Crece la bronca contra Macri

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crece la bronca contra macriEl año 2018 empezó para Macri igual que como terminó 2017: mal. Sus propias encuestas muestran que su imagen cae en picada después de imponer la reforma jubilatoria en diciembre pasado. Los números son contundentes: el 62,8% rechaza los cambios a los jubilados, y el 63,4% cree que el gobierno “está afectando en mayor medida a los que menos tienen con las políticas de reducir el gasto público. Otra vez el fantasma de que Macri gobierna para los ricos” (datos en Clarín, 16/1/2018). Pero las encuestas no son necesarias viendo cómo crece la bronca entre los trabajadores y sectores populares. En pleno inicio del verano ya marcharon los estatales, hubo una huelga de los estatales de Azul contra los despidos, una marcha a Plaza de Mayo contra la represión y la criminalización de la protesta, y otra en Mar del Plata y Mar de Ajó contra la impunidad a los genocidas.

Hasta la compra de una palmera, a un precio desorbitante, causó un repudio generalizado
Macri no niega ni disimula que gobierna para los de arriba, para las multinacionales, los banqueros y los sojeros. El presidente y su familia pasaron sus vacaciones en una cabaña de Villa La Angostura, en el exclusivo Cumelén Country Club. Cumelén, a orillas del lago Nahuel Huapi, es uno de los barrios cerrados más exclusivos de la Patagonia. Tiene 230 hectáreas, cancha de golf de 9 hoyos, de tenis y de fútbol, además de un puerto y marina. Pasó la noche de año nuevo con su amigo empresario Caputo, “con una copa de pinot noir […] que compartieron junto a varios empresarios”. Al enterarse de que andaba por la Patagonia el ultramillonario norteamericano Jeff Bezos lo llamó para saludarlo. Bezos es el dueño de Amazon, a quien ya se le otorgó una franquicia para invertir en el país. Además es propietario del Washington Post. Es el hombre más rico del mundo con 103.000 millones de dólares, superando en 2017 a Bill Gates. Bezos lo felicitó por las reformas. “Te pido que me ayudes”, le habría dicho Macri (datos en Clarín 7/1/2018).

“Me toca ser antipático”, dijo Macri. No hay dudas de ello. Pero en realidad cae muy “simpático” entre los grandes empresarios. El ajuste y las reformas son a favor de los de arriba. La bronca de los trabajadores va a crecer porque todas las medidas que aplica y prepara el gobierno son contra el pueblo. Desde que arrancó el año no para: aumentó hasta el precio del DNI de 60 a 100 pesos; subieron el transporte, las prepagas y el peaje, y van por los combustibles, la luz, el gas y el agua. Mientras la inflación de 2017 llegó a 24,8% y sigue creciendo, el gobierno ya anuncia que quiere poner un techo de 15% en las paritarias y sacar la cláusula gatillo. Encima, aumenta el endeudamiento externo y se sigue pagando la deuda a costa de los jubilados y del ajuste.

Pero no todo sale como quiere Macri. La reforma laboral estaría “suspendida” y, en realidad, por ahora cayendo. Esto es consecuencia directa de las movilizaciones masivas que se dieron contra la reforma previsional. Aunque pudo imponerla mediante el acuerdo con los gobernadores peronistas, quedó muy golpeado y debilitado con la movilización y el repudio generalizado frente al ataque a los jubilados. Es que esa gran rebelión popular no sólo debilitó políticamente al gobierno, sino que metió más leña al fuego de la crisis de la burocracia sindical y del conjunto del peronismo. Justamente el gobierno reconoció que no puede seguir adelante con la reforma laboral por dos razones: porque no tiene seguridad de poder negociar nada en firme (por la crisis de la CGT y del PJ) y, segundo, porque no quiere verse con nuevas protestas masivas como las de diciembre frente al Congreso.

Por esto el gobierno tuvo que anular la convocatoria a las sesiones extraordinarias del Congreso y salió con un DNU (decreto de necesidad y urgencia) que afecta de un plumazo a más de cien leyes. Una de las medidas del DNU favorece a los banqueros y ataca a los trabajadores ya que autoriza, por ejemplo, el embargo de las cuentas sueldo por deudas bancarias, cuando antes eran inembargables. Los DNU son totalmente antidemocráticos.

En el peronismo, en sus distintas variantes, solo están preocupados en ver si van a estar unidos o no para las elecciones presidenciales de 2019. Massa se sacó fotos con Menéndez, flamante presidente del PJ de Buenos Aires. Luego fue el turno de la foto con Pichetto. El gran “debate” es si, en una posible reconstrucción del PJ, debe estar o no la ex presidenta Kirchner. Que sí, que no. Pero su centro no es enfrentar el ajuste de Macri, en realidad son sus cómplices. Incluido el peronismo K que aplica el peor ajuste en Santa Cruz. En esa provincia no se completó el pago del salario de noviembre y nada se ha pagado del mes de diciembre, ni el aguinaldo. Las familias docentes de Santa Cruz venden sus electrodomésticos, o lo que tienen, para vivir y pagar deudas. El gobierno de Santa Cruz es parte activa del ajuste salvaje a los trabajadores.

A todo esto, los traidores de la CGT están de “vacaciones” y aunque se tuvieron que olvidar de la reforma laboral, ni siquiera hablan de un paro nacional y plan de lucha contra el ajuste, los despidos y el ataque al salario.

No podemos esperar nada de estos dirigentes. El único camino que queda para el pueblo trabajador y los sectores populares es prepararse para seguir movilizados contra los despidos, contra el intento de volver a reflotar la reforma laboral, por un aumento salarial de emergencia y paritarias libres. Hay que prepararse, en lo inmediato, para enfrentar el ajuste a los estatales y los docentes de todo el país. Las peleas de estos sectores podrán ser un incentivo para el conjunto de la clase trabajadora para que, desde abajo, se arranque un paro nacional y el plan de lucha que se necesita contra Macri y su ajuste. La preparación de todo esto es la gran tarea de los sectores que componen el sindicalismo combativo, y la izquierda debe ponerse a la cabeza de estas tareas.