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Repudio mundial a Bush e IsraelIsrael, con el apoyo de Bush, sigue con el genocidio en Líbano y Palestina. Pero esos pueblos están oponiendo una dura resistencia logrando empantanar la ofensiva militar sionista. Hay movilizaciones de repudio en todo el mundo.
Las tremendas imágenes de niños masacrados en el pequeño pueblo libanés de Qaná mostraron a millones que Israel es un Estado terrorista y genocida, comandado por criminales de guerra similares a los jerarcas nazis. Pero Israel no está sola. Ahí está Bush, el genocida mayor, aplaudiendo sus masacres y mandándole bombas de “precisión”. El gobierno yanqui considera oficialmente a la salvaje agresión israelí como parte de “la guerra contra el terrorismo”. Los bombardeos han obligado a casi un millón de personas a escapar de sus casas y han destruido hospitales, usinas eléctricas, caminos, puentes y fábricas en Líbano y Gaza. Pese a este despliegue de crueldad, el ejército israelí no logró destruir a la organización libanesa Hezbollah ni derrotar a la resistencia palestina. Ni tampoco recuperar a los tres soldados por los que, según ellos, comenzó la guerra. Aquello que fue considerado hace dos semanas un conflicto rápido con empleo del poder aéreo y ataques sobre blancos específicos de incursiones comando para deteriorar los recursos de Hezbollah se ha convertido ya en una crisis. “Israel está muy lejos de una victoria decisiva y sus principales objetivos no se han cumplido”, escribió el analista militar más respetado del país, Zeev Schiff, en el matutino Haaretz… Este callejón sin salida dejó atónito a Israel” (The New York Times). “Todos somos resistencia” La desproporción de fuerzas es abrumadora. Mientras Israel dispone de miles de aviones, tanques, cañones de precisión, misiles guiados y otras armas de última generación, Hezbollah tiene armas de mano, algunas armas antitanque y los cohetes katiusha que pegan en cualquier lado. Su defensa ante misiles y aviones es simplemente esconderse para reaparecer en la retaguardia de los israelíes, lanzándose al combate con enorme valor. “El miércoles, en Bint Jubayl, una ciudad que los israelíes habían dicho que controlaban, una emboscada de Hezbollah inmovilizó durante horas a los soldados de infantería de la brigada de elite Golani. Por momentos los disparos eran tan nutridos que los soldados israelíes no pudieron devolverlos; ocho israelíes murieron… fue una visceral amenaza para el futuro” (The New York Times). Cabe destacar que los soldados que mandó Israel son sus mejores tropas de elite y no improvisados reclutas. Pero si unos miles de milicianos de Hezbollah pudieron resistir e incluso hacer retroceder al ejército israelí, considerado el sexto ejército a nivel mundial, es porque tienen un inmenso respaldo popular. Como los vietnamitas de hace treinta años utilizan un sistema de túneles para desaparecer y volver a aparecer en cualquier momento. Pero su protección más grande es la propia población que los defiende. Por eso los bombardeos israelíes a la población civil tienen una lógica militar: golpear a la base de apoyo de Hezbollah, produciendo el éxodo masivo de la población. El tiro por la culata Pero estos golpes despiadados de Israel se pueden convertir en un bumerán. “Con la matanza de Qaná, en el más sangriento ataque emprendido por Israel en estos veinte días, el Líbano pareció decir basta y, en una reacción masiva y espontánea, se encolumnó detrás de Hezbollah para la resistencia”. Quien esto escribe no es un “terrorista”, sino nada menos que la enviada especial del diario La Nación, Silvia Pisani. “Hasta los cristianos corearon el nombre del jefe musulmán, Hassan Nasrallah… eran miles los manifestantes en todo el país en un mismo grito… El primer blanco de la ira fue la suntuosa sede de Naciones Unidas, contra el que cargaron varios jóvenes indignados… El país volvió a la resistencia del pasado. ‘¡Beirut, hurra, hurra [libre]! ¡Todos somos resistencia! ¡Todos somos el Sur!’, ‘¡Qaná, masacre apoyada por [Condoleezza] Rice!’, eran algunos de los gritos” (La Nación, 31 de julio de 2006). Todos los reportes indican que la popularidad de la resistencia libanesa se agiganta en todos los países árabes, al mismo tiempo que el odio a Israel y los Estados Unidos. Los corruptos reyezuelos petroleros árabes y el dictatorial gobierno egipcio, todos proyanquis, ven peligrar su estabilidad y también “condenan” a Israel, aunque sin mover un dedo. En Irak ya están empantanadas las tropas yanquis enfrentando otra rebelión popular armada. ¡Solidaridad mundial con la resistencia libanesa y palestina! Mientras Israel sigue sus furiosos ataques, el amo yanqui, por boca de Condoleezza Rice, dijo que esta semana “podría alcanzarse un cese del fuego”. Si Israel no puede doblegar en pocos días a Hezbollah, entonces papá Bush correrá en su auxilio. El plan de recambio es instalar una fuerza militar multinacional con participación de países europeos de la OTAN en el sur de Líbano para desarmar o contener a Hezbollah. Esto equivaldría a una ocupación por parte de países que han sido en los hechos aliados de Israel. Este plan ya ha sido rechazado por Hezbollah. Hay que poner en pie un gran movimiento internacional de apoyo a la resistencia palestina y libanesa. Su victoria será la victoria de todos los oprimidos y explotados del mundo. ¡Basta de hipócritas complicidades con los genocidas de Israel! Hay que exigir a todos los gobiernos la ruptura total con Israel e impulsar el boicot a productos israelíes, viajes, o cualquier relación con ese régimen terrorista y genocida. Hay que reclamar a Siria que abra sus fronteras para pasar ayuda militar y voluntarios. Y a Irán que entregue armas modernas a los combatientes para poder enfrentar a Israel. ¡Fuera Israel de Líbano y Palestina! ¡Libertad a todos los presos palestinos y libaneses en Israel! ¡Reposición del gobierno a Hamas! |
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