Ganó Macri, perdieron Cristina y el peronismo y crece el FIT

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FITEn los lugares de trabajo, de estudio, en los barrios, en el movimiento de mujeres, en los miles que nos movilizamos en estos días reclamando justicia por Santiago Maldonado se debate sobre el significado y las conclusiones de las elecciones del domingo pasado. A nuestro juicio, se profundizaron las tendencias que ya se habían manifestado en las PASO de agosto: a) un triunfo contundente de Cambiemos; b) el ahondamiento de la derrota kirchnerista y de la crisis del peronismo; y c) un fortalecimiento del Frente de Izquierda como un polo con casi un millón doscientos mil votos a escala nacional.

Se fortalece el gobierno y viene por más ajuste

El triunfo de las listas oficialistas fue sorprendente por su magnitud. Alcanzó el 42% a nivel nacional, ganando en los cinco distritos grandes (provincia de Buenos Aires, Capital, Córdoba, Santa Fe y Mendoza). E incluso dio “batacazos” imprevistos, como en Salta y La Rioja. Con respecto a las PASO, solo se revirtió desfavorablemente para Cambiemos el resultado de San Luis. El gobierno nacional aumentó sus bancas en el Parlamento, aunque sin alcanzar aún la mayoría absoluta, por lo que seguirá dependiendo de la negociación con los bloques peronistas opositores. La elección se dio en la misma semana que se descubría el cuerpo de Santiago Maldonado y, pese a las especulaciones al respecto, en términos generales esto no le ocasionó ningún daño electoral al gobierno.

Volvemos a insistir sobre caracterizaciones que ya hicimos en las PASO: el voto a Cambiemos se nutre de un sector de base social tradicional, de derecha y conservador, que siempre existió en la Argentina, pero se le suma además una fracción de la clase trabajadora y los sectores populares que lo votan equivocadamente. Lo hacen como castigo y reacción al kirchnerismo, y también creyendo que “hay que esperar”, con la expectativa de que la situación mejore. Refleja un fuerte atraso en la conciencia, pero de ningún modo podemos caracterizarlo como un “giro a la derecha” ni, mucho menos, como que hay un sector de los trabajadores que están a favor de que “los ajusten y repriman”.

Lo que sí es cierto es que este triunfo contundente del gobierno nacional lo fortalece y deja en mejores condiciones para que intente pasar su plan de mayor ajuste. De hecho, el presidente Macri ya llamó a una gran reunión de “diálogo” a gobernadores, jefes de bloque de partidos patronales, centrales empresarias y la cúpula de la CGT para “presentar”, “consensuar” y avanzar con la reforma impositiva, el ajuste en las provincias, la aprobación del presupuesto 2018 (con su recorte respectivo de las partidas) y la reforma laboral, además de comenzar en la misma semana posterior a las elecciones con la nueva tanda de tarifazos.

La derrota de Cristina, Massa y Urtubey profundiza la crisis del peronismo en su conjunto

Cristina Fernández de Kirchner sufrió una derrota contundente en la provincia de Buenos Aires. El kirchnerismo también perdió en Santa Fe (donde había ganado por pocos votos en las PASO) y, lo que era previsible, en la Ciudad de Buenos Aires. Se dio además la esperada “paliza” electoral a Alicia Kirchner en Santa Cruz. Ya en los días previos a las elecciones se empezaba a ver a intendentes bonaerenses que, aun estando formalmente en las listas de Unidad Ciudadana, se reunían y conversaban con Miguel Angel Pichetto para una eventual reorganización peronista sin Cristina, o jefes comunales que, directamente, repartían las boletas de concejales “cortadas” sin el cuerpo de senadores encabezado por la ex presidenta. De hecho, en la noche de la derrota, a Cristina solo la acompañaron Verónica Magario (La Matanza) y Jorge Ferraresi (Avellaneda), prenunciando pases de bando en el corto plazo del resto.

Pero también cayeron todos los proyectos de recambio y “reorganización” del peronismo. Tanto los que se posicionaban para enfrentar directamente a Cristina en la provincia de Buenos Aires (Massa y Randazzo) como los distintos gobernadores provinciales que se postulaban para liderar el recambio. Massa retrocedió fuertemente con respecto a las PASO, quedando en apenas el 11% de los votos. En el caso de Randazzo, su lista de diputados terminó por detrás de la del Frente de Izquierda.

Con respecto a los gobernadores que aparecían como expectables para liderar un eventual reagrupamiento peronista tras la derrota de Cristina, ya en las PASO habíamos visto la debacle de Schiaretti y el peronismo cordobés. Ahora debemos sumarle la del hasta ayer “presidenciable” Juan Manuel Urtubey. Los que quedaron en pie, saliendo victoriosos, como Uñac, de San Juan, o Manzur, de Tucumán (ni qué hablar de los hermanos Rodríguez Saá de San Luis) no tienen capacidad para transformarse automáticamente en los nuevos líderes nacionales del peronismo.

La crisis histórica del peronismo como fuerza política patronal que supo aglutinar las expectativas de la mayoría de la clase trabajadora argentina durante décadas pega un nuevo salto. Lamentablemente, hoy eso está fortaleciendo provisionalmente a otra expresión patronal de derecha, como Cambiemos. Pero, en la perspectiva, abre enormes desafíos y oportunidades para la izquierda, como veremos a continuación.

