¿Colaborar con la transición o enfrentar el ajuste?

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Colaborar con la transiciónMientras nos dicen “que hay que tener paciencia”, “colaborar con el gobierno de Macri para que termine bien” o “no desestabilizar y esperar al 10 de diciembre”, las grandes patronales siguen remarcando precios, despidiendo personal o especulando con el dólar. Hay que exigir aumento de salarios y jubilaciones.

Escribe Guido Poletti

Millones de trabajadores están contentos porque se termina la pesadilla del gobierno de Macri. Sabemos que hay muchas expectativas en que el nuevo gobierno de Alberto Fernández y Cristina va a reactivar la economía, mejorar los salarios y las jubilaciones y devolver aunque sea parte de lo perdido durante el gobierno de Cambiemos. Como lo dijimos durante toda la campaña electoral y lo explicamos en otras páginas de este mismo periódico, estamos convencidos que si continúa el acuerdo con el FMI y se siguen con los pagos de deuda (dos cosas que el Frente de Todos sostiene que va a hacer) no habrá ninguna posibilidad que se resuelvan las más urgentes necesidades populares.

Pero el problema no es sólo que “no vamos a mejorar”. Sucede que estamos peor cada día que pasa. Ya lo vivimos tras las PASO de agosto, cuando una feroz devaluación fue seguida por una suba astronómica de los precios que pulverizó más aún salarios y jubilaciones ya golpeados por el ajuste. En ese momento, Alberto Fernández nos dijo que no había que salir a reclamar por lo que estábamos perdiendo, sino, que debiamos “permanecer en casa” y votar bien (al Frente de Todos) en octubre. Las consecuencias están a la vista: perdimos un 15% de nuestros ingresos entre agosto y octubre.

Ahora está pasando de nuevo. En los días previos a las elecciones de octubre, los grupos económicos monopólicos que controlan la producción de alimentos, artículos de limpieza y tocador, junto con las cadenas de supermercados, se pusieron de acuerdo para aumentar los precios en un promedio de 15%. Y todo esto antes de la devaluación de la semana pasada, que llevó el dólar de 60 a 65 pesos, y que provocará otra ronda de suba de precios dentro de unos días. Esta semana “vencieron” los productos con “precios esenciales”, que también serán una excusa para nuevos aumentos. Y el 15 de noviembre se termina el congelamiento de combustibles.

Esta es la realidad. Macri se encuentra con Alberto Fernández para negociar la transición y hablan de “colaborar” mutuamente. Mientras se le sigue pidiendo al pueblo trabajador “paciencia” y esperar a diciembre. A su vez, la CGT felicita a Alberto Fernández y le ofrece “trabajo y esfuerzo”. Todo eso sucede mientras los trabajadores, los jubilados, los desocupados, los que cobran planes sociales, ven como se profundiza su drama de no poder llegar a fin de mes o comprar un medicamento.

Por eso tenemos que enfrentar el ajuste. “Esperar” no nos conduce a nada. O, mejor dicho, nos lleva a seguir perdiendo. Tenemos que exigir un aumento de emergencia que nos permita recuperar lo que perdimos y lleve los salarios y jubilaciones al nivel de la canasta familiar. Hay que exigirle a la CGT y las CTAs que en vez de ofrecer “trabajo y esfuerzo”, rompan la tregua que a lo largo de cuatro años le permitió al gobierno de Macri, a los gobernadores y al FMI pasar el ajuste. Es urgente plantear la prohibición de los despidos y las suspensiones.

Esto es lo que, desde el sindicalismo combativo y la izquierda, proponemos discutir con nuestros compañeros de trabajo,. haciendo asambleas donde sea posible,. sacando pronunciamientos de los cuerpos de delegados. rechazando desde ya el pacto social que se está pergueñando, que será una excusa para “congelar” los justos reclamos de la recomposición salarial. Al mismo tiempo, tenemos que plantear un auténtico programa de emergencia, obrero y popular, para que la crisis la paguen quienes la provocaron, los capitalistas, los banqueros, los grandes especuladores y el FMI. Que arranque, por romper con el Fondo y dejar de pagar la deuda, agregándole a ello la nacionalización de la banca y el comercio exterior y la reestatización de las privatizadas, para así volcar todos esos recursos a trabajo, salario, educación, salud y vivienda.