Escribe: Juan Carlos Giordano

El aumento de precios es brutal. Macri y Prat-Gay ya adelantaron una inflación para 2016 del 20/25%. Quieren disciplinar las paritarias en esos mismos porcentajes, cuando muchos dicen que la inflación real podría alcanzar el 35/40%. Y llaman a no pedir aumentos para “cuidar el empleo”. Una desfachatez. Hace falta un aumento de emergencia y la reapertura inmediata de las paritarias sin techos. Antes de las elecciones ya empezaron las remarcaciones de precios. Con el visto bueno de Cristina y también de Macri, los grandes empresarios subieron la carne, leche y principales productos básicos. Con la devaluación macrista, la inflación siguió subiendo. Aumentaron además los medicamentos, la telefonía celular, la TV por cable, 40% del ABL en la Capital y los alquileres en un 35%. ¡Todo sube menos los salarios y jubilaciones!

El gobierno nacional ni siquiera hizo incluir el pollo, cortes vacunos y huevos, que ya estaban, en los precios cuidados. Una vergüenza. Autorizando aumentos del 20% en estos acuerdos y bajando los productos de 512 a 317. Hasta el macrista Director Ejecutivo de la Federación de Supermercados Chinos, Miguel Angel Calvente, exigió “que no se avalen aumentos de precios de cara a los próximos seis meses porque esos sectores ya incrementaron más de un 15% los precios en los últimos 60 días y ya venían elaborando sus costos a un dólar de entre $15 y $16”.

Por su parte, el antiobrero abogado patronal de la alimentación, Funes de Rioja, dijo que ni loco se van a retrotraer los precios a noviembre como el gobierno insinuó. Macri, por supuesto, aceptó.

El gobierno que habla de “pobreza cero” la está aumentando, al permitir que siga la suba de precios y ni siquiera se ha dignado a dar un bono de emergencia para fin de año. Al contrario. Con los despidos son miles los que se siguen perjudicando.

Por eso se espera una dura pelea en las paritarias. Igual que Cristina, Macri y el ministro de Hacienda, Prat-Gay, dicen que habrá que aceptar aumentos del 20 al 25%, caso contrario seguirán los despidos, no sólo en el estado sino avalando los de las patronales privadas. Dicen que no hay que pedir aumentos desmedidos para “cuidar el empleo”. ¡Pero con Macri hay despidos y no hay aumento de salario! Un chantaje inaceptable de una política antiobrera que hay que empezar a enfrentar desde ahora.

Los trabajadores aceiteros vuelven a marcar el camino. Ya lo hicieron a principio de este año cuando derrotaron el techo salarial de Cristina y de las patronales y multinacionales del sector, llevando sus salarios al valor de una verdadera canasta familiar, $14.300 entonces. Ahora han logrado $15.614 como bono extra de fin de año, un 33% superior al cobrado el año pasado. Quiere decir que ese porcentaje, o más, puede ser el que reclamen en las próximas paritarias. A través de su Federación, los aceiteros señalan que “la devaluación ha implicado la inmediata caída de los salarios reales y una brutal transferencia de riqueza a los sectores concentrados de la economía, que han multiplicado exponencialmente su ya extraordinaria rentabilidad” (Clarín, 12/01). Organismo que ya calcula que la canasta familiar rondaría los 20.000 pesos.

También se avecina la paritaria docente de provincia de Buenos Aires y la de bancarios. Con el nivel de suba de precios se tendrían que reabrir todas las paritarias en el movimiento obrero. Macri declara la “emergencia” para salvar las ganancias patronales, pero deja en la vía el salario de millones de trabajadores.

La única herramienta que tienen los trabajadores a mano para enfrentar la tremenda inflación, es reclamar un inmediato aumento de salarios. Sin embargo, tanto Moyano (hoy oficialista) como el “opositor” Caló, se han borrado. Le están dejando las manos libres a las patronales y al gobierno para que sigan esquilmando el bolsillo del trabajador.

¡Por un bono de emergencia ya! Salarios igual a la canasta familiar indexados periodicamente. No a los techos salariales. Reapertura inmediata de las paritarias.

Con asambleas y plenarios de delegados hay que denunciar el rol de las conducciones sindicales y exigir un plan de lucha nacional a las CGT y CTA, para imponer estas urgentes medidas.