La deuda externa, una mecha encendida

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la deuda externa una mecha encendidaEscribe José Castillo

Durante el gobierno de Cambiemos el endeudamiento viene creciendo de forma desorbitante. Los intereses pagados por ese concepto ya son la partida más importante del presupuesto y siguen en alza. El ajuste de Macri y el FMI tiene un solo objetivo: garantizar el cumplimiento de los próximos vencimientos.

Según los datos del Observatorio de la Deuda Externa de la UMET (Universidad Metropolitana por la Educación y el Trabajo), el total del endeudamiento al final de este año ascenderá a 348.990 millones de dólares (82% del PBI, o sea de toda la riqueza producida en el año). Si a ello le sumamos el enorme monto en Lebac del Banco Central y la deuda que acabamos de contraer con el FMI, superaremos largamente los 400.000 millones de dólares. De toda esa deuda, 153.437 millones de dólares fueron contraídos durante la gestión del presidente Macri en menos de dos años.


Tenemos que decirlo con todas las letras: este endeudamiento es impagable. Sólo hasta el final del mandato del gobierno, en diciembre de 2019, hay que abonar vencimientos por 50.000 millones de dólares. No alcanza ni siquiera con el préstamo del FMI. Al gobierno no le quedará otra que pedir que le presten más aún y que le refinancien algunos de los vencimientos. Por supuesto que eso sólo lo logrará pagando en efectivo una cantidad importante de intereses, y “demostrando” a los pulpos acreedores su voluntad de seguir cumpliendo puntualmente con cada uno de los bonos de la deuda. Para conseguirlo deberá seguir a rajatabla las exigencias del FMI y llevar adelante el feroz ajuste programado. Ese es el motivo por el cual se plantea una reducción de las partidas públicas, cercanas a 250.000 millones de pesos para el año próximo y la continuidad en el ajuste, cuya programación llega hasta 2021.
Los capitales especulativos, que se pasaron dos años haciendo superganancias con los bonos argentinos y la bicicleta financiera, ya “le tomaron el tiempo” al gobierno de Macri. Un viejo indicador, del cual casi no se hablaba desde la crisis de 2001, el “riesgo país”, ha reaparecido y vuelto a la tapa de los diarios: ya supera los 600 puntos. ¿Qué quiere decir esto? Muy sencillo, que la Argentina es el país del mundo que tiene más posibilidades de dejar de pagar su deuda en el futuro próximo. Son los mismos fondos buitres internacionales los que le están “bajando el pulgar” al país, dándose cuenta de que no hay ninguna posibilidad de que pueda seguir sosteniendo este ritmo de endeudamiento. Por eso hay una fuga récord de capitales en los últimos meses. Y el dólar sigue subiendo, lo que a su vez realimenta la inflación y pulveriza más aun los salarios.
Macri y el FMI ofrecen una única salida: ajustar, ajustar y ajustar salvajemente, dejando un tendal de desocupados, reventando las jubilaciones, pagando salarios de hambre, liquidando la salud y la educación públicas y sumiendo al pueblo trabajador en la miseria. Pero, como se ve en estas últimas semanas, ni aun así tienen la garantía de que eso alcance para pagar los próximos vencimientos de deuda. Todo esto nos lleva a un callejón sin salida. Por eso insistimos en que la única salida es suspender ya mismo los pagos de deuda externa, romper con el FMI y poner todos esos recursos, que hoy van a manos de los pulpos especuladores, para resolver las más urgentes necesidades populares de trabajo, salario, educación, salud y vivienda.

