Elecciones en México: ¿ganó un izquierdista?

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mexicoEscribe Miguel Lamas

En los comicios mexicanos, que incluían miles de cargos de nivel nacional, estatal y municipal, triunfó con 53% la alianza Juntos Haremos Historia, consagrando presidente a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), que además ganó en varios estados fundamentales. La prensa tituló “ganó un izquierdista”, aunque él se define “de centro” porque, según dice, favorecerá a los pobres y también a los intereses de grandes empresarios.

Se hundieron los partidos históricos: el PRI (Partido Revolucionario Institucional), que salió tercero con la mínima votación desde su fundación con un 16% y con un candidato que negaba ser del PRI sino que se decía “ciudadano”, y el PAN (Partido Acción Nacional) que gobiernan México desde hace 80 años. Y con ellos el centroizquierdista PRD (Partido de la Revolución Democrática), que fue aliado al derechista PAN.


¿Qué representa la gran votación, con participación electoral récord, por López Obrador? En primer lugar el hartazgo popular con un régimen en pudrición, responsable de enorme violencia, con 175.000 asesinatos “comunes” por las bandas del narcotráfico y “guerra al narcotráfico”, con crímenes políticos horrendos como el de los 47 estudiantes de Ayotzinapa, que nunca fue esclarecido, y 145 políticos y candidatos a distintos puestos en la reciente elección. Esta violencia va asociada a una enorme corrupción que analistas, y también López Obrador, calculan que se lleva el 10% del producto nacional.
La política económica del gobierno de Enrique Peña Nieto (PRI) se basó en un crudo neoliberalismo para facilitar las inversiones yanquis, con las “contrarreformas” laboral, de salud, fiscal y energética, que en todos los casos significaron privatizaciones. Todo para “facilitar” las inversiones yanquis en virtud del tratado de libre comercio. Pero esto hoy está en crisis porque Trump lo puso en “suspenso”.
Y todo esto ha tenido grandes consecuencias sobre las masas populares, además de sufrir la violencia, la descomposición de la economía del pequeño campesino y la precarización laboral de los trabajadores.

¿Cumplirá López Obrador las expectativas?
  ¿Y qué representa López Obrador frente a esto? Dice que va a terminar con la corrupción. Pero, al mismo tiempo ha impuesto como uno de los personajes principales de su gobierno a Alfonso Romo, empresario multimillonario, quien, tiempo atrás, fue acusado por el propio Obrador de haberse beneficiado con el fraude del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa). Romo es el encargado de establecer los vínculos con el Consejo Coordinador Empresarial, para convencerlos de que AMLO no atentará contra sus jugosos negocios, y quien ha declarado que va a mantener la contrarreforma energética, pues se ha dado cuenta de “la necesidad de financiamiento privado en el sector, incluida la posibilidad de asociaciones privadas para dos nuevas refinerías que planea construir”. Alfonso Romo es un magnate ex dueño de una empresa de semillas transgénicas. Romo explicó que, cuando comenzaron a trabajar juntos, la instrucción que le dio López Obrador fue que necesitaba “crear confianza”, y que por eso Romo le había hecho “un plan de gobierno de centro que toma en cuenta a los olvidados”. Y su futuro ministro de Agricultura es un lobista pro grandes empresas de transgénicos.
Tampoco echará atrás la contrarreforma laboral aprobada en 2012, no obstante haberse manifestado en contra. Y aseguró anular la contrarreforma educativa, aunque está por verse pues nombró a otro personaje de derecha, Esteban Moctezuma, como secretario del sector, quien fuera secretario de Gobernación con Ernesto Zedillo y presidente de la Fundación Azteca, una de las grandes televisoras. Nada bueno les espera a los trabajadores.
Menos pretende AMLO encarcelar a Peña Nieto (presidente saliente). Sus constantes ofrecimientos de que no habrá persecuciones ni venganzas van dirigidos hacia Peña Nieto y sus más cercanos colaboradores, que se han distinguido por su descarada corrupción. Sería un escandaloso pacto de impunidad para que AMLO llegue al fin a la presidencia, lo que le serviría al sistema y los grandes millonarios para desviar el proceso de profundo descontento, ante la catástrofe que significó el gobierno de Peña Nieto.
Es decir que su “combate a la corrupción” es una promesa que no tiene ningún sustento real. La corrupción está ligada (en México y en todo el mundo) a los grandes empresarios y a los gobernantes coimeados (como en Pemex) y en el caso de México al gigantesco crecimiento de los mafiosos del narcotráfico. También para ellos AMLO propone una amnistía. Con él seguirán la corrupción, los crímenes y la entrega del país.
Es decir, López Obrador se parece en su doble discurso a anteriores gobiernos de centroizquierda latinoamericanos, desde los Kirchner hasta Lula, Evo y Chávez, pero en un contexto de crisis profunda capitalista y del Estado mexicano.  López Obrador va a defraudar las expectativas de los trabajadores y sectores populares de un verdadero cambio en México.
Como lo expresa el MAS (UIT-CI): “Como clase debemos organizarnos de manera independiente a los partidos que hoy se disputan el poder, conformar direcciones democráticas y representativas de nuestros intereses y prepararnos para las luchas que se avecinan”. 

 


La posición electoral del MAS

El Movimiento al Socialismo (UIT-CI) apoyó la candidatura que levantó el Congreso Nacional Indígena y los zapatistas de María de Jesús Patricio  Martínez (Marichuy). Para poder inscribirse esta candidatura tenía que juntar un millón de firmas, algo que no fue posible, mostrando el carácter totalmente antidemocrático del sistema electoral mexicano. Por eso el MAS dijo en su declaración electoral:
“Está muy claro: la clase trabajadora, el pueblo, los indígenas, el pueblo en general, no tenemos por quién votar, pues ese mismo sistema de partidos patronales, impuso antidemocráticamente que la única opción verdaderamente anticapitalista no quedara registrada… De ahí que el MAS propone que el próximo 1º de julio, en rechazo al actual sistema de partidos capitalistas, neoliberales y corruptos, pongamos el nombre de la vocera de los pueblos originarios en la boleta: Marichuy, en el espacio en blanco, para candidatos no registrados. Esa es la única opción que nos queda a quienes rechazamos categóricamente al capitalismo.
“Te llamamos a sumarte a la protesta, a rechazar el actual proceso, exigiendo una verdadera democratización, porque la única alternativa que existe para nuestro dolorido país es construir una opción anticapitalista, de izquierda, para oponernos a la entrega de nuestra soberanía, de nuestros recursos, de nuestra dignidad a favor de los grandes capitalistas”.