La Iglesia bendice la reconciliación

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El entonces Nuncio apostólico Pio Laghi con el dictador VidelaDesde el año pasado, coincidiendo con el cambio de gobierno, la Iglesia se ha lanzado con todas sus fuerzas a una campaña de reconciliación con los genocidas. Por más que lo prediquen, no existe ningún margen de reconciliación con asesinos, torturadores y apropiadores de bebés.

Escribe Martín Fú

A lo largo de 2016 hubo una avanzada de la Iglesia operando para darle una mano a los milicos genocidas. Tras el intento de lavada de cara de la institución eclesiástica impulsado por el papa Francisco el año pasado, con una apertura parcial y limitada de los archivos de El Vaticano sobre la represión ilegal en el país, han sido incansables las rondas en donde varios jerarcas eclesiásticos han desnudado la intención de que una reconciliación con los militares y la sociedad es “posible” y “necesaria”.

Mientras nuevos casos de curas pedófilos salen a la luz, la última Conferencia Episcopal resolvió poner en marcha una propuesta de “reconciliación” con los genocidas de la última dictadura militar. Con la excusa de buscar “sanar heridas” y “reflexionar” sobre el plan criminal llevado adelante por la dictadura militar (1976-1983), se busca generar la “cultura del encuentro” buscando reunir a víctimas de la dictadura y “víctimas” de organizaciones armadas de izquierda, reuniendo de esta manera a los “dos demonios” en una misma mesa bajo la mediación la Iglesia.

Esto se suma a la batería de pertrechos que el gobierno, la justicia y diversos sectores de poder vienen desplegando desde hace un tiempo, acompañada por editoriales del diario La Nación, en abierta contraofensiva al repudio y la movilización histórica contra el genocidio y las políticas económicas encabezadas por Martínez de Hoz y el imperialismo norteamericano. No está de más recordar que durante la dictadura, la Iglesia acompañó dando apoyo moral, espiritual y con una tropa de sacerdotes que exculpó y ayudó a los genocidas, muchas veces usando el secreto de confesión de los detenidos o directamente secuestrando, torturando o asesinando como en el caso de Cristian Von Wernick, ex capellán de la policía bonaerense, condenado a prisión perpetua.

El máximo exponente de la reconciliación es, nuevamente, el arzobispo José María Arancedo, el preferido de los genocidas encarcelados. Arancedo reparte su labor pastoral diarias entre visitar a los genocidas en Ezeiza y Marcos Paz, encubrir a pedófilos como el obispo Storni -condenado a ocho años de prisión por abuso a un seminaristay buscar la reconciliación para los victimarios. Las voces de repudio son muchas. Nora Cortiñas, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, consideró “hipócrita” a la iniciativa y sostuvo: “Que la Iglesia le diga a los militares genocidas que vayan a los tribunales a declarar toda la verdad sobre nuestros hijos” (Página 12, 2 de mayo).

Desde Izquierda Socialista repudiamos y rechazamos cualquier intento de reconciliación con los militares asesinos, sus cómplices civiles y la provocación de la Iglesia colaboradora, que mientras brega por “sanar heridas”, defiende y mantiene una legión de pedófilos entre sus integrantes.

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