A 100 años de la fundación de la III Internacional: Una escuela de estrategia revolucionaria

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a 100 anos de la fundacion de la iii internacional Una escuela de estrategia revolucionariaEscribe Gabriel Massa

La Primera Guerra Mundial, con sus decenas de millones de muertos, su devastación y sus padecimientos para las masas, dejó al desnudo lo que significaba el capitalismo en su fase imperialista: una verdadera catástrofe que conducía a la barbarie. Pero esta disputa entre las potencias por el control del mundo provocó una enorme crisis del capitalismo y la reacción de los trabajadores y los pueblos, de la que nació la Revolución Rusa de 1917 encabezada en octubre por el Partido Bolchevique de Lenin y Trotsky, que dio lugar a la fundación de la III Internacional, la máxima conquista organizativa y programática de la clase obrera.

A partir de la conquista del poder por los soviets encabezados por el Partido Bolchevique, rebautizado Partido Comunista, los obreros y el pueblo ruso lograron extraordinarias hazañas. En medio de la invasión del país en 1918 por dieciséis ejércitos de países capitalistas, fueron capaces de construir un ejército de un millón de hombres que en tres años habría de triunfar y consolidar el poder revolucionario en todo el territorio.

Mientras tanto, las viejas direcciones de los partidos socialdemócratas de todos los países europeos, agrupadas en la II Internacional, entraban en crisis por haber apoyado cada uno a su gobierno en la guerra imperialista. Y, terminada la guerra, por traicionar las revoluciones que estallaban en varios países de Europa Central, siendo el caso más destacado el alemán, donde la socialdemocracia fue cómplice del asesinato de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo. Debido a todo esto, millones de trabajadoras y trabajadores, de jóvenes, de todos los sectores explotados, se volcaban al apoyo a la Revolución Rusa y surgían partidos comunistas en todas esas naciones.

Los bolcheviques rusos eran conscientes de que la revolución no podía triunfar en un solo país, y mucho menos en Rusia, una nación atrasada, con gran mayoría campesina. Que solo podía hacerlo extendiéndose a toda Europa y el mundo, derrotando definitivamente al capitalismo imperialista y comenzando la construcción del socialismo a nivel internacional. Para ello se necesitaba crear un estado mayor de la revolución, una nueva internacional que dirigiera a los partidos comunistas de todos los países en una estrategia común.

Con esa perspectiva, en marzo de 1919 convocaron en Moscú a lo que sería el primer congreso constitutivo de la Tercera Internacional o Internacional Comunista. El congreso se daba en medio de la guerra civil y con inmensas dificultades para la llegada de los delegados de decenas de países. A pesar de ello, el I Congreso de la Internacional Comunista se realizó en Moscú entre el 2 y el 6 de marzo de 1919, con la participación de 52 delegados de treinta países.

El congreso sesionó en medio de un espíritu de ofensiva revolucionaria de la clase obrera, resumido así en un escrito de Lenin de la época: Las decenas de millones de muertos y mutilados que dejó la guerra […] están abriendo los ojos, a una velocidad sin precedentes, a millones y decenas de millones de personas aterrorizadas, oprimidas y engañadas por la burguesía. De la ruina mundial causada por la guerra está surgiendo una crisis revolucionaria mundial que, por largas y duras que puedan ser sus fases, solamente puede conducir a la revolución proletaria y a su victoria (prólogo a la edición francesa y alemana de 1920 de su libro “El imperialismo etapa superior del capitalismo”).

Cambia la marea

Pero pronto se dieron derrotas y retrocesos. Primó allí la traición de las viejas direcciones socialdemócratas y la debilidad y la inexperiencia de los jóvenes partidos comunistas. Así lo resumió Trotsky en su célebre artículo “Una escuela de estrategia revolucionaria” (1921): Es indudable que, en la época del I Congreso de la Internacional Comunista (1919) todos esperábamos que un sencillo asalto de las masas trabajadoras y campesinas derribase a la burguesía en un futuro próximo. Y, en efecto, el ataque fue poderoso. El número de las víctimas, grande. Pero la burguesía soportó este primer asalto y, gracias a ello, ha podido reafirmarse en su estabilidad de clase.

