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Una salida de fondo para el problema de la carneEl gobierno nos propone que no compremos más carne. La oligarquía, a través de sus expresiones más retrógradas, como la Sociedad Rural, Carbap y otros por el estilo, “rebuzna” reclamando un “plan ganadero”. Los organismos del gobierno hablan de un “plan racional”. ¿Pero qué es un plan ganadero? El negocio de la carne es complejo y, a lo largo de la historia argentina, ha dado lugar a más de un escándalo. Recordemos simplemente el asesinato de Bordabehere a causa de las denuncias de las maniobras de los frigoríficos hechas por Lisandro de la Torre en la década del ’30 (hechos popularizados en la película Asesinato en el Senado de la Nación). Millones de dólares circulan por las manos de productores, invernadores, consignatarios, frigoríficos e intermediarios exportadores. La Argentina es un país ganadero. La calidad de nuestra carne es reconocida mundialmente. ¿Quién tiene la culpa de que hoy millones de argentinos se la pasen comiendo arroz y fideos y vean la carne sólo por televisión? ¿Cómo se soluciona? Las vacas nacen y se crían sobre un territorio. La riqueza de nuestra ganadería es, en primer lugar, el de nuestras tierras de la pampa húmeda. “La oligarquía con olor a bosta”, como la llamaba Sarmiento, se apropió de las mejores tierras ya en el siglo XIX. Ahora, en los comienzos del siglo XXI, las “comparte” con pulpos trasnacionales como Benetton o Cargill. No hay, entonces, “plan ganadero” que no empiece por una reforma agraria, que termine con el latifundio, que permita desde grandes haciendas estatales y pequeños productores, con el apoyo del Estado a través de organismos como el INTA, reconstruir y desarrollar nuestro stock ganadero. Luego viene el problema de los mercados. El mercado concentrador más grande de la Argentina es el mercado de Liniers, que realiza el 20% de las operaciones y fija los precios de referencia. Debería reestatizarse, al igual que los grandes frigoríficos, y colocarse bajo control de los trabajadores, las organizaciones sindicales de la carne y las asociaciones de usuarios. Por último, tenemos el tema del comercio exterior. ¿Cómo hacer para que primero se garantice que los argentinos tengamos acceso a la carne, base de nuestra alimentación, y que después podamos utilizar las divisas que nos dan los saldos exportables de un producto que es considerado de excelencia en el mundo? La respuesta es una sola: con la nacionalización del comercio exterior. Este paquete de medidas es el que constituye, de fondo, un real “plan ganadero obrero y popular” que, junto con la aplicación de precios máximos para los cortes populares y la Ley de Abastecimiento para los posibles infractores, permitirá que nuestro país vuelva a ser aquel donde los sectores populares comían su bife todos los días y su “asadito” los domingos. J.C. |
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