 


Aumentan la desocupación y la carestía

Van saliendo a la luz los primeros números que reflejan la presente crisis. Según datos oficiales del SIPA (Sistema Integrado Previsional Argentino) se han perdido 95.000 puestos de trabajo desde diciembre pasado hasta abril. Esto es gravísimo si observamos que todavía faltan los números de lo más duro de la caída de la economía, producida en los dos últimos meses. Como muestra: sólo en la última semana se han registrados 1.200 despidos, incluyendo los 357 trabajadores de Télam.
Al ajuste que el gobierno de Macri ya venía implementando en los dos primeros años de su mandato, ahora se le suma el desastre que arrancó con la superdevaluación del peso desde el 20 de abril. Las propias consultoras amigas del gobierno ya pronostican que la inflación de junio será de alrededor de 3,5%. En medio año la suba de precios “se comió” toda la inflación proyectada del año y los aumentos en cuotas con que cerraron la mayoría de las paritarias.
Miles de despidos y salarios y jubilaciones pulverizados son la realidad de estos primeros seis meses del año. A ello se le sumará en lo inmediato la implementación del feroz ajuste programado entre Macri y el FMI. Es ellos o nosotros: hay que salir a pelear ya mismo, exigiendo un aumento salarial de emergencia, la reapertura inmediata de las paritarias y la prohibición de despidos y suspensiones. Darle continuidad al paro de la semana pasada con una nueva medida de fuerza, ahora de 36 horas, es la forma de iniciar un plan de lucha para enfrentar el ajuste de Macri y el FMI.

 


Crecimiento récord de la fuga de capitales

Desde el comienzo del gobierno de Macri, la fuga de capitales ascendió a 73.754 millones de dólares. Sólo entre abril y mayo último creció 88%. Detrás de estos números hay una realidad trágica: la riqueza que producimos se va, una parte por el barril sin fondo de los pagos de deuda externa, y la otra es fugada por las propias empresas, bancos y especuladores en general. Se calcula que en el exterior hay tantos capitales fugados como toda la riqueza que la Argentina produce en un año. Por supuesto que dentro de ese monto está el dinero que tienen, en diversos paraísos fiscales, numerosos funcionarios del gobierno de Macri, que explican desvergonzadamente que “ni locos” piensan traerlos al país.
Durante estos últimos dos años la fuga de capitales fue “aceitada” con el brutal endeudamiento externo. El perverso mecanismo es relativamente simple: el Estado se endeuda, recibiendo dólares que son ofrecidos al mejor postor a los pulpos de las finanzas (tanto locales como extranjeros), que los adquieren y luego los sacan del país. El gobierno contribuye a que esto sea sencillo al haber retirado en diciembre de 2015 cualquier tipo de restricción, o un mínimo de tiempo para entrar y sacar capitales de la Argentina. Es un caso inédito: hasta países considerados “modelos” de la apertura económica, como Chile o Colombia, tienen algún tipo de control sobre la entrada y salida de capitales especulativos. En la Argentina de Macri se liberalizó todo: ni siquiera los monopolios exportadores tienen la obligación de ingresar las divisas que obtienen de sus operaciones.
La fuga de capitales es la contrapartida de la deuda externa. Cada vez debemos más mientras alimentamos el negocio de los que sacan los dólares del país. Este es el negocio central de bancos, casas de cambio, financieras de distinto tipo, operadores de Bolsa e incluso filiales locales de empresas transnacionales, que utilizan la excusa de que están “repatriando utilidades”. Así como decimos que no hay salida para la economía sin dejar de pagar la deuda externa, a esto le debemos agregar que si queremos evitar la continuidad de la fuga de capitales es imperioso nacionalizar la banca. Así el ahorro de los trabajadores y demás sectores populares será realmente resguardado: no terminará siendo robado como pasó muchas veces en las diversas crisis que vivió nuestro país, la última en diciembre de 2001. Todo ese dinero sería aplicado a crédito popular y a financiar las obras de infraestructura que necesitamos con urgencia. También hay que nacionalizar el comercio exterior para que nuestras exportaciones no se destinen a engrosar las superganancias de los monopolios transnacionales, ni que las divisas que obtengamos vayan a engrosar el circuito especulativo, sino que se apliquen a un verdadero plan de desarrollo obrero y popular.
J.C.