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Mercedes Petit

16 de septiembre de 1976

A treinta años de “La noche de los lápices”

Se cumplen treinta años de una de las masacres emblemáticas del genocidio. Siete estudiantes secundarios fueron secuestrados en La Plata. Sólo uno, Pablo Díaz, sobrevivió. Desde el año anterior estaban movilizándose por el boleto estudiantil. Gracias a la lucha popular, los mártires de “La noche de los lápices” han quedado en la historia.

Para lograr justicia por ellos, hay que seguir movilizándose

Para lograr justicia por ellos, hay que seguir movilizándose

Eran Claudio de Acha (17 años), María Claudia Falcone (16), Horacio Húngaro (17), Daniel Alberto Racero (18), María Clara Ciocchini (18) y Francisco López Muntaner (16). Durante 1975 estuvieron impulsando desde sus colegios asambleas, petitorios y movilizaciones. Finalmente, lograron su objetivo: arrancarle al gobierno de Isabel Perón-López Rega el boleto estudiantil en la ciudad.

No los detuvieron ni la represión con palos y gases de la policía, ni las amenazas del Comando de Organización, que reclutaba gente para las bandas parapoliciales tipo Triple A que ya habían comenzado a operar en la zona.

El triunfo fue anunciado el 13 de septiembre de 1975 por Daniel Racero, que “se trepó al mástil del patio del Normal Nº 3 flanqueado por Horacio Húngaro, para anunciar la conquista del boleto estudiantil secundario”, por primera vez en la historia de La Plata (La noche de los lápices, de María Seoane y Néstor Ruiz Núñez).

Asesinados por el terrorismo de Estado

Un año después de aquel triunfo, el terrorismo de Estado había reemplazado desde el gobierno militar a las bandas parapoliciales. Con la dictadura militar la represión comenzó a golpear a miles y miles de activistas de todos los sectores que habían enfrentado a Isabel Perón. En los colegios platenses, los estudiantes se organizaban clandestinamente y resistían con volantes, pintadas y otras actividades.

El coronel Ramón Camps, jefe de la policía bonaerense del 76 y el 77, dio una orden a su segundo, el comisario general Miguel Osvaldo Etchecolatz (jefe de investigaciones): “Acabar con el accionar subversivo en las escuelas”. Hombres de anteojos oscuros, milicos y policías armados comenzaron a ingresar en los colegios para amedrentar y recoger información sobre los pibes que habían encabezado la lucha por el boleto.

La noche del 16 de septiembre secuestraron y “desaparecieron” a los seis jóvenes. A los pocos días chuparon a otro, Pablo Díaz, que fue el único sobreviviente y pudo declarar que habían sido brutalmente torturados en el Pozo de Banfield.

Ni olvido ni perdón

En 1982 la movilización revolucionaria acabó con la noche negra de la dictadura y comenzó la larga lucha por castigar a los genocidas. Se fue armando el rompecabezas que fue ubicando los lugares de detención y torturas, los nombres de los represores, los últimos momentos de muchas de las víctimas. Así se fue instalando, particularmente entre los estudiantes secundarios, el homenaje a los estudiantes platenses. Surgió el nombre que los identifica, “La noche de los lápices”. En 1986 se estrenó una película con ese título del director Héctor Olivera, basada en la investigación de María Seoane, recordando su lucha y su martirio.

¿Y los asesinos? El coronel Camps fue condenado en 1986 a 25 años de prisión por sus crímenes durante la dictadura. Pero gracias a la Obediencia Debida y el Punto Final de Alfonsín, prácticamente no pasó ni un día en la cárcel. Murió de cáncer en 1994.

Etchecolatz está preso. En 1999, aún vigentes dichas leyes aberrantes que lo habían beneficiado, la lucha popular logró sentarlo entre los acusados en el Juicio por la Verdad en La Plata. Pero recién este año, y gracias a la nulidad de las leyes del perdón fruto de la lucha popular hecho carne en un proyecto de Patricia Walsh, se logró otro paso muy importante, iniciándose el juicio en la Cámara Federal de La Plata. Tuvo que abandonar la comodidad de su casa en Mar del Plata y quedó detenido en la cárcel de Marcos Paz.

Las nuevas generaciones en estos años han tomado la posta contra el genocidio para lograr juicio y castigo a los represores de ayer y de hoy. Cada 16 de septiembre, estudiantes secundarios y jóvenes universitarios dicen “como a los nazis les va a pasar, adonde vayan los iremos a buscar”, demostrando que los mártires de “La noche de los lápices” no serán olvidados jamás.


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