El
Socialista es una publicación de Izquierda Socialista
Escribe:
Patricia Walsh
Juicio a Etchecolatz
“Lo hemos ganado con nuestra lucha incansable”
Se inició el juicio a Etchecolatz. El primero después de la nulidad de las leyes de impunidad. Vamos ahora por la nulidad de los indultos. Le pedimos a Patricia que nos escriba sobre sus vivencias.
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La mañana del 20 de junio, Día de la Bandera, fue muy fría y destemplada. Sin embargo, a medida que íbamos llegando al lugar de la primera audiencia pública del juicio al genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz, la sonrisa cálida se asomaba en las caras de los sobrevivientes, los familiares, los H.I.J.O.S. de La Plata, abogados, integrantes de Justicia Ya, los dirigentes y militantes de izquierda que íbamos a llenar la sala donde se iniciaba el juicio al criminal de lesa humanidad.
El primer juicio a un represor tras la nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Todas las pruebas reunidas en el Juicio por la Verdad desde 1999 se volvieron una lista implacable de acusaciones. Con una significativa diferencia. Esta vez, y por la anulación de las leyes de impunidad, cada uno de los crímenes cometidos por Etchecolatz fueron suficientes para mandarlo preso de nuevo, esta vez bajo posible condena por lo que le quede de vida, y esta vez en una cárcel común, y no en su casa de Mar del Plata.
Ahora Etchecolatz está en la cárcel de Marcos Paz mientras se sigue tramitando el juicio. Es inútil que ese criminal simule ser un viejito sin memoria, que no recuerde su número de documento, que diga que no escucha nada porque lo dejó sordo un atentado de subversivos idealistas, como dijo. Toda la sala sabe por qué el genocida dice que no escucha, dice que no recuerda, dice que no declara.
Es muy conmovedor escuchar cuando se le pregunta por la profesión. “Asesino”, grita con toda la voz un hijo desde el fondo. Policía retirado, dice el asesino, en voz baja. Ahora cabe la emoción, que después de tantos años, se puede decir con la palabra justa.
Es inútil que el acusado se haga autorizar a salir de la sala para ser atendido por un supuesto malestar, que luego se niegue a asistir a la segunda audiencia y prefiera quedarse en su casa en Mar del Plata.
Inútil es porque el tribunal resuelve que vaya a la cárcel común, por tener un arma en su casa, y hasta causa risa, a pesar del horror, la absurda explicación de que su esposa y su suegra se la escondieron, desarmada.
Es inútil lo que hace porque nadie supone que no pueda decir a su abuela Chicha Mariani, donde está su nieta Clara Anahí, la beba de entonces 3 meses de edad, robada en el 76.
Además de criminal se lo sabe cobarde, especialista en tormentos, en picana, en violación, en robo de niños, valiente cuando andaba en patota, cobarde como el peor cuando es juzgado. Un criminal de lesa humanidad.
Es duro estar en esa sala el primer día del juicio, primero pugnando por entrar, porque el lugar ha sido motivo de una burda maniobra. El intendente Julio Alak, quien hace pocos años no dejaba poner las fotos de nuestros desaparecidos en la plaza San Martín, es el que ahora aparece cediendo el gran Salón Dorado, donde una gran araña de cristal corona un escenario más digno de un lujoso baile que de un justo juicio a un perfecto criminal.
En la puerta del tribunal, una vez más, hay listados de personas -autorizadas a ingresar- que se han perdido, aunque muchas de ellas sean los principales referentes de las luchas para llegar a este juicio. Es cuando se empieza a cantar “como a los nazis les va a pasar, hasta la cárcel los vamos a acompañar”, cuando las puertas del salón finalmente se abren para que podamos ingresar al juicio que hemos ganado con nuestra lucha.
“No es el juicio que queremos, sino el que tenemos”, dice en el acto que se hace en la puerta de la municipalidad Adriana Calvo, de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos.
Es verdad, los crímenes impunes son muchísimos más. Pero sabemos que este juicio que tenemos, tantos años después, es el que hemos ganado con nuestra incansable lucha. Es nuestra lucha la que lleva a Etchecolatz a la cárcel común, la que le va a procurar esta vez una condena de por vida, y es nuestra lucha la que seguirá denunciando la impunidad de ayer y de hoy.
Te pedimos un aporte para seguir apoyando las luchas de los trabajadores.
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