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Claudio Katz
Entrevista a Claudio Katz (EDI)
“Con Kirchner no hay redistribución de la riqueza”
Desde su campaña electoral, hace ya tres años, una de las promesas de Kirchner ha sido la “redistribución de la riqueza”. Pero esa promesa está lejos de cumplirse.
Hablamos con Claudio Katz, economista, profesor de la UBA, investigador del Conicet y miembro del EDI (Economistas de Izquierda), sobre el “modelo” económico del kirchnerismo.
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Imágenes de la pobreza, Argentina, siglo XXI |
Hay una recuperación sostenida de la economía. ¿Cuáles son las diferencias con las políticas económicas anteriores y cómo se relacionan con la redistribución?
–La crisis económica argentina tocó fondo a mitad del 2002 y a partir de un rebote cíclico comenzó la actual reactivación. En los últimos tres años se ha registrado una alta tasa de crecimiento con récord de exportaciones y elevadas ganancias.
En un contexto internacional muy favorable la política económica varió sustancialmente. El tipo de cambio alto reemplazó a la convertibilidad, el superávit fiscal sustituyó al déficit tradicional y, bajo el impulso de cierta sustitución de importaciones, se revirtió la apertura comercial.
La diferencia entre ambas etapas es muy nítida, pero el esquema de bajos salarios, alto desempleo y significativa pobreza no ha cambiado. Con Kirchner no hay redistribución de la riqueza por la continuidad con las políticas anteriores. Una mejora sustancial del ingreso popular es incompatible con el modelo vigente.
La miseria actual no es una rémora de los ’90, ni un mal pasajero que desaparecerá con el derrame del crecimiento. Los padecimientos de la población constituyen datos estructurales de este esquema económico que refuerzan la desigualdad social.
Con este crecimiento, ¿qué sectores se ven más favorecidos?
–En la nueva etapa se ha consumado un cambio de hegemonía dentro del mismo bloque de poder. Los privilegios que antes acaparaban los bancos extranjeros, los importadores y las empresas privatizadas, ahora son detentados por los exportadores, los industriales y los acreedores locales. Pero como en la coyuntura actual florecen los negocios de todos, hay pocas quejas y mucho beneplácito entre las clases dominantes.
La retórica del nuevo período se caracteriza por el cuestionamiento de la privatización extrema y la difusión de un mensaje crítico hacia el neoliberalismo y el populismo, mientras las privatizaciones se mantienen, así como el pago de la deuda externa. Pero con este equilibrio ideológico se disfraza la persistencia de políticas regresivas. El hilo conductor que une a Lavagna-Miceli con Cavallo es el aprovechamiento de una coyuntura económica favorable para recomponer las ganancias empresarias a costa de los trabajadores. Por eso el modelo actual presenta más rasgos de continuidad que de ruptura con el esquema precedente. El programa actual es afín al nuevo grupo de empresas asociadas con el capital extranjero, volcadas hacia la exportación y especializadas en bienes primarios o insumos industriales.
Este sector capitalista es fanático de la flexibilización laboral, hostil a los aumentos de salarios y enemigo de las conquistas sociales. Por eso la redistribución no es una “deuda pendiente” que se resolverá con el paso del tiempo. Es una decisión política que requiere afectar los intereses de las clases dominantes que defiende el gobierno.
A pesar de sus altos índices de popularidad, el gobierno se encuentra reiteradamente con reclamos populares.
–El curso de la economía está condicionado por el creciente impacto de las demandas sociales. Los trabajadores organizados perciben que existe un amplio espacio para lograr conquistas y mayores salarios. Han recuperado visibilidad y protagonismo. Se está demostrando que el alto desempleo no impone un obstáculo infranqueable a la lucha salarial. En un marco de recuperación de las tradiciones combativas, resulta posible la confluencia de los excluidos con los incluidos.
El resurgimiento de esta lucha desconcierta al gobierno, irrita a la derecha y desespera a los capitalistas. Todos esperaban la desaparición de cualquier vestigio del 2001 y por eso observan con fastidio la continuidad de la protesta. En lugar de discutir la validez de los reclamos, Kirchner objeta su oportunidad, las formas de la petición y apela también a la represión. Propicia campañas mediáticas para inducir el aislamiento, la división y el debilitamiento de la lucha. Pero esta acción persiste y es el factor clave del nuevo período, porque condiciona todos los proyectos de la clase dominante. No es sencillo estabilizar un modelo regresivo en un contexto de movilización.
La etapa cambió, pero la combatividad persiste. La ocupación callejera permanente ha sido reemplazada por secuencias de protestas. Las huelgas y las manifestaciones sustituyen a los piquetes y a las cacerolas. Se refuerza la sindicalización, subsiste el movimiento organizado de los desocupados y se multiplican distintas formas de acción barrial y juvenil. La reacción inmediata frente a la injusticia se mantiene como un rasgo dominante en un clima de repudio al neoliberalismo y al imperialismo norteamericano.
Los protagonistas de la resistencia son los sujetos potencialmente capacitados para desenvolver un programa económico popular. La aplicación de un conjunto de medidas impositivas y financieras permitiría inaugurar un proceso real de redistribución del ingreso. Pero este proyecto requiere construir nuevas alternativas políticas y ésta es la tarea del momento.
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