Corrupción y justicia cómplice

(Tiempo estimado: 3 - 6 minutos)

El hijo de Lázaro Báez fiscalizando el conteo de dólares en la RosaditaLos escándalos de corrupción recorren tanto a kirchneristas como macristas. Mientras tanto, sus jueces “amigos” extienden un manto de impunidad

Escribe: Guido Scarfi

En estas semanas se conocieron nuevos capítulos de la corrupción kirchnerista. Otro escándalo de Lázaro Báez, el empresario y testaferro más cercano a la familia Kirchner. Los videos muestran a su hijo Martín contando pilas y pilas de billetes en la “rosadita”, la financiera de Puerto Madero por donde pasaron todos los negocios kirchneristas.

La corrupción y los vínculos Báez-Kirchner se ven desde la construcción del “mausoleo” a Néstor Kirchner hasta la presencia privilegiada de Austral Construcciones -la empresa de Báez- en cuanta obra pública se realizara en la provincia de Santa Cruz. Se expresaba en sobreprecios en las licitaciones, en “facturas truchas” y en mil y una tramoya. Pero el corazón del escándalo es el lavado de dinero que involucraría a Báez con la propia familia Kirchner.

Ya se conocían las denuncias sobre Hotesur, la empresa hotelera propiedad de la ex familia presidencial a la que Austral Construcciones le “facturaba” miles de millones de pesos en concepto de habitaciones que jamás se utilizaban. También existía las acusaciones de “bolsones de dinero en efectivo” que se trasladaban en vuelos desde la Capital a Santa Cruz. Lo nuevo es que esta vez “se ve” a uno de los Báez contando pilas de billetes en la financiera por donde pasaba el lavado de dinero K.

Ahora se rompió el pacto de silencio. Lázaro Báez dijo: “Yo sí puedo justificar mi patrimonio, Echegaray y Alicia (Kirchner) no”. Ricardo Echegaray, que nunca lo investigó cuando estaba al frente de la AFIP, ahora, desde la Auditoría General de la Nación anunció que “puede ir preso”. Alicia Kirchner rescindió el contrato con todas las empresas de Báez, mientras dice que “no lo conoce” y que su familia “no tiene ninguna vinculación con los negocios de Báez”. Algo que, obviamente, no se lo cree nadie.

Mientras tanto siguen nuevas revelaciones sobre Cristóbal López (ver nota en esta misma página). Y también respecto a Gerardo Ferreyra, el tercer gran empresario K, dueño de Electroingeniería que sigue más que sospechado por los sobreprecios de las represas de Santa Cruz en la que es socio de los chinos.

Fernando Niembro.... el macrismo también tiene su propia red de corrupción.Pero el macrismo también tiene su propia red de corrupción. ¿Qué fueron sino los contratos millonarios con el gobierno de la Ciudad de Fernando Niembro que aparecieron durante la campaña electoral el año pasado? O los negociados de Nicolás Caputo, el empresario preferido de Macri, su compañero de colegio en el exclusivo Cardenal Newman receptor de la mayoría de los contratos de obra pública macrista. O, yendo un poco más atrás, la matriz de la corrupción. ¿De dónde salió el propio Macri como empresario exitoso sino de una nauseabunda red de negocios corruptos que le dieron super ganancias a su grupo económico a partir de la dictadura militar?

Caputo con Macri, Cristóbal López y Lázaro Báez con los Kirchner. No es algo nuevo. En los 90 tuvimos a Yabrán, el asesino de Cabezas y empresario favorito de Carlos Menem.

Más de un lector se preguntará cómo es posible que con tal nivel de escándalos prevalezca la impunidad y nadie importante vaya preso. Hablamos de Lázaro Báez, Cristóbal López, Caputo o Niembro. Pero esto vale también para Boudou, De Vido, Jaime o Cirigliano, sobre cuyas espaldas de estos últimos pesa nada más ni nada menos que la masacre de Once. Es que no importa de qué partido o gobierno patronal sea: la realidad es que se cubren unos a otros. Y acá no se trata como más de una vez han dicho hipócritamente Massa o el propio Macri de que hacen falta “nuevas leyes contra la corrupción”. ¡Si ni siquiera están dispuestos a hacer cumplir las que existen! Porque los apañan sus jueces amigos. Con un sistema de nombramientos en el Poder Judicial que les garantizan sus negocios y el de las patronales amigas.

Macri dice que de la corrupción “se encargue la justicia” y que la “justicia es independiente”. Cuando él mismo quiso puso a dedo jueces en la Corte y desde que asumió no ha hecho ninguna nueva acusación de corrupción de importancia.

Todo esto es apenas una pequeña parte de una matriz de corrupción capitalista mucho más profunda, porque también fueron corruptas las privatizaciones de los 90, las concesiones mineras, petroleras y gasíferas del kirchnerismo, el escandaloso contrato secreto de YPF con Chevrón y por sobre todas las cosas el gran monumento a la corrupción, la escandalosa deuda externa argentina.

Todos los políticos patronales corruptos y sus empresarios amigos, sean del gobierno que sean, tienen que ir presos y devolver lo que se robaron. Pero eso no sucede. Por eso, además, los jueces tienen que ser elegidos por el pueblo, se debe instrumentar el sistema de juicios por jurados e ir a fondo contra los corruptos a quienes se les debe aplicar las máximas condenas.


Acuerdo con los buitres: Una “ayudita” para Cristina, Báez y López

Una de las cláusulas del acuerdo del gobierno de Macri con los buitres es el cierre de todas las causas abiertas en el mundo contra la Argentina. Entre ellas, las que existen en los propios Estados Unidos (en juzgados de Nevada, Florida y Nueva York) y en las islas Seychelles contra la familia Kirchner, Lázaro Báez y Cristóbal López.

Se trata de 123 empresas sospechadas de integrar “la ruta del dinero K”. Se menciona a Mossack Fonseca -una empresa especializada en crear sociedades en paraísos fiscales- como la cabeza visible de una inmensa red de lavado vinculado a la ex familia presidencial y a sus testaferros y empresarios amigos. Al cerrarse todas estas investigaciones, caerán todos los pedidos efectuados por la justicia argentina para obtener la información acumulada en esos juicios. Lo más importante, el exhorto del juez Sebastián Casanello para acceder a los datos reunidos en el tribunal de Nevada.

Es tan grande “la mano” que le da a la situación procesal de la ex presidente que el propio diario La Nación, hoy fuertemente oficialista, no tuvo más remedio que reconocer que se trataría de “una consecuencia no buscada” por el macrismo, necesaria para volver a “los mercados internacionales”. O sea, algo así como “garantizame la impunidad de los negociados de ayer, para que yo tenga seguridad que quedaré impune en las estafas de hoy y de mañana”. Vergonzoso.

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