Así, del optimismo sobre un triunfo rápido de la revolución mundial, se pasó a la convicción de la necesidad de un proceso de educación de las nuevas camadas de revolucionarios para una lucha larga y difícil. Objetivo en el que se concentrarían los siguientes congresos de la Internacional. Para ello se elaboraron documentos de orientación en la construcción de los partidos comunistas, en el desarrollo de tácticas como la del frente único para enfrentar la contraofensiva de la burguesía, sobre el trabajo entre las mujeres y los soldados y tantos más.

Sin embargo, las derrotas de la revolución europea terminaron golpeando a la propia Rusia que, aislada, sufrió el retroceso de la revolución y la burocratización del Estado. Así se impuso el estalinismo, liquidando la democracia de los soviets y convirtiendo también a la III Internacional en un instrumento de su política contrarrevolucionaria. Por eso León Trotsky planteó, a partir de 1933, volver a comenzar la tarea de construir una internacional obrera revolucionaria y terminó fundando, en 1938, la IV Internacional. La III, mientras tanto, siguió por unos años existiendo como mero sello y correa de transmisión de la política contrarrevolucionaria de Stalin, que terminó directamente disolviéndola en 1943.

Una guía fundamental para los revolucionarios

A pesar de ello y de las graves consecuencias que tuvo la burocratización de la Unión Soviética y la III Internacional, la Revolución Rusa y los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista bajo la conducción de Lenin y Trotsky quedaron como referencia histórica, como una verdadera escuela de estrategia revolucionaria.

Hoy las enseñanzas revolucionarias de la Internacional Comunista son una guía fundamental en la lucha por superar la crisis de dirección revolucionaria provocada por el estalinismo, la liquidación de la III Internacional y las propias crisis que llevaron a la dispersión de la IV Internacional. Desde la Unidad Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional y su sección argentina, Izquierda Socialista, nos reconocemos parte de esa tradición de lucha por la construcción de una dirección revolucionaria internacional para la clase obrera, de la que la III Internacional fundada por Lenin y Trotsky fue su punto más elevado.


La excepcionalidad de la Revolución de Octubre y la III Internacional

Así la definía Nahuel Moreno, maestro y fundador de nuestra corriente.

Debemos reconocer que la Revolución de Octubre ha sido excepción en lo que va del siglo, que no ha habido otra con sus características. La Revolución de Octubre es hasta la fecha una excepción. Lo mismo su resultado: la Tercera Internacional. La excepcionalidad de la Revolución de Octubre está dada, hasta la fecha, por la existencia de un partido como el Bolchevique. Sin una Revolución de Octubre y sin un Partido Bolchevique no se hubiera podido fundar la Tercera Internacional, ni impulsar como tarea esencial y más importante de la revolución, como lo plantearon los bolcheviques, el desarrollo de la revolución socialista europea e internacional. Gracias a la lucha de la izquierda revolucionaria antes y durante la primera guerra imperialista, la Tercera Internacional, guiada por Lenin y Trotsky, comenzó a superar la crisis de dirección del proletariado.


Pero ni la fundación de la Tercera Internacional, ni el colosal ascenso del proletariado europeo pudieron automáticamente crear verdaderos partidos bolcheviques nacionales; solo pudieron dar las bases. […] Fue así cómo la inexistencia de partidos bolcheviques nacionales y la imposibilidad de construirlos sobre la marcha se combinó con la traición socialdemócrata para que la burguesía pudiera superar la primera oleada de la revolución socialista de posguerra en Alemania, Italia, Hungría y en toda Europa. Este fracaso de la primera oleada revolucionaria de posguerra, más el agotamiento del proletariado ruso y la derrota del proletariado alemán a manos de la socialdemocracia, provocó el comienzo de la burocratización de la URSS y de la Tercera Internacional.

1. Moreno, Nahuel, Actualización del Programa de Transición, Tesis IV, Ediciones El Socialista, Buenos Aires, 2014