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Una vida por el socialismo

La muerte sorprendió al Pelado Matosas (Juan Carlos López Osornio), mientras estaba preparando su columna semanal para El Socialista. Solo así dejó de militar. Desde que ingresó al grupo trotskista que encabezaba Nahuel Moreno, hace más de cuarenta años, dedicó su vida a la lucha revolucionaria y a la construcción de nuestro partido. Integraba la Comisión de Moral(*) del MST-El Socialista. Lo queríamos entrañablemente.

Había nacido en 1934, en Berisso, en el seno de una familia de clase media. Como no quiso estudiar, empezó a trabajar desde los 14 años. Tuvo todo tipo de oficios y empleos. Entre el ’55 y el ’59 trabajó en el frigorífico Swift de Berisso. A comienzos de los ’60 se fue con su esposa y su hija mayor, Marcela, a Misiones, a trabajar en las papeleras. Luego vinieron dos hijos más, Alejandra y Ernesto.

Aunque casi siempre trabajó de obrero, era un apasionado de la literatura, el teatro, la poesía, el cine… Lo influía su hermano Jorge, artista y ligado al PC. Luego su amigo Manolo López Blanco comenzó a acercarlo al trotskismo.

En 1964 volvió a Buenos Aires, reingresó al Swift y allí se ligó a los militantes del grupo trotskista orientado por Nahuel Moreno. Ingresó a Palabra Obrera varios meses antes de la unificación con Roberto Santucho, que dio lugar a la fundación del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Desde ese entonces, el “Gallego”, como lo llamaban, dedicó toda su vida a la construcción del partido.

La pasión revolucionaria lo guiaba

En 1968 lo echaron del Swift. El partido lo orientó para que entrara en Peugeot. Allí le pusieron su apodo definitivo: Pelado Matosas. Lo despidieron en el conflicto de 1972, y ése fue su último trabajo en fábrica, que era lo que más le gustaba.

Por donde anduviese, Matosas se transformaba en un referente, un dirigente, porque era un gran “abridor” y un excelente propagandista.

Cuando se fundó el PST, en 1972, el Pelado fue uno de los compañeros que encararon la afiliación para conseguir la legalidad en distintas provincias. Así fue que estuvo meses en su querida Misiones y luego recaló en Neuquén. No tenía dificultad en encontrar trabajo, por sus oficios en chapa y pintura y tantos otros. Allí participó de la inmensa experiencia de la Lista Gris de la UOCRA. Luego, en 1974, fue a apoyar el trabajo del partido en el Sindicato del Azúcar del Ingenio Ledesma, en Jujuy, junto con el Cabezón Silva, que había sido el dirigente del partido en Citroën.

“La vida no me prometió un lecho de rosas”

En enero de 1975 comenzó la represión sobre el Ingenio Ledesma. Se intervino el sindicato, vino la huelga y Matosas cayó preso en marzo. Numerosos luchadores del PST, como el Petiso Páez y Juan Carlos Herrero comenzaron a poblar las cárceles de Isabel Perón. El Pelado estuvo más de siete años en prisión. Al principio fue brutalmente torturado. Luego fue “legalizado” y recorrió distintas unidades de detención. En esos años se convirtió en un auténtico referente de la entereza política y moral ante la represión. Ni siquiera las terribles condiciones que sufrió bajo la dictadura genocida pudieron mellar su eterno optimismo revolucionario, su alegría de vivir. Para otros compañeros presos del PST y para muchos otros, el Pelado fue un apoyo decisivo.

A comienzos de 1982, cuando la dictadura se iba debilitando, lo liberaron. Las necesidades de la lucha no le dieron tregua. Junto con Páez se presentaron como voluntarios para ir a pelear a las Malvinas contra los ingleses.

Cuando se realizó en la Federación de Box el acto de inicio del congreso del MAS en 1983, el Pelado fue ovacionado con emoción por todos los presentes, cuando saludó. Con su habitual modestia y sencillez, sintetizó esos años de cárcel con una de sus frases poéticas: “La vida no me prometió un lecho de rosas.”

Fue candidato a vicegobernador de la provincia de Buenos, impulsó la construcción del partido en el interior de la provincia, la construcción del frente de intelectuales y artistas del MAS. Luego de la muerte de Nahuel Moreno, en 1987, comenzó la crisis del MAS. En el estallido de 1990-91 el Pelado se alineó con la corriente que fundó el MST, ayudando a reorganizar la dirección regional de La Plata.

Un reaseguro en el terreno del método y la moral partidaria

En sus últimos años, el Pelado comenzó a cumplir un rol muy importante al incorporarse a la Comisión de Moral. Con su ejemplo, la autoridad que le dio su trayectoria, y sus consejos y posiciones, colaboró en forma decisiva en la imprescindible tarea de conservar y enriquecer la tradición partidaria, educar a la militancia no sólo en la línea política y la dedicación, sino en la confianza mutua, el incondicional respeto político y personal entre compañeros. Como él mismo lo relató, no se cansaba de fotocopiar y reproducir un texto de Moreno sobre la tradición partidaria (ver recuadro).

En la crisis que se comenzó a vivir en 2003-2004 en nuestro partido, y que dio lugar a la formación del MST-El Socialista y el MST-Alternativa, el Pelado sufrió muchísimo. No sólo por la crisis y división; también porque lo afectaban en forma muy directa las actitudes reñidas con la lealtad entre revolucionarios. Pero no se dejó doblegar ni un instante por las dificultades. Por el contrario, se sobrepuso a ellas, dando una vez más un ejemplo de abnegación y entrega revolucionaria, al seguir con sus actividades políticas, su labor en la Comisión de Moral y la construcción del partido, asumiendo la responsabilidad de un equipo partidario, con su vital entusiasmo y optimismo. Su alegría y su versatilidad para encarar todos los temas lo hacían especialmente querido entre la juventud.

Nos dejó teniendo casi listo un texto sobre su larga experiencia revolucionaria y de vida (ver recuadro). Y recordando su vena poética, podemos cerrar esta semblanza con aquellas palabras de Bertolt Brecht: el Pelado fue, es y será de los “imprescindibles”, de los que luchan siempre, hasta el socialismo.

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