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Escribe:
Jose Castillo
Plata para educación, no para la deuda
Según el ministro Filmus, en esta nueva ley no se debaten los temas presupuestarios porque ellos ya están resueltos en la Ley de Financiamiento Educativo. ¿Qué es lo que “está resuelto”? Esa norma, aprobada a fines del año pasado, plantea subir la inversión en educación (no el gasto, o sea que incluye supuestas inversiones de privados), del 4% al 6% del PBI en cinco años. En concreto plantea que recién en el 2010 recuperaríamos los niveles del 2001, y con el 60% aportado por las provincias.
Ningún gobierno puede afirmar que prioriza la educación si destina apenas el 7,5% del presupuesto nacional a esa finalidad. Poniendo claridad sobre los números: son apenas 7.050 millones de pesos, mientras que este año se pagaron en efectivo 9.000 millones de dólares para cancelar por adelantado la deuda al FMI. La Ley de Financiamiento Educativo presenta como un gran logro aportar 10.000 millones de pesos a la educación en seis años, que es lo mismo que el Estado nacional está recaudando por mes.
Para realizar alguna comparación de esas que tanto le gustan al gobierno, preguntémonos cuánto es el gasto anual por alumno: en la provincia de Buenos Aires es de $1.133 -365 dólares, uno por día-, pero hay provincias donde es peor, como Misiones, que apenas le dedica $765 al año. Mientras tanto, en Europa se destinan por alumno 4.600 dólares, y en Canadá, 5.300.
Es obvio que es puro doble discurso debatir cualquier mejora de la educación pública sin comenzar por la plata. La propia UNESCO recomienda dedicar el 25% del presupuesto nacional a educación. Ese es el monto básico que debe destinar el Estado nacional y cada una de las provincias. El otro indicador que propone dicha organización internacional es dedicarle el equivalente al 8% del PBI. Entendemos que con el deterioro infraestructural en que nos encontramos debe decretarse la emergencia educativa y que, en un primer momento, el importe ideal para educación sea el 10% del PBI.
Pero no basta simplemente con el aumento. También debe quedar claro que el mismo debe ir al sostenimiento de la educación pública en un 100% de los recursos, ya que hoy más del 15% se destina a subsidios a instituciones privadas.
Todo esto es financieramente posible si dejamos de pagar la fraudulenta deuda externa y le agregamos un impuesto de 5% a las superganancias de las empresas privatizadas.
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