Fuerza Aérea S.A.

“La inseguridad y la corrupción siguen en el aire”

El estreno del filme Fuerza Aérea SA, del director Enrique Piñeyro, ha puesto en manos del gran público el conocimiento sobre las graves irregularidades que se producen en los controles de la seguridad en la aviación aerocomercial. El gobierno quiere tapar el escándalo con un simple traspaso al área civil.

Enrique Piñeyro con afiches de sus películas

La película muestra los altos niveles de inseguridad en tierra: las instalaciones están fuertemente deterioradas, en desuso y el nivel profesional es bajísimo. Lo que se muestra es escalofriante. En una escena, un técnico, sin saber que lo están filmando, dice: “Si el pasajero supiera no sube más a un avión”. En otra se ve una torre de control donde la pantalla del radar está fallada, se apaga y se enciende, mientras los aviones desaparecen de la vista de los controladores, a riesgo de chocar entre ellos. Incluso en una se ve el lanzamiento de un misil (en un entrenamiento militar) que pasa cerca de un avión europeo que estaba por aterrizar en Ezeiza. El piloto no puede creer lo que está pasando y pregunta qué sucede a la torre de control. Nadie le contesta, sencillamente porque no existe quién sepa hablar bien inglés.

No es la primera denuncia de Piñeyro. Ya anteriormente había mostrado la compleja trama de corrupción que envolvió al accidente de LAPA con su película Whisky Romeo Zulu.

Todo esto no hace más que volver a poner en el tapete el absoluto desastre que rodea a la seguridad aérea. En diez años, la aeronavegación argentina acumula un avión de Austral-Express al que se le salió una puerta (muriendo una azafata), otro que cayó en Fray Bentos, el terrible accidente de LAPA en Aeroparque y el avión de la Fuerza Aérea que cayó el 9 de marzo en Bolivia a poco de despegar. Sumémosle el escándalo de las narcovalijas de Southern Winds, y más atrás el vaciamiento deliberado que se ha hecho con Aerolíneas desde su privatización, el cierre de LAPA, la aparición y desaparición de otras aerolíneas como Dinar, Laer y Aerovip, y el estado de las concesiones de los aeropuertos, con un Eurnekian, dueño de Aeropuertos 2000, que no paga el canon desde 1998. Así tenemos el “mapa completo” de lo que debería ser un servicio estratégico transformado en un campo mafioso donde los negociados no sólo dejan millones de dólares en manos de los pulpos, a costa del erario público y los puestos de trabajo de miles de empleados de las firmas, sino que directamente juegan con la vida de los pasajeros.

¿El gobierno no sabía?

Cabe mencionar que la Argentina es uno de los pocos países del mundo donde el control de la aviación comercial depende de la Fuerza Aérea. El gobierno, una vez más, hace “como que recién se entera”. Como si no hubiera bastado como muestra el escándalo de las narcovalijas. En ese entonces, apenas si se disolvió la archiquemada PAN (Policía Aeronáutica Nacional) constituyéndose una nueva fuerza, la PSA (Policía de Seguridad Aeroportuaria), cumpliendo la misma función, con el único cambio de que ahora depende del Ministerio del Interior. ¿Era necesario un filme documental para que la ministra de Defensa se diera cuenta de lo que estaba pasando bajo sus narices?

Lo que sucede es que está en juego una parte importantísima de la Fuerza Aérea, el denominado Comando de Regiones Aéreas, que involucra a 5.000 militares (un tercio del total de dicha fuerza). La primera respuesta que dio la ministra Garré fue pedir una investigación… al brigadier Eduardo Schiaffino, jefe de la propia Fuerza Aérea (es como pedirle al lobo que averigüe quién se comió las ovejas). La salida con la que el gobierno pretende que todo se acalle consiste en traspasar el Comando de Regiones Aéreas, dependiente de la Fuerza Aérea, a la Secretaría de Transporte de la Nación encabezada por Ricardo Jaime. Pero resulta que el propio Jaime es el principal funcionario complicado en el escándalo de Southern Winds y el dueño de la caja de los subsidios millonarios para las empresas del transporte. De esa manera, la inseguridad y la corrupción siguen en el aire.

Una solución integral para la aeronavegación

Es obvio que el control de la seguridad aerocomercial debe salir de manos de la Fuerza Aérea. Pero no hay solución si no se procede a acabar con todos los focos de corrupción. Hay que reestatizar los aeropuertos. Hay que terminar con los pulpos internacionales que vienen a aprovechar las rutas rentables y vivir de subsidios reventando al resto. Y reemplazarlos por una empresa estatal de aeronavegación, sólida, que cubra todo el territorio nacional y sea capaz de aprovechar rentablemente las rutas internacionales. Y, en lo que al control específicamente se refiere, es fundamental la participación del personal técnico de las distintas aerolíneas y los usuarios, así como el esfuerzo del Estado con la formación en las universidades e institutos tecnológicos de personal civil especializado para cubrir con los mejores avances científicos las actividades que hoy tan ineficientemente desarrolla la Fuerza Aérea.

Sarna en Aeroparque

Se detectaron once casos de trabajadores aeronáuticos con sarna, contagiados en mostradores donde se chequean los pasajeros de LAN. Inmediatamente se cerró el área por iniciativa del cuerpo de delegados, que a pesar de no estar reconocido, cumple sus tareas defendiendo a los compañeros.

La empresa insistió hasta último momento en que se siguieran prestando los servicios. Fruto de la presión ejercida se logró el traslado de la atención al público hacia otro sector del aeropuerto. Los gerentes “apretaron” a los compañeros para que no difundieran la noticia, amenazándolos con sanciones. A pesar de ello, el hecho tomó estado público y se va a seguir difundiendo. La organización de la base le volvió a ganar a las arbitrariedades de LAN.

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