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Mercedes Petit

Fidel en Córdoba

La presencia del presidente cubano en la Cumbre del Mercosur fue seguida con entusiasmo por miles de personas. Como siempre, sus palabras dan lugar a la reflexión y el debate.

Fidel Castro en la casa del Che. Alta Gracia, Córdoba

Fidel Castro en la casa del Che. Alta Gracia, Córdoba

Ni el propio Kirchner, que conducía la sesión, se atrevió a cortarle la palabra a Fidel cuando se excedió en su tiempo. Luego, junto a Chávez, reunió decenas de miles de personas que fueron a escucharlo a la Ciudad Universitaria. Al día siguiente el revuelo fue en Alta Gracia, cuando visitaron la casa donde vivió el Che. ¿Qué nos dejó su visita?

Su entusiasmo por el Mercosur

El entusiasmo manifestado por Castro respecto de que el Mercosur “está más pujante que nunca”, nos lleva directamente al debate. No compartimos esa reivindicación de la economía capitalista semicolonial de los mayores países sudamericanos (ver artículo central). Ese “mercado” reivindicado por Fidel es una herramienta para que las grandes empresas y las multinacionales tengan sumida en la pobreza a la mayor parte de la población de nuestros países. Latinoamérica es récord en la desigualdad de la distribución de la riqueza. No hubo en su discurso (tampoco en el de la Cumbre de los Pueblos) ninguna referencia al robo de las deudas externas, por ejemplo, o al papel de los monopolios imperialistas, como sí lo supo hacer Castro tiempo atrás.

Su propuesta más concreta fue un plan de tres años para “erradicar el analfabetismo”. Pero Fidel apoya a los presidentes del Mercosur cuando en sus países no sólo aumenta el analfabetismo, sino el hambre que impide a los niños aprender.

Cuba sufre un infame bloqueo por parte del imperialismo yanqui desde hace más de cuarenta años. Defendemos todo lo que debilite ese bloqueo. En ese sentido, no es cuestionable la suscripción de un acuerdo comercial entre el Mercosur y Cuba. Pero consideramos equivocada la reivindicación por parte de Castro del Mercosur y los gobiernos que lo integran.

¿La batalla de ideas?

En otra parte de su discurso ante los presidentes, Fidel Castro, denunciando a “este caballerito” (Bush), volvió a repetir que “la batalla no será con las armas, sino con las ideas”.

Castro viene predicando desde hace rato esa “batalla de ideas” para contraponerla a la lucha por la revolución, para llamar a no repetir la experiencia cubana. Ya se lo escuchamos acá en 2003, cuando dijo en un acto en la explanada de la Facultad de Derecho: “Nosotros no recomendamos fórmulas dogmáticas, no nos ponemos a recomendar que tengan tal y más cual sistema social. Conozco países con tantos recursos, que con el uso adecuado de los recursos no tendrían ni necesidad, vean, de hacer un cambio revolucionario con relación a la economía, de tipo radical, como el que ha hecho nuestro país”. Hace rato que viene diciendo que no hay que cambiar el sistema económico de nuestros países capitalistas semicoloniales.

Desde la década del 70, antes incluso de la disolución de la URSS, viene recomendando la idea de que no se debe seguir el ejemplo de la Cuba revolucionaria de los inicios de los años 60. Así, por ejemplo, fortaleció el camino de reconstrucción del capitalismo que emprendieron los dirigentes sandinistas luego de su triunfo en julio de 1979 contra Somoza en Nicaragua. (Ver página 10.)

Entendemos que Castro en una cumbre oficial, con otros presidentes latinoamericanos, deba ser extremadamente cuidadoso y nada panfletario. Pero sus llamados a seguir bajo el capitalismo y no luchar por la revolución es lo que viene recomendando en numerosos eventos sindicales, políticos y de todo tipo donde se reúnen luchadores y sectores populares, dentro y fuera de Cuba.

Extrañamos aquella frase del Che “revolución socialista o caricatura de revolución”. La defensa de Fidel de la llamada economía mixta, una variante de capitalismo con participación del Estado, ha confluido con el discurso “antineoliberalismo” de gosindibiernos como el de Lula y Kirchner, que son correa de transmisión directa de las multinacionales y el imperialismo en la región. Y ahora es lo que se aplica en Venezuela con el nombre engañoso de “socialismo del siglo XXI”.

También consideramos equivocadas las alabanzas de Castro al gobierno chino. No sólo porque es una horrenda dictadura. De la mano del Partido Comunista chino se ha venido privatizando, instalando multinacionales, introduciendo cada vez más el capitalismo y sometiendo a una feroz superexplotación a los trabajadores y a su pueblo. Por ese camino implementado y aconsejado por Fidel, se debilitan tanto las conquistas del pueblo cubano logradas con su revolución, como la lucha antiimperialista y contra los gobiernos patronales y proyanquis de toda América latina.

Tampoco se escuchó por parte de Castro ningún llamado a impulsar un frente de países deudores para dejar de pagar la deuda, nacionalizar los recursos naturales ni ninguna medida concreta de lucha en pos de la Segunda Independencia.

Más allá de las ilusiones de quienes hicieron un gran esfuerzo para ir a escucharlo a Córdoba como al único líder vivo de un proceso revolucionario, de Fidel quedó, como siempre, su gran oratoria. Desgraciadamente, ninguna medida concreta que pueda ayudar a los luchadores de nuestro continente a liberarnos del yugo del imperialismo.


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