Por su separación del estado: Basta de financiar a la iglesia católica

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Macri y Vidal con el arzobispo de Buenos Aires, Mario PoliMientras en el país aumenta la pobreza al ritmo del ajuste del gobierno, el financiamiento a la iglesia católica sigue intacto. Su rol en el aplacamiento de las masas frente a la crisis es clave para los gobiernos capitalistas.

Escribe: Mercedes Lima

En esta sección queremos compartir con nuestros lectores porqué, desde Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda, proponemos la separación de la iglesia del estado. Desde la asunción del Papa Francisco en el Vaticano y su discurso populista, muchos sectores han reavivado sus expectativas con la iglesia. Los socialistas revolucionarios respetamos las creencias que cada persona tenga individualmente, pero nos oponemos tajantemente a que el gobierno destine millones de pesos, que pagamos todos los trabajadores, para mantener una institución reaccionaria y ultraconservadora como es la iglesia católica.

El financiamiento por parte del estado a la iglesia católica, amparado en el art. 2° de la Constitución Nacional que dice: “El Gobierno federal sostiene el culto católico, apostólico, romano”, va desde el pago de los sueldos y jubilaciones a los obispos, hasta la exención impositiva de las parroquias. A su vez, costea las obras y reformas de las basílicas y catedrales, entrega terrenos públicos a los monasterios y subvenciona las escuelas confesionales de todo el país.

Se trata de un negociado millonario que nadie controla, que beneficia a las cúpulas de una institución que apoyó históricamente todos los golpes militares en Argentina y que tiene en sus filas a abusadores de niños como el Padre Grassi y a curas fascistas como Von Wernich, condenado por ser parte activa de los interrogatorios y torturas en la última dictadura militar.

Cómo el estado financia a la iglesia católica

La ley 21.950, sancionada por Videla y Martínez de Hoz en 1979, ofrece a los obispos un sueldo equivalente al 80% de lo que gana un juez nacional, que actualmente ronda en 90.000 pesos de promedio. A su vez, la ley 21.450, también de la última dictadura, otorga jubilaciones de privilegios a los curas sin que previamente realicen los aportes. Y como si esto fuera poco, se le otorga a cada seminarista una asignación mensual en concepto de beca de estudio.

Estas leyes, promulgadas en la última dictadura, no fueron derogadas por los posteriores gobiernos elegidos por el voto popular. Es más, peronistas, radicales y macristas continuaron favoreciendo a la iglesia católica con partidas especiales para financiar proyectos eclesiásticos, y según el presupuesto votado para 2016 se destinarán 134 millones de pesos solo para pagar los sueldos y jubilaciones de los obispos y arzobispos.

Subvención estatal a las escuelas confesionales

Otro de los negocios que mantiene la iglesia católica con los distintos gobiernos patronales de turno es el subsidio a sus escuelas confesionales privadas. Por ejemplo, en la ciudad de Buenos Aires el 60% del presupuesto para los colegios privados está destinado a instituciones católicas, y en la provincia de Buenos Aires el 70%. Llega a ser esta última la que destina la mayor subvención: $7.500 millones de pesos (Infobae, 19/06/16).

Asimismo, la injerencia de la iglesia en la educación es una política alentada por los gobiernos patronales que no se reduce solo al ámbito privado. Es ilustrativo el caso de Salta, donde el gobernador Urtubey del PJ estableció a través de la ley provincial de educación la enseñanza obligatoria de la religión católica en las escuelas públicas.

Otro tanto ocurre con la implementación de la educación sexual en las escuelas. Por ejemplo, en la ciudad de Buenos Aires el gobierno del PRO facilitó la entrada de distintas ONG ́s religiosas a las escuelas públicas para que capaciten a docentes y alumnos en la materia. Algo aberrante, ya que pone al frente de la educación sexual a una institución que se opone al uso de preservativos y de cualquier otro método anticonceptivo; a la libre elección de la orientación sexual de las personas (como volvió a ratificarlo recientemente el Papa Francisco); rechaza el derecho al aborto, etcétera.

