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Hablamos con Juan Carlos “Pelado Matosas” López OsornioLos caídos y los presos del PSTEl Pelado fue detenido por su militancia en el Ingenio Ledesma, en Jujuy, cuando se dio la intervención del sindicato azucarero, en marzo de 1975. En mayo de 1982 salió con libertad vigilada. Así nos habló de la represión al PST. “Desde 1974, las bandas fascistas comenzaron a golpear al partido. A cada rato nos hacían volar los locales con bombas. Ese año cayeron asesinados siete compañeros, entre ellos el Negro César Robles, de la dirección nacional. En 1975, cuando yo ya estaba preso, fueron asesinados ocho compañeros más, durante las tareas de solidaridad con la huelga de Petroquímica de La Plata. En enero de 1976 cayeron el militante nuestro Carlitos Scafide, y otro trabajador de Propulsora Siderúrgica de La Plata, junto con un activista del Astillero Río Santiago. Scafide integraba el cuerpo de delegados provisorio. Me contaron que en su entierro hubo mil personas, de las cuales seiscientas eran compañeros de trabajo de Propulsora. Habló en el acto, por la dirección nacional del PST, el Petiso Páez, que pocos días después fue detenido en la calle en Córdoba Capital. Antes del golpe ya éramos dieciséis los presos del PST. Miguel Lamas, que escribe en El Socialista, era uno de ellos, quien luego se tuvo que exiliar. Bajo la dictadura, los presos y desaparecidos del PST llegamos a ser casi cien. Con Páez estuvimos en el mismo pabellón en Caseros durante un año, entre octubre del 79 y octubre de 1980. El partido nos acompañó a todos los presos, todo el tiempo, con compañeras y compañeros abogados (que luego del ’79 eran casi los únicos que visitaban a los presos en todo el país). Hacíamos entrar noticias e informes políticos. Nuestras cartas a veces tardaban meses en ir y venir, por las condiciones de clandestinidad en que se movía el partido afuera. A mí me visitaba una compañera que se anotó de “concubina” para poder verme. Con más de siete años, creo que fui el preso de Isabel y la dictadura que más tiempo estuvo. De los desaparecidos, te nombro sólo a dos, entre tantos compañeros y compañeras trabajadores: Pedro Apaza, secuestrado dentro de la metalúrgica Del Carlo, y Charles Grossi, dirigente de Mercedes Benz. Un par de meses antes de que yo saliera tuvimos la última víctima, Ana María Martínez, obrera metalúrgica asesinada en febrero de 1982.” |
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