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Liliana Olivero
Escribe:
Liliana Olivero
Legisladora MST-El Socialista - Córdoba

La Iglesia Católica y el aborto

“Una cuestión de muerte”

Este domingo apareció en todos los medios una solicitada paga de la Conferencia Episcopal Argentina, bajo el título “una cuestión de vida o muerte”. La Iglesia, aunque lo quiere encubrir, al oponerse al aborto, está claramente por la muerte. Al caso de la joven discapacitada y violada en la Provincia de Buenos Aires, se ha sumado uno similar en la provincia de Mendoza. Aunque la justicia falló a favor en ambos casos en segunda instancia, la utilización del tiempo a favor de los antiabortistas casi deja a estas jóvenes en una situación de mayor desamparo y vulnerabilidad. La Iglesia Católica, a la cabeza de la violación de los derechos humanos.

La retrógrada jerarquía católica milita contra la vida

La retrógrada jerarquía católica milita contra la vida

El debate moral, filosófico, político y de derecho sobre el aborto, se ha convertido en un tema cotidiano que puede llevar años. Mientras tanto, entre una y dos mujeres mueren por abortos clandestinos cada día en nuestro país.

Los jueces que admiten los amparos y/o dilatan los procedimientos que los médicos están dispuestos a realizar, están condenando a las mujeres a la muerte o a graves daños en su salud, enviándolas al circuito clandestino para obtener de manera insegura y riesgosa lo que en derecho les corresponde.

La cultura de la muerte

El documento emitido por el Episcopado Argentino antes señalado, es para justificar su imponente campaña a favor de la muerte de mujeres pobres que no tienen los medios para acceder al aborto seguro.

Es cierto. Es cuestión de vida o muerte. La semana pasada, en el Hospital de Wilde, una mujer de 35 años murió por una hemorragia causada por un aborto clandestino realizado con métodos caseros. Era una mujer pobre, claro.

Las mujeres pobres se mueren, como sucedió en este caso, porque no pueden pagar su aborto en una clínica privada como hacen las mujeres ricas, que solucionan el problema con una intervención rápida, indolora y sin riesgos.

La penalización del aborto, - bandera de las campañas de la Iglesia Católica contra la educación sexual, los anticonceptivos y el preservativo-, no evita los abortos, sino que los aumenta en número y riesgo, discriminando según cómo se realizan, de acuerdo a la condición social de las mujeres.

En regiones como América Latina o el África, donde la Iglesia Católica tiene mucha influencia sobre el Estado, esta política contra la educación sexual y en particular contra el uso de preservativos, no sólo se cobran millones de vidas por los abortos clandestinos sino también, por los avances de la epidemia del SIDA que afecta cada vez más a mujeres jóvenes y pobres.

Esta hipocresía y doble moral, es una clara muestra de que las instituciones oficiales de la Iglesia Católica defienden la cultura de la muerte. Cada mujer que muere por un aborto clandestino es una prueba de ese crimen.

“Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir”

“Es difícil dejar de lado la formación cristiana y jurídica”, dijo la jueza de menores Inés Siro para justificar su fallo contra el pedido de autorización de aborto para la joven discapacitada mental de Guernica. Curiosa justificación. Aquellos jueces que se sostienen en su formación religiosa para impedir el cumplimiento de este derecho, son los mismos que no persiguen ni condenan a los violadores. Menos aún, se encargan de condenar a los grupos que diciendo sostener la vida, amenazan con bombas y muertes a los hospitales que posibilitan el ejercicio de este derecho humano.

Pero el responsable último de todo esto es el gobierno, que se niega a hacer votar una ley que despenalice el aborto, como ocurre en muchos países del mundo, dejándole las manos libres a la Iglesia y a estos grupos reaccionarios y ultraminoritarios para que sigan presionando hasta para que no se cumpla con los excepcionales casos que contempla la ley. El mismo gobierno que mantiene económica y políticamente a la Iglesia Católica como uno de sus principales aliados.

La tarea de las organizaciones de mujeres y varones, de trabajadoras y trabajadores, de las organizaciones de derechos humanos, de las agrupaciones de distintos credos que se oponen a estas políticas asesinas como las Católicas por el Derecho a Decidir, es seguir luchando porque no haya una sola muerte más por abortos clandestinos.


Marta Alanis
(Coordinadora de Católicas por el Derecho a Decidir)

“La jerarquía de la Iglesia -y más aún estos grupos- mantiene una postura ideológica que intenta disciplinar y controlar la vida sexual y reproductiva de todas las personas, especialmente de las mujeres. Pero el cristianismo no dice que haya que perseguir a una mujer que exige el derecho que le da la ley para que se le practique un aborto a su hija discapacitada y violada. Porque creemos que es hipócrita excomulgar a una mujer que aborta en nombre del derecho a la vida y al mismo tiempo se le da la comunión a alguien como Videla. ¿Qué pasa? ¿El derecho a la vida es solo del embrión? De la misma manera es hipócrita condenar el sexo y el uso de preservativo hasta para prevenir el Sida y cubrir los delitos sexuales de representantes de la institución”.

Te y fax: 54-351-4229104
Email: cddcba@arnet.com.ar


Voces a favor de la despenalización

Nancy Pazos

“Las mujeres pobres deberían poder interrumpir sus embarazos en las mismas condiciones de higiene y salubridad que tienen las hijas de clase media y pudiente de la Argentina. Hay consultorios ginecológicos que practican este tipo de intervenciones a una cuadra de la facultad de Medicina y allí van las chicas bien y nadie se entera. Las estadísticas de muerte por septicemia en las que caen las mujeres pobres que recurren a cualquier método con tal de lograr la interrupción del embarazo son escalofriantes. Ver a esa madre mendocina esposa de un militar, con seis hijos y veintitantos de nietos, crucifijo en el pecho, defender el derecho a la vida de su hija discapacitada y pedir la interrupción del embarazo, fue la imagen más contundente. Y es un paso adelante”

Cristina Banegas

“Hay mucha hipocresía. Apoyo la lucha por la despenalización y creo que es una locura seguir sosteniendo que el aborto es un delito mientras las desprotegidas de siempre se mueren en una camilla por no tener plata. La sociedad es absolutamente hipócrita en este tema. Yo tuve la experiencia de un aborto y también acompañé a otras mujeres; pero más allá del dolor que significa en cualquier caso, para nuestra clase media no es lo mismo que para las más pobres, que no pueden pagar un aborto seguro”

Jazmín Stuart

“Si se practican 700 mil abortos clandestinos por año, a raíz de los cuales mueren 100 mujeres, es urgente pensar en la despenalización”

Belén Blanco

“Las mujeres debemos poder decir si queremos un hijo y no pueden obligarnos a la clandestinidad”

Ursula Vargues

“Luego de la fecundación, el feto es en un principio parte del cuerpo de la madre, no es una persona independiente, por eso la mujer debe decidir sobre lo que pasa en su cuerpo”

Gisela Marzziotta

“El aborto existe aunque sea ilegal. Y porque es ilegal mueren tantas mujeres, sobre todo las de bajos recursos. Las que tienen plata se lo hacen en un lugar con las condiciones sanitarias optimas, eso es parte de la discriminación del sistema”

Andrea Politti

“Tiene que haber educación sexual en escuelas y despenalización en el marco de una política integral.”


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