De este modo, la iglesia actúa ideológicamente desmovilizando al pueblo trabajador y legitimando distintas formas de opresión como la que sufren las mujeres y diversidades sexuales. Gracias al sostenimiento económico que le brinda el estado, la iglesia mantiene su injerencia en la educación y en la salud pública. Así es como logra naturalizar la pobreza y sugiere a las masas que no se movilicen ni luchen por sus derechos. Aunque algunos levanten la doctrina de “opción por lo pobres”, no nos engañemos, la iglesia siempre estará del lado de una minoría rica que vive a expensas de los trabajadores. Por eso debemos seguir luchando por nuestras reivindicaciones en pos de otra sociedad, sin explotados ni oprimidos.


Protegen a curas pedófilos

El escándalo de los sacerdotes pedófilos que abusaron de niños, niñas y adolescentes comenzó a salir a la luz recién en la década de 1990 y estalló con fuerza en Estados Unidos a comienzos de los años 2000, dando cuenta de miles de casos sólo en los últimos 50 años.

El efecto de esta crisis en la iglesia católica se sintió posteriormente también en Europa, donde se registraron miles de denuncias en Irlanda. En América Latina se conocieron casos como el del movimiento conservador de los Legionarios de Cristo en México y el del Padre Grassi en Argentina, entre muchos otros, en los que las órdenes religiosas que comandaban instituciones de abrigo de niños y escuelas comenzaron a ser enfrentadas por las víctimas.

Frente a estos hechos, en 2006 el Papa Benedicto XVI tuvo que asumir la responsabilidad de la iglesia, pero procuró que los sacerdotes fueran juzgados dentro de la propia institución como pecadores y no como responsables de delitos en la justicia común. Esta misma línea sigue siendo sostenida actualmente por el propio Papa Francisco, quien mantiene en cargos de jerarquía a curas pederastas.

La existencia de una cifra enorme de abusos por parte de miembros de la iglesia católica no es una cuestión puntual, ni esporádica, ni aislada, ni está bajo control. Muy por el contrario, como se demuestra en la película “Spotlight” (última ganadora del Oscar), se trata de un sistema muy organizado dentro de la institución que facilita el acercamiento de los pedófilos a los niños más vulnerables, y que protege a los abusadores silenciando a las familias y cambiando de lugar a los sacerdotes cuando las situaciones se tornan insostenibles.

Esta iglesia que condena a las mujeres que se practican abortos, incluso en casos de violación, es la misma que justifica la violación de niños y niñas bajo el argumento de que incitan a los curas o que es una forma consentida de relación, lo que demuestra el rol reaccionario y patriarcal de esta institución.


El dictador Videla con jefes eclesiásticos Vínculos con la dictadura

La iglesia como institución apoyó todos los golpes de estado en Argentina. Jugó un rol muy activo en la última dictadura militar, demostrado en la condena al cura Christian Von Wernich en el juicio que se llevó a cabo en el 2007. El entonces capellán de la policía de la provincia de Buenos Aires recibió cadena perpetua por su participación en los secuestros, interrogatorios, torturas y homicidios de detenidos. Por primera vez se logró que un miembro de la iglesia fuera condenado por los crímenes de lesa humanidad cometidos en la última dictadura, pudiendo demostrar el estrecho vínculo que tuvo la iglesia en el Proceso.

En ese entonces, las autoridades eclesiásticas intentaron hacer creer que se trataba de “casos aislados”, pero no fue así. El golpe genocida tuvo a la cúpula de la iglesia católica entre sus más destacados apoyos. Hubo una complicidad total y absoluta de la jerarquía de la institución con las desapariciones y torturas. Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, declaró en el juicio a Von Wernich que le llevó al Papa Juan Pablo II un informe con 84 casos de niños desaparecidos, y que la respuesta del Papa fue: “usted tiene que preocuparse de los niños de los países comunistas”.

Con el retorno de los gobiernos constitucionales en 1983 y el comienzo de las investigaciones judiciales sobre los crímenes de lesa humanidad, la iglesia desplegó toda su influencia al servicio de encubrir a los genocidas. Lo hicieron en particular en 1987, poco antes de la sublevación de Rico en Semana Santa, respaldados por el propio Juan Pablo II que hablaba de “reconciliación”. Por eso los carapintadas utilizaron esa argumentación proporcionada por la Iglesia para lograr la Obediencia Debida y el Punto Final.

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