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FMI y dictaduraLa herencia de la deuda externa
El genocidio cometido por los militares estuvo al servicio de la implantación de un modelo económico de explotación y entrega. Apenas pasado un año del comienzo de la dictadura, ya lo denunciaba Rodolfo Walsh en su célebre “Carta Abierta” (ver en esta página). En 1982, el balance era clarísimo: miles de fábricas cerradas por la apertura a los productos importados y el dólar barato de Martínez de Hoz, y salarios más del 60% por debajo de los valores de 1976. Pero el dato central, la verdadera “herencia económica” de la dictadura, iba a ser la deuda externa. De 4.000 millones de dólares en 1976, creció a 13.000 en 1982. Pero eso no era todo: los grupos económicos que se desarrollaron al calor de sus negocios con los milicos (obras del mundial 78, autopistas, contratos fraudulentos con empresas públicas), se habían endeudado por otros 13.000 millones. Y ahí fue donde, en el final de la dictadura, apareció el “joven” Cavallo, en su cargo de presidente del Banco Central, para decretar la estatización de la deuda externa. De un plumazo, los grandes pulpos quedaban libres de deudas y el Estado argentino asumía 26.000 millones a pagar. Como quedará demostrado años más adelante, gracias a la impresionante investigación de Alejandro Olmos, esos 26.000 millones de dólares se componían de créditos, en muchos casos inexistentes. El FMI, por su parte, no sólo promovió y avaló este endeudamiento, sino que también contribuyó, siendo el primero en reconocer a la dictadura, otorgándole un crédito a días de producido el golpe del ’76. Los gobiernos de la democracia no hicieron nada para romper con la “herencia maldita”. No sólo reconocieron y siguieron pagando la deuda con el hambre del pueblo (haciendo que aumentara hasta los hoy impagables 150.000 millones de dólares), sino que tomaron como aliados a los mismos grupos económicos que crecieron a la sombra de los militares y siguieron amasando fortunas en estos años. Hoy Kirchner habla contra la dictadura. Pero él también sigue sosteniendo y desarrollando el modelo que nació con el genocidio. Se siguen enriqueciendo los mismos y, como contrapartida, las denuncias del crecimiento de la pobreza y la marginación que hiciera Walsh en su carta, son mínimas si las comparamos con lo que se puede ver en los barrios populares. Este gobierno, que posa como “lo nuevo”, no sólo volvió a pagar la deuda, sino que se transformó en el que más abonó en efectivo en la historia; en el único que canceló “por anticipado” sus vencimientos con el Fondo y, por sobre todo, que en medio de un ciclo de crecimiento económico siguió profundizando la brecha entre ricos y pobres. A treinta años se sigue consolidando aquello que se inició cuando Martínez de Hoz, de un plumazo, bajó 40% los salarios: una Argentina donde los que tienen trabajo viven en la pobreza, mientras otras decenas de miles ni siquiera acceden a un empleo y se hunden en la miseria. |
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