerdo con China, repudiamos el  fracking al servicio de Chevron o la Hidrovía del Paraná que le garantiza las superganancias a Cargill o ADM.
 
El ministro de Ambiente Juan Carlos Cabandié se la pasa haciendo declaraciones demagógicas acerca de una supuesta “agenda ambiental” del gobierno (mientras en la práctica demuestra su absoluta incapacidad e insensibilidad ante catástrofes como los incendios en la Patagonia). El propio presidente Alberto Fernández se reunió con referentes veganos y hasta se saca una foto con un cartel de “no al acuerdo porcino”. ¡Para que al día siguiente se ratificó que el proyecto sigue adelante!

En los primeros meses de 2021, “en silencio”, las negociaciones para instalar las megafábricas siguen adelante. En estos días ha trascendido la aprobación de un crédito por 194 millones de pesos del Banco de Inversión y Comercio (BICE) para ampliar la producción de cerdos de la empresa Los Llanos S.A.U. en la localidad de Chepes, La Rioja, en línea con el acuerdo entre nuestro país y China.

Desde Ambiente en Lucha y la Juventud de Izquierda Socialista, nos opusimos desde el principio a este acuerdo que profundiza el modelo del agronegocio tóxico con beneficios para unos pocos y en detrimento de toda la población y el ambiente. No queremos que Argentina se convierta en una factoría de cerdos ni una fábrica de nuevas pandemias. Sigamos organizados y haciendo escuchar nuestro grito: ¡No al acuerdo porcino!