15 de junio de 1918: A 100 años de la Reforma Universitaria

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a 100 años de la refEscribe José Castillo

Los estudiantes tomaron la Universidad de Córdoba e impidieron la elección del rector. Posteriormente se hicieron cargo de la dirección de la universidad y designaron decanos. Nació un movimiento estudiantil que, a lo largo de cien años, fue protagonista de grandes gestas, pero también de momentos de profundo desencuentro con la clase trabajadora.

Ese día se debía elegir el nuevo rector en la Universidad de Córdoba. Hartos de la rosca, del peso de la Iglesia y del oscurantismo, más de mil estudiantes, que desde hacía meses se venían organizando y movilizando, irrumpieron en la asamblea y echaron a empujones a los profesores y al rector. Rompieron y tiraron por la ventana el mobiliario señorial y los cuadros de los rectores que habían dirigido la universidad desde su creación en 1613, la mayoría de ellos sacerdotes. Subieron al estrado y escribieron en el libro de actas: “La asamblea de todos los estudiantes de Córdoba declara la huelga general, junio 15 de 1918”. Firmaron el texto los mil que estaban presentes (dos tercios del total de los cursantes en ese momento).
Los estudiantes le exigieron al gobierno del radical Hipólito Yrigoyen la aceptación de sus demandas. Pasaron algunos meses y, ante la falta de respuesta, la Federación Universitaria de Córdoba decidió el 9 de septiembre tomar las instalaciones y asumir la dirección de la universidad, procediéndose a designar estudiantes como decanos en las facultades de Derecho, Ingeniería y Medicina y, bajo esos mandatos, reiniciar las clases. La respuesta del gobierno de Yrigoyen fue la represión, enviando al ejército, que desalojó la universidad y detuvo a los principales dirigentes.

El programa reformista ​
A pesar de la represión el movimiento reformista tenía tal fuerza que terminó imponiendo muchas de sus reivindicaciones. Los estudiantes de las universidades públicas obtuvieron conquistas que, aún hoy, las hacen distintivas en el mundo. Y que, a su vez, iban a irradiar sobre otras universidades latinoamericanas.
A partir de ese momento, los triunfos alcanzados iban a estar en discusión y, en estos 100 años, varias veces se verían limitados o eliminados.
¿Cuáles eran esas grandes conquistas? Primero, la autonomía universitaria. Las casas de estudios ganaron el derecho a funcionar en forma independiente de los gobiernos patronales de turno y de otras instituciones reaccionarias, como la Iglesia Católica. La designación de los profesores, los planes de estudio y el conjunto del accionar universitario no podían ser dictados o interferidos por los gobiernos. El movimiento estudiantil impuso que esto incluía la prohibición de la policía a ingresar en las casas de estudio. Por supuesto, la autonomía fue repetidamente violada por todas las dictaduras militares, pero también por otros gobiernos patronales civiles que las intervinieron, echaron profesores y encarcelaron estudiantes. El caso más emblemático fue, sin duda, la Noche de los Bastones Largos, en junio de 1966, cuando la policía ingresó a la Universidad de Buenos Aires, apaleó y detuvo a estudiantes y profesores.
La segunda conquista será el cogobierno. Los estudiantes ganaron el derecho a estar en los ámbitos de dirección de la universidad. Este principio, eliminado también por los gobiernos dictatoriales, fue “formalmente respetado”, pero constantemente retaceado por todos los otros gobiernos, que elaboraron decenas de estatutos para limitar y achicar a lo mínimo posible la representación estudiantil. La respuesta fue la consigna “cogobierno con mayoría estudiantil”. En los últimos años esto llevó al reclamo de “elección directa de las autoridades” bajo el formato de “una persona, un voto”.
La tercera consigna del movimiento fue la gratuidad de la enseñanza universitaria. Esto recién se hizo realidad en 1949, durante el primer peronismo que, paradójicamente, negó a los estudiantes tanto la autonomía como el cogobierno. La universidad gratuita también fue constantemente atacada, al igual que el sistema de becas para facilitar el acceso a los hijos de los trabajadores.
La cuarta reivindicación fue el ingreso irrestricto. Permanentemente cuestionado, fue muchas veces eliminado, reemplazado por exámenes eliminatorios y elitistas.
A ello le podemos sumar otras consignas sumamente progresistas, como la libertad de cátedra, la libre asistencia a clase, las cátedras paralelas para garantizar la pluralidad de la enseñanza, o incluso las “cátedras libres”, donde se da lugar a contenidos revolucionarios que no están en los programas oficiales.

Una historia de encuentros y desencuentros con la clase obrera
Otra consigna que se impuso desde la reforma del 18 fue la unidad obrero-estudiantil. Muchas veces “obreros y estudiantes, unidos adelante” resonó en las calles. La mayor expresión se dio en el Cordobazo de 1969. De los propios líderes de la reforma del 18, la necesidad de vincularse con el movimiento obrero se irradiará por toda Latinoamérica. Varios de sus dirigentes fueron fundadores de los partidos comunistas de la región, como José Antonio Mella, en Cuba, y José Carlos Mariátegui en Perú.
Sin embargo, el movimiento estudiantil argentino, y en particular sus direcciones, varias veces estuvieron en la vereda de enfrente. La situación más trágica se dio durante el primer peronismo, donde las direcciones mayoritarias del estudiantado, encabezadas por los partidos comunista, socialista y radical, fueron punta de lanza del gorilismo e incluso del golpe de Estado de la “revolución fusiladora” de 1955.
Sin embargo, muchos de los activistas y dirigentes estudiantiles que surgieron desde la reforma de 1918 fueron parte de los primeros defensores de la Revolución Rusa en nuestro país. Denunciaron y se movilizaron contra cada una de las agresiones imperialistas en nuestro continente. Estuvieron a la cabeza de la lucha contra las universidades privadas y la Iglesia en 1959 (en lo que se conoció como “laica versus libre”) y, como mencionamos más arriba, fueron partícipes, desde el Cordobazo, del enorme ascenso obrero y popular que se abrió en 1969. Después de la última dictadura, y a pesar de la hegemonía del radicalismo de la Franja Morada en la conducción de la Federación Universitaria Argentina, tuvimos enormes movilizaciones contra la Ley de Educación Superior, en apoyo de las luchas salariales docentes y, en general, contra todos los ataques a las grandes conquistas surgidas de aquella reforma de 1918.
Nuestra corriente, presente en el movimiento estudiantil desde fines de la década del ’50, siempre luchó, como el ala izquierda y revolucionaria de ese movimiento de la reforma, por defender sus conquistas y por ganar a una fracción del movimiento estudiantil para las posiciones de la clase obrera y su emancipación. En síntesis, para el programa del socialismo revolucionario.