El Frente de Izquierda crece y se consolida

En el marco de una elección con fuertes elementos de polarización y sin que se produzca ningún “giro a la izquierda electoral”, el FIT hizo una muy buena elección. En las PASO había obtenido 950.000 votos, ahora avanzó a casi un millón doscientos mil. El Frente de Izquierda hizo excelentes elecciones en el principal distrito del país, la provincia de Buenos Aires, obteniendo por primera vez dos diputados nacionales, Nicolás del Caño (PTS) y Romina del Pla (PO), que rotarán con Juan Carlos Giordano y Mónica Schlotthauer,- de Izquierda Socialista, además de un legislador provincial, Guillermo Kane (PO) que rotará con nuestra compañera de Izquierda Socialista Mercedes Trimarchi. También fue muy importante la elección en la Capital, donde se consiguieron dos legisladores, Myriam Bregman (PTS) y Gabriel Solano (PO), que rotarán con Nicolás Núñez y Pablo Almeida, de Izquierda Socialista. Además se realizaron enormes elecciones en Jujuy (18% a nivel provincial y 25% en la capital), Mendoza (12%) y Santa Cruz (casi 10%).
En lo concreto, el Frente de Izquierda se consolida como un fuerte polo político a escala nacional, capitalizando una amplia franja de la clase trabajadora, jóvenes, mujeres y sectores populares. Con su casi millón doscientos mil votos (500.000 de ellos en la provincia de Buenos Aires), con diputados nacionales, legisladores provinciales y concejales con una personalidad clara, presentes en primera fila en todas las luchas contra el ajuste, en el reclamo de justicia por Santiago Maldonado y con una importante militancia en el sindicalismo combativo, en el movimiento de mujeres y en la juventud.

Lo que se viene

El gobierno, envalentonado por los resultados electorales, en los próximos meses tratará de profundizar y hacer pasar un mayor ajuste. Así ya se lo están exigiendo las propias patronales, como se vio semanas atrás en el coloquio de IDEA o el mismísimo domingo, con líderes empresariales como Cristiano Rattazzi o Francisco Soldati haciendo la puesta en escena de aparecer como fiscales de Cambiemos. El propio Macri declaró al día siguiente de las elecciones que no se puede vivir endeudándose y que se deben hacer los “cambios estructurales”. Las diferentes alas del peronismo, derrotado electoralmente, se preparan para negociar absolutamente todo, y terminarán, como ya lo han hecho en los meses anteriores, votando las principales leyes que necesita el gobierno. La burocracia sindical, ahora con la excusa del resultado electoral, profundizará su acuerdo y tregua con el gobierno.

Tenemos que prepararnos para enfrentar este ajuste. Porque la clase trabajadora y los sectores populares, como siempre ha sucedido en nuestro país, saldrán a dar la pelea defendiendo su salario, condiciones de trabajo y conquistas sociales. Y ello será independientemente de lo que haya votado cada uno.

Habrá que salir a defender el poder adquisitivo del salario, afectado por una inflación que no cesa y que incluso se incrementará en los próximos meses debido a los tarifazos que se vienen. Enfrentar el ajuste en salud, que busca liquidar el acceso igualitario a partir de la irónicamente llamada “Cobertura Universal de Salud” (CUS) y el intento de reventar la escuela pública con la “reforma” educativa. Rápidamente se abrirá la pelea por las nuevas paritarias, en las que tanto el gobierno como las patronales tratarán de poner techos por debajo de la inflación. El presupuesto 2018 y los acuerdos con las provincias prenuncian nuevos ajustes que tendremos que salir a enfrentar. Y, en el mediano plazo, se vendrá la pelea contra la flexibilización laboral. Todo esto planteará, además, la necesidad de postular una salida de fondo, un programa alternativo, obrero y popular, que pasa por dejar de pagar la deuda externa y poner todos esos recursos al servicio de resolver las más urgentes necesidades del pueblo.

En lo inmediato, está planteada además la continuidad de la movilización por la exigencia de justicia por Santiago Maldonado, señalando la responsabilidad del gobierno y exigiendo que vayan presos los culpables y renuncie la ministra Patricia Bullrich. El próximo 1° de noviembre, a tres meses, nos volveremos a movilizar masivamente.

El Frente, como polo de independencia de clase, seguramente pegará nuevos saltos al calor de la ruptura de sectores populares con el gobierno, cuando sea más evidente el ajuste antiobrero y antipopular que seguirá aplicando Cambiemos. Como también sumará a trabajadores y jóvenes hartos de los falsos discurso del peronismo K y no K. El millón doscientos mil votos conseguido también fortalece al FIT para seguir dando la pelea por la nueva dirección política y sindical que necesitan la clase trabajadora y los sectores populares. Para fortalecer y ampliar al sindicalismo combativo, con el objetivo de barrer a la burocracia sindical y construir una nueva dirección en el movimiento obrero. Y por lo más importante: construir una nueva alternativa política que pelee por el gobierno de los trabajadores.