CGT ¿Del paro sin fecha al confederal sin fecha?

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Alguien que desconozca a los dirigentes de la CGT y de los principales sindicatos argentinos podría creer que la presencia de miles de manifestantes en Plaza de Mayo el 22 de agosto habría dado impulso a esta conducción para levantar con más fuerza los reclamos obreros. Especialmente la exigencia de que se terminen los despidos y suspensiones y el rechazo a la reforma laboral que preparan el gobierno y los empresarios. Pero la realidad, como sabemos, es otra.

El martes 5 de septiembre el triunvirato que encabeza la CGT, Carlos Acuña, Juan Carlos Schmid y Héctor Daer, más el dirigente de los estatales Andrés Rodríguez, se reunieron en la sede de UPCN con el ministro de Trabajo, Jorge Triaca. La reunión oficial había sido solicitada por el gobierno luego de una serie de contactos informales con dirigentes sindicales, con la evidente intención de poner punto final a la discusión de un congreso confederal y un posible paro anunciado por Schmid en el acto del 22 de agosto.
Todos los participantes de la reunión dijeron a la salida que no habrá paro y que en todo caso se verá si se convoca el confederal.
Mientras tanto, los dirigentes camioneros y Palazzo, dirigente del gremio bancario estrechamente vinculado al kirchnerismo, que eran los más entusiastas con una posible convocatoria al paro, ahora guardan silencio. Habrá que ver en qué medida la prudencia de los camioneros está relacionada con la ofensiva que ha lanzado la AFIP para cobrar a OCA, la empresa de correo privada, una deuda que el gobierno dice que es de $4.000 millones, lo que amenaza con llevar a la firma en crisis a la quiebra.
Una vez más la CGT y los líderes de los principales sindicatos le dan la espalda a la clase trabajadora y sus reclamos, como la lucha de los trabajadores de PepsiCo por su reincorporación o la de los judiciales de provincia de Buenos Aires por el salario.
Esto se debe por un lado a sus compromisos con los empresarios. Pero junto con ello está el respaldo de estos dirigentes a las distintas variantes del peronismo –Cristina Kirchner, Sergio Massa, Florencio Randazzo– que les exigen no hacer olas ni complicar las elecciones. No es casual que todos estos dirigentes sindicales insisten en que las soluciones de fondo vendrán votando a esas distintas corrientes.
No va más esta conducción burocrática de la CGT y los sindicatos. Necesitamos una nueva dirección democrática y combativa de los trabajadores.
Comparemos este nuevo “arrugue” de los dirigentes cegetistas que no han vacilado en firmar paritarias a la baja y en cuotas, dejar pasar miles de despidos y suspensiones y mendigan reuniones con patrones y funcionarios del gobierno, con la postura de los principales representantes del sindicalismo combativo.
Por ejemplo, mientras la Unión Ferroviaria no ha dicho esta boca es mía frente al decreto de Macri autorizando nuevos cierres de ramales y despidos masivos, los dirigentes del Sarmiento encabezados por Rubén “Pollo” Sobrero, junto a la Lista Bordó nacional están impulsando ya una amplia campaña a resistir la ofensiva del gobierno (ver página 5).
Al mismo tiempo, el gremio del neumático, Sutna, con una sostenida campaña que se ha respaldado con asambleas generales y una fuerte movilización al Ministerio de Trabajo acompañando las negociaciones, logró un aumento del 27% en las paritarias.
Un aspecto importante de la actitud del sindicalismo combativo es que muchos de sus principales representantes se han sumado también a la lucha política contra el gobierno y todas las fuerzas patronales, integrando las listas del Frente de Izquierda.
La clase trabajadora tiene cada vez más claramente a la vista una disyuntiva entre dos alternativas. La que ofrecen los dirigentes de la CGT, incapaces siquiera de asegurar la realización de un confederal, no hablemos ya de enfrentar el ataque del gobierno y las patronales. O la que propone el sindicalismo combativo, de construir un nuevo modelo sindical democrático que encabece la movilización para frenar la reforma laboral y los despidos y suspensiones y conquistar todos los reclamos de los trabajadores.

Escribe Gabriel Massa