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Aunque crece la economíaLos salarios siguen postergadosEl gobierno se llena la boca con los índices de crecimiento económico, el superávit fiscal o las reservas acumuladas. Pero mientras tanto los salarios siguen sin recuperar el “guadañazo” que le dio la devaluación en el 2001. Más de la mitad de los trabajadores está en negro o es tercerizada. Y todavía quedan más de 2 millones de desocupados. Por eso Kirchner ya no sabe cómo hacer para tapar que continúa agrandándose la brecha entre ricos y pobres.
Desde la devaluación de comienzos del 2002 para acá, la inflación “oficial” fue del 81%. Y decimos oficial porque todos podríamos hacer una larga lista de productos básicos que en promedio aumentaron el 200% -la carne, entre ellos, subió 185%-. Mientras tanto, los salarios nunca recuperaron esa pérdida. Hoy los trabajadores privados en blanco han tenido en promedio aumentos del 66%. Su salario bruto mensual promedio ronda los $1.441, bastante por debajo de los $1.920 que cuesta la canasta familiar. La situación se torna más grave para aquellos que están en negro, que sólo vieron incrementarse sus haberes nominales en un 41%. Estamos hablando de un promedio de 600 pesos mensuales. Mientras tanto, la canasta básica, lo mínimo para no caer bajo la línea de pobreza, ya está en $857. Pero el peor lugar le toca a los estatales: desde la devaluación sus sueldos sólo subieron 26%. Para ejemplificar, después de los “aumentos” de marzo, un docente de la provincia de Buenos Aires cobra de bolsillo $840 (en realidad su básico es $414). Mientras tanto, el salario mínimo oficial sigue en 630 pesos. Ahora el gobierno habla de subirlo a 800 (no sabe cuando), que si se diera, ni siquiera alcanzaría el monto de la canasta básica. En síntesis: los aumentos a los privados en blanco no alcanzaron a cubrir la inflación acumulada desde el 2002. Y lo más grave es que el 60% de la fuerza laboral (6.600.000 trabajadores), o están en negro o son “tercerizados”, por lo tanto han quedado excluidos en la gran mayoría de los aumentos negociados en los convenios. En concreto, las paritarias alcanzaron apenas a 3 millones de trabajadores (27% de la fuerza laboral activa). Y para completar el panorama, citemos a los jubilados, cuya inmensa mayoría cobra la mínima de $470. Y existen todavía 1.580.000 desocupados reconocidos “oficialmente” por el gobierno (que se jacta de haber “bajado” el desempleo al 9,8%), que, como siempre, son números que siguen considerando como “ocupados” a los beneficiarios de los planes sociales. Si los sumáramos, estaríamos en una desocupación del 12%, con casi 2 millones de desempleados. Si de todos estos números sacamos un promedio, el resultado nos horrorizaría: el salario promedio de la economía argentina es de 491 pesos mensuales y existe un 40% de trabajadores o desocupados que debe conformarse con un ingreso mensual de 139 pesos. Se agranda la brecha entre ricos y pobres Con todos estos datos no debería ser sorpresa que, en el marco de una economía que crece, los únicos beneficiarios de la bonanza sean los grandes empresarios. De hecho, hay estadísticas que demuestran que sus ganancias promedio están un 55% por encima de las que lograban antes de la devaluación. Hoy, el 10% más rico de la población gana 29 veces más que el 10% más pobre. Pero lo más grave es que la brecha sigue agrandándose. Para ser gráfico: cuando en 1974 se midió por primera vez este índice, la diferencia entre el 10% más rico y el 10% más pobre, era de 9 veces. Ya en los 80, dictadura y ajustes de Alfonsín mediante, la brecha se había ampliado a 15 veces. En 1994, al final de las privatizaciones, era de 19 veces. En 1999, cuando comenzaba el gobierno de la Alianza, era de 23.5 veces. En el 2004, a la salida de la crisis de la devaluación, había crecido a 27,6 veces. Y ahora, “en pleno crecimiento kirchnerista”, ya mide 29 veces. Es terrible, más aun si tenemos en cuenta que el número real debe ser mayor, ya que el 10% de arriba subdeclara sus ingresos, afirmando que gana en promedio 3.200 pesos -¡una burla!-, mientras que el 10% más bajo declara 110 pesos. Pelear por 1.800 de mínimo Los aumentos obtenidos, que no llegaron en casi ningún caso a cubrir lo perdido en estos años por la inflación, no fueron obra de “concesiones graciosas” por parte del gobierno. Tampoco el producto de éxitos en las negociaciones obtenidas por los burócratas sindicales. Al contrario, unos y otros pactaron “que los salarios no se desbocaran”, garantizando en las negociaciones paritarias de marzo pasado un “techo” a las subas del 19%, mediante un pacto sellado entre Kirchner y la CGT. Los aumentos salariales más grandes se obtuvieron en los gremios que salieron a luchar, como el caso de los ferroviarios de TBA, los trabajadores del subte y tantos otros. Hay que salir a reclamar 1.800 de mínimo para todo el movimiento obrero y su actualización automática de acuerdo con la suba del costo de la canasta familiar. |
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