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Escribe:
Atilio Salusso
Tercerizadas=superexplotación
Es una tendencia que se viene dando en todo el mundo en los últimos 25 años. Cuando a fines de los años ’60 las ganancias de las grandes multinacionales empezaron a caer, decidieron que la crisis la debían pagar los trabajadores. Comenzaron así los años de las racionalizaciones y los despidos en masa, la flexibilización laboral, el ataque a los sistemas de seguridad social y la caída de los salarios. La tercerización es una forma más de este ataque contra las conquistas laborales.
Opera de la siguiente manera: la empresa decide no hacerse cargo de ciertas tareas, entonces “contrata” a otras. De acá en más los trabajadores de esta empresa “contratada” serán “tercerizados” (de ahí el nombre, la actividad es realizada por “terceros”, o sea, ajenos a la empresa). Hace pocos días vimos el ejemplo más horroroso de la tercerización: trabajadores bolivianos indocumentados sometidos en condiciones de semiesclavitud a la producción de prendas textiles. Hubo muchas lágrimas de cocodrilo y la clausura de algunos de estos talleres. Pero nadie sancionó a las grandes firmas que mandan a “tercerizar” sus productos a estos talleres, marcas que lucen en los shoppings como Kosiuko, Zara, Lacoste, figuraban entre sus “clientes”.
Es lo mismo que a nivel internacional hacen Nike, Adidas, Cacharel, Luis Vuitton y tantas otras de la “alta costura” que tercerizan y superexplotan trabajadores en China, India, Tailandia o Indonesia.
La lucha de los trabajadores del subte sacó a la luz la realidad de la tercerización en Metrovías, así como antes la lucha de Atento lo había hecho en las telefónicas. Grandes pulpos que desvinculan actividades (seguridad, limpieza, asistencia al cliente, atención telefónica de reclamos, telemárketing, etc.) con un claro objetivo: que esos trabajadores queden fuera de los convenios colectivos de trabajo y, por lo tanto, no gocen de los beneficios de los trabajadores “convencionados” de la empresa.
En estos momentos, en que la clase trabajadora argentina está avanzando en la pelea diaria por recuperar el poder adquisitivo de su salario perdido en los últimos años, hay un pacto no escrito entre las patronales y la burocracia sindical: dejar afuera a los trabajadores de las tercerizadas. En todos los grandes convenios homologados por el Ministerio de Trabajo en el último año -comercio, construcción, metalúrgicos y alimentación- se los excluyó expresamente. Y no se trata de un número menor: la tercerización es, junto con el trabajo en negro, el más potente disciplinador que tienen las patronales. El 60% de la clase trabajadora argentina se encuentra en una de esas dos categorías. La lucha por la incorporación efectiva de todos los tercerizados a los convenios vigentes y su reconocimiento como empleados plenos de las empresas es una parte fundamental de la lucha contra la flexibilización salarial y porque ningún trabajador quede ganando por debajo del costo de la canasta familiar.
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