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Jose Castillo

Acuerdo de Felisa Miceli con los Hipermercados

Las nuevas medidas no sirven para frenar la inflación

Los datos oficiales a Noviembre acumulan ya una inflación anual del 11,1% y un aumento del 15% en la canasta alimentaria. El gobierno lanza una campaña de “rebajas” acordadas con los grandes supermercadistas. Pero los efectos no se ven: los pocos productos rebajados empiezan a escasear en las góndolas.

Felisa Miceli “debutó” en el Ministerio de Economía dando una conferencia de prensa conjunta con los dueños de las grandes cadenas de supermercados: Alfredo Coto, Horst Paulmann (Jumbo), Eric Legros (Carrefour), Diego Solá Prat (Disco) y Gastón Wainstein (Walt Mart). Allí anunciaron la “rebaja” de 250 productos en un 15%. Lo “trucho” de la medida se vio enseguida: los Hiper lo único que hicieron fue colgar un cartelito de “producto rebajado” a lo que antes aparecía como “ofertas de fin de semana”, sin que el precio real se moviera. “Son muy pocos los productos en los que se nota diferencia”;“se trata de los mismos productos que aumentaron mucho más del 15% la semana pasada”, decían abrumadoramente los compradores.

Los productos rebajados: ¿Dónde están?

La lista original de 250 productos a rebajar “todavía” se está discutiendo. Pero para muestra bastan los 50 en los que ya se acordaron los descuentos. Una recorrida por los grandes hipermercados nos permite recibir rápidamente las denuncias: “ponen pocos en la góndola y cuando se acaban no los reponen”. Era obvio. Lo dijimos miles de veces: las listas “indicativas” y los acuerdos de precios no sirven para nada. Cómo lo hicieron a lo largo de todo el año, como ya pasó con la carne y con los lácteos, los grandes pulpos monopólicos van a firmar un acuerdo para violarlo a los 15 días. Siempre dijimos que se deben fijar precios máximos obligatorios para todos los productos de la canasta familiar y ser inflexible ante su violación.

Algunos economistas ultraliberales se dedican a hacer propaganda diciendo que los controles de precios nunca funcionaron en la Argentina. “Generaron desabastecimiento y mercado negro”, sostienen. Les respondemos que las mayores inflaciones en la Argentina no fue durante los controles de precios sino justamente cuando estos se liberaban (como ejemplo tenemos el Rodrigazo de julio de 1975 o abril de 1976 con Martínez de Hoz, cuando los salarios perdieron el 40% de un día para otro). Pero contestemos la pregunta de fondo: ¿el control de precios generaría mercado negro y desabastecimiento? Depende de si se controla y se castiga realmente a los que lo violen.

¿Quién va a controlar que se cumpla?

El problema de las medidas del gobierno no es sólo que en vez de control de precios dispuso esos ineficientes “acuerdos”. Lo más grave es que encima nadie va a controlar su cumplimiento. El gobierno dice que va a utilizar a los intendentes como “inspectores”. ¡El zorro cuidando las gallinas! Los mismos que en los últimos días aumentaron las tasas municipales, “ayudando” a que el salario del trabajador caiga todavía más. Los reyes de la coima, el juego clandestino, el control del narcotráfico en el conurbano y la trata de blancas, puestos a controlar que los hipermercados no violen el acuerdo de precios. Parece un chiste, sino fuera que, simplemente este mes, como efecto de la inflación, hay 250.000 personas nuevas en la indigencia y 180.000 más que cayeron bajo la línea de pobreza. También lo venimos denunciando: los controles deben ser efectuados por los sindicatos, las organizaciones de desocupados y las asociaciones de consumidores. Y se debe aplicar la Ley de Abastecimiento, multando, clausurando y hasta expropiando al que viole un precio máximo o esconda la mercadería.

Kirncher dice que le está cuidando el bolsillo a la gente. Lo que en realidad está cuidando son las ganancias de las grandes cadenas de supermercados, de los pulpos monopólicos lácteos (como Mastellone o Parmalat) o de los grandes exportadores de carne. Las medidas para frenar la inflación existen, pero este gobierno no va a tomarlas. Los números son claros: desde la devaluación del peso, la canasta de alimentos básicos se incrementó el 106,2%, y la canasta familiar ya supera largamente los $ 1.800.¿Qué nos queda a los trabajadores? Mientras exigimos reales medidas para frenar la inflación, tenemos que pelear para que los aumentos de precios no se sigan comiendo nuestro salario, exigiendo además que nos devuelvan lo que nos robaron desde la devaluación del 2002. Los aeronáuticos y los trabajadores del subte nos dan el ejemplo de que es lo que tenemos que hacer.


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