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1896: tres meses de lucha heroicaLa primera huelga general ferroviariaHace 110 años se inició desde los talleres de Tolosa la primera huelga de carácter general en los trenes. Los trabajadores pelearon por la jornada de 8 horas, la supresión del trabajo a destajo y otras reivindicaciones inmediatas.
En la última década del siglo XIX, la Argentina vivió una creciente actividad huelguística*. Ya en 1878 los tipógrafos habían protagonizado la primera huelga en el país. Desde entonces siguieron organizándose las asociaciones obreras de todo tipo, influidas por anarquistas y socialistas. Los gobiernos oligárquicos y la patronal respondían habitualmente con represión y rechazando las demandas, pero los trabajadores de los distintos oficios, en su mayoría emigrados de Europa, se iban templando en esos enfrentamientos, unos victoriosos y otros derrotados. En 1895 por primera vez la lucha de un oficio, los yeseros, logró la jornada de 8 horas y aumento de salarios. En ese solo año hay 19 oficios que salen a la huelga, que llega a afectar a 22.000 obreros. En 1896, las huelgas, con 26.000 participantes, asumen una extensión e intensidad inéditas. La mayoría demanda las ocho horas. Los conductores de carruajes las logran. Y la gran pulseada será con los ferroviarios. Tres meses de lucha heroica La huelga en las empresas ferroviarias británicas (Inglaterra era la potencia imperialista de mayor influencia entonces), fue, sin duda, la más importante registrada hasta esa fecha**. En los talleres de Tolosa del Ferrocarril del Oeste (cerca de La Plata), considerados los mayores del país junto con los de Solá (Barracas al Norte), comenzó el reclamo por la implantación de las ocho horas de trabajo, sin modificación de los salarios, la supresión del trabajo por pieza; la anulación del trabajo en los días domingos, y el pago doble de las horas extras, que debían realizarse sólo en casos excepcionales. La respuesta de la empresa fue una rotunda negativa. Setecientos operarios y peones pararon a primera hora del 10 de agosto de 1896. Se produjo un enorme despliegue de fuerzas policiales a pedido de los empresarios británicos. Una entusiasta asamblea respondió en forma unánime mantener la lucha y pedir solidaridad de todos los talleres ferroviarios de la República. Los ajustadores de los talleres de Caballito siguieron el ejemplo y adhirieron al paro. Tres días después, mil compañeros de los talleres de Solá (Ferrocarril Sud), votaron en asamblea un petitorio como el de Tolosa. El temple obrero se expresaba en el acatamiento del conjunto de los trabajadores de las decisiones de las asambleas, más allá de algunas discrepancias, en el nombramiento de delegados portavoces para ampliar la protesta y lograr mayor efectividad. La negativa de la compañía británica provocó el paro del personal ferroviario de Solá. Al poco tiempo el conflicto se extendió a los talleres de los ferrocarriles Sur, Oeste, Buenos Aires y Ensenada, Central Argentino, Buenos Aires y Rosario, Rosario y Pacífico, Santafesino, Central Norte y Córdoba. Se solidarizaron los ferroviarios de talleres Quilmes, Junín y Rosario; los de los talleres particulares de Basch, Shaw y Fénix -fundiciones que hacían trabajos para los ferrocarriles-, el personal de cambistas de La Plata y Tolosa y cuadrillas volantes de esta localidad. También adhirieron los obreros de la Fábrica La Negra y los Astilleros La Platense. El 15 de agosto la huelga siguió propagándose y allí estaban los trabajadores de la fábrica de alpargatas de la calle Defensa en la Capital, junto a operarios de los talleres de tranvías, los carboneros de Almirante Brown, Casa Amarilla y Constitución. Las asambleas determinaban petitorios y designaban comisiones para conectarse con todos los sectores. Las patronales comenzaron a preocuparse y requirieron del gobierno una actitud más dura. En Tolosa, Quilmes, Barracas, Campana, Caballito, Junín, Victoria, Rosario y otros talleres, veinte mil trabajadores se lanzaron a la huelga general. Fue el primer intento de ese carácter. Toda esta movilización se concretó sin tener aún una organización nacional que coordinara las fuerzas. Hombres y mujeres estaban juntos en la lucha. Los huelguistas de Tolosa comenzaron a combatir a los carneros y a hacer sabotaje. Guardaseñales, cambistas, enganchadores y algunos guardavías pararon. Seguía la lucha y los obreros de Bragado, Burzaco, estación Las Flores y la fundición El Carmen adhirieron. Las mujeres alpargateras de la fábrica La Argentina estaban en huelga y asamblea permanente. En Barracas al Norte, las “principales fábricas han apagado sus fuegos” por no tener un solo hombre que les trabaje. Según informó La Nación esos días, en ocho establecimientos los empresarios cedieron ante las demandas y mejoraron las condiciones laborales. Para unificar y dirigir el conflicto, las aún escasas organizaciones sindicales constituidas de ferroviarios crearon un Comité Mixto integrado por huelguistas de los diferentes talleres. Así, la lucha se extendió por varios meses, a pesar de la creciente represión. El gobierno y los empresarios cerraron filas No se logró el triunfo, pero esa primera huelga general fue una experiencia inmensa para las innumerables batallas posteriores. Hubo una concreta manifestación de solidaridad internacional. Trabajadores genoveses rechazaron la oferta de trabajo que hacían en Italia para no carnerear. El último reducto, los talleres Solá, sostenía la lucha y los obreros junto a sus familias concentraban sus fuerzas, que llegaban a 3500 personas, para impedir el ingreso de rompehuelgas. El anuncio de la inminente llegada de 500 obreros italianos contribuyó a debilitarlos. La patronal exigía al gobierno expulsar al elemento extranjero que producía estos levantamientos. Esto se concretaría seis años después con la sanción de la ley 4144, de Residencia. En Argentina, al finalizar el siglo XIX, la clase obrera con sus luchas ya se mostraba como una de las principales protagonistas de nuestra historia. * Sebastián Marotta: Movimiento sindical argentino. Tomo I. ** Según investigación de Juan Carlos Cena y Mario Gasparri. |
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