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Duro revés para Bush e IsraelIsrael bombardeó e invadió la Franja de Gaza primero y el Líbano después, con el apoyo y las armas entregadas por Estados Unidos. El objetivo fue acabar con el gobierno palestino de Hamas y con el poder de Hezbolláh en el Líbano, para lograr regímenes dóciles a los dictados yanquis. Pero fracasaron. El ejército israelí no pudo doblegar a la resistencia libanesa y fue obligado a retirarse con fuertes bajas.
Israel confió en una rápida campaña para aplastar a Hezbolláh, mientras seguía asesinando y secuestrando palestinos en Gaza. Cuando Beirut se batía bajo las bombas, la Secretaria de Estado de Bush, Condoleezza Rice, lanzó su célebre frase, que hubiera despertado la admiración del propio Hitler: “estos son los dolores de parto de un nuevo Medio Oriente”. A los 15 días de guerra, “un allegado del presidente George Bush llamó furioso a un alto oficial del ejercito israelí. Las preguntas que le hizo fueron más una amonestación: ‘¿Qué sucede con ustedes? El ejército más fuerte de la región, uno de los mejores del mundo, hace casi dos semanas que están empantanados en la frontera con una banda terrorista. ¿Qué los detiene?’ ” (relatado por diario israelí Haaretz, citado por Clarín). El diario no dice qué contestó el general israelí. Podemos imaginarlo. No esperaban encontrar lo que encontraron, no esperaban toparse con miles y miles de combatientes que salían desde cada casa y hasta de agujeros en la tierra, con valentía temeraria, para lanzarse a enfrentar a los invasores. No es la resolución de la ONU lo que hizo retirar a los sionistas del Líbano. Fue la heroica resistencia popular libanesa encabezada por Hezbolláh la que enfrentó con éxito al sexto ejército del mundo, que contaba con dominio aéreo y naval, infligiéndole fuertes pérdidas: le hundió 3 barcos, destruyó decenas de tanques, varios helicópteros y mató a 120 invasores sionistas. Por qué se van La resolución 1701 de la ONU ordenando el cese del fuego, fue demorada durante un mes por Estados Unidos, mientras la aviación israelí mató a 1200 libaneses, dejó con heridas graves a varios miles, demolió 17.000 viviendas, destruyó todas las rutas de la zona sur, el aeropuerto de Beirut y obligó a un millón de personas a escapar de sus casas. Si por fin, el sábado pasado, Estados Unidos y el Consejo de Seguridad de la ONU pidieron el cese del fuego, fue para cubrir la retirada Israelí, que no pudo quebrar la resistencia popular pese al enorme castigo impuesto al pequeño país del Líbano. Por otro lado, los yanquis estaban presenciando un proceso político social en Medio Oriente que amenazaba con golpear a todos los gobiernos árabes proyanquis. Centenares de miles de árabes se lanzaron a las calles en Jordania, Egipto, Arabia Saudita y los pequeños emiratos del Golfo, con consignas contra Israel y Estados Unidos. La manifestación más grande fue en Irak, donde las tropas yanquis tuvieron que soportar a un millón de personas que a pocas cuadras los insultaban en árabe. El presidente de Irán afirmó que hay que “borrar del mapa” a Israel y habló ante grandes manifestaciones populares. Por todo esto los yanquis dieron la orden de detener al ejército israelí. “Rice entrevió que la ‘ausencia de objetivos claros’ en la campaña militar, podía producir un desastre aún mayor y giró su gestión para acompañar las iniciativas francesas que llevaran a un cese del fuego” (Clarín, 14/8). Temían una rebelión generalizada de la región. Un Vietnam todavía más grande. Por último, el repudio popular mundial a Israel y Estados Unidos también fue un factor determinante. Repudio que no pudo detener la denuncia de los supuestos “atentados frustrados” en Gran Bretaña. Derrota de Israel y Estados Unidos Lo cuentan los corresponsales: los refugiados libaneses volvían a sus casas bombardeadas con banderas de Hezbollá y lanzando consignas contra Israel. Así lo vio Javier Solana, canciller de la Unión Europea: “Lo que se pretendía originalmente era aislar a Hezbollah y lo que se está consiguiendo en la práctica es otra cosa, probablemente muy diferente... Hoy en las calles de los pueblos del mundo árabe se ve una simpatía hacia Hezbollah que claramente no existía antes” (declaración a Clarín 14/8). Por otro lado, en Israel, arrecian las críticas a Olmert (el primer ministro). Un destacado columnista de Haaretz pidió que renuncie. “Si Olmert se escapa de la guerra que el inició, no podrá permanecer como el Primer Ministro ni siquiera por un solo día. No se puede liderar una nación a la guerra prometiendo la victoria, provocar una derrota humillante y permanecer en el poder. No se puede sepultar a 120 israelíes en los cementerios, mantener a un millón de israelíes en los refugios por un mes, habernos dejado sin el poder de disuasión, atrayendo la próxima guerra dentro de poco, y luego decir, uy, he cometido un error.” (www.elreloj.com) El resultado objetivo de los 34 día de guerra ha sido un debilitamiento de Israel y un fortalecimiento de Hezbolláh, Siria e Irán, y las masas árabes frente a Israel y al imperialismo. La mentira de la «paz» Sería una buena noticia que se hubiese logrado una verdadera paz para los pueblos de la región. Pero no es así. La resolución de la ONU deja las manos libres a Israel para seguir masacrando palestinos y decreta la ocupación de tropas de la ONU del sur del Líbano, esto último, para intentar hacer lo que no pudo lograr Israel. Lamentablemente, por estas circunstancias, aunque se detuvieron momentáneamente los ataques, no se puede decir que las agresiones terminaron. Mientras exista un estado genocida y terrorista como Israel, y Estados Unidos siga apoyando invasiones y ocupando países como Irak, no habrá paz verdadera en Medio Oriente. Es fundamental mantener la solidaridad internacional, exigiendo la retirada inmediata de Israel sobre todas las tierras que invadió, el cese de sus ataques a los palestinos, su retiro incondicional del Líbano, Gaza y Cisjordania, defendiendo el derecho del pueblo libanés a tener sus propias organizaciones políticas y sus milicias, lo que incluye el derecho de Hezbolláh a permanecer con sus armas en el sur del Líbano. Además hay que decir no a las tropas de la ONU (ya había tropas de la ONU y no levantaron un dedo para impedir la masacre perpetrada por Israel), y pronunciarse por el juicio y castigo a todos los genocidas, exigiendo reparaciones a los pueblos agredidos y dando apoyo a la resistencia iraquí para que se vayan los yanquis de ese país. |
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