El Socialista

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Mercedes Petit

Fundador del surrealismo

Hace 40 años fallecía André Bretón

El 28 de septiembre de 1966, en una sencilla cama de hospital, a los 70 años moría André Bretón. Fue un escritor y un luchador. Defendiendo la Revolución Rusa, combatió a la burocracia de Stalin. Así confluyó con otro revolucionario perseguido, León Trotsky, con quien escribió el Manifiesto por un arte revolucionario independiente.

André Bretón y León Trotsky en su encuentro en México

André Bretón y León Trotsky en su encuentro en México

André Bretón nació en Francia en 1896 en el seno de una familia modesta que lo hizo estudiar medicina. Fue incorporado al ejército en la Primera Guerra Mundial y trabajó en hospitales psiquiátricos. Desde 1916 se fue ligando a distintos sectores artísticos de avanzada. Como tantos otros jóvenes intelectuales, se entusiasmó con el triunfo de la primera revolución socialista en Rusia, en 1917.

En 1924 fundó el movimiento surrealista. Sus postulados eran la libertad total para la creación artística, reivindicando la imaginación y el inconformismo ligados a la transformación revolucionaria del mundo que proclamó Carlos Marx.

Un luchador contra el estalinismo

En 1927 fue admitido en las filas del Partido Comunista francés. Su defensa incondicional de la libertad artística fue chocando cada vez más con el avance del totalitarismo burocrático. Stalin impuso un “arte proletario”, que denominó “realismo socialista”, y persiguió implacablemente a todo artista o intelectual que no lo aceptara incondicionalmente. Bretón combatió sin descanso la aberración del “realismo socialista” y fue expulsado definitivamente del PC francés en 1933. La defensa de sus concepciones marxistas y revolucionarias lo llevaron a confluir con otro gran luchador antiestalinista: el dirigente de la Revolución Rusa León Trotsky.

El Manifiesto de Bretón y Trotsky

En 1938 Bretón viajó a México y visitó a Trotsky, exiliado en Coyoacán. Intercambiaron ideas y experiencias. Juntos produjeron uno de los textos más importantes que desde el terreno de la creación artística denunció la monstruosa burocracia que había usurpado el poder en la primera revolución socialista triunfante: el Manifiesto por un arte revolucionario (ver recuadro abajo). Según Bretón, fue Trotsky quien más aportó en su redacción, aunque no pudo poner públicamente su firma.

Cuando regresó a Francia, André Bretón difundió el Manifiesto y siguió impulsando su movimiento hasta que la ocupación nazi lo obligó a exiliarse en los EE.UU. Regresó en 1946 y mantuvo hasta el fin de su vida no sólo su actividad impulsando el surrealismo, sino también su convicción revolucionaria y militante. A comienzos de los años 60 participaba en las actividades de solidaridad con la revolución argelina contra el imperialismo francés, defendiendo a los jóvenes objetores de conciencia que se negaban a ir a combatir.

Para los artistas y todos los luchadores revolucionarios el Manifiesto por un arte revolucionario independiente mantiene toda su vigencia y frescura. No sólo es una valiente y feroz denuncia contra la burocracia que hundió a la revolución en la URSS. Es un llamado a la defensa de la libertad en el arte y a la lucha por la revolución socialista, único camino para la emancipación de la humanidad.


Manifiesto por un arte revolucionario independiente

(Fragmentos*)
México, 25 de julio de 1938
André Bretón y León Trotsky

[…] Actualmente es la civilización mundial completa, en la unidad de su destino histórico, la que se tambalea bajo amenaza de unas fuerzas reaccionarias armadas con toda la técnica moderna. No sólo pensamos en la guerra que se avecina. Ya, desde ahora, en tiempo de paz, la situación de la ciencia y del arte se ha vuelto absolutamente intolerable.

[…] El fascismo hitleriano, tras haber erradicado de Alemania a todos los artistas en los que se expresaba en algún grado el amor a la libertad, aunque sólo fuese formal, ha obligado a los que aún podían consentir en sostener un pincel o una pluma, a convertirse en lacayos del régimen […]. Dejando de lado la publicidad, ha sucedido lo mismo en la URSS en el curso del furioso período de reacción que alcanza ya su apogeo.

[…] reconocemos que sólo la revolución social puede abrir paso a una nueva cultura. Si, no obstante, nosotros rechazamos toda solidaridad con la actual casta dirigente de la URSS, es precisamente porque nos parece que ella no representa al comunismo, sino que constituye su enemigo más pérfido y más peligroso.

Bajo la influencia del régimen totalitario de la URSS y por intermedio de los organismos llamados “culturales” que ella controla en los demás países, se ha extendido por el mundo entero un profundo crepúsculo hostil a la emergencia de cualquier especie de valor espiritual. Crepúsculo de fango y de sangre en el que, disfrazados de intelectuales y artistas, se suman hombres que han hecho del servilismo un móvil, de la negación de sus principios un juego perverso, del falso testimonio venal una costumbre, y de la apología del crimen un placer. El arte oficial de la época staliniana refleja, con una crueldad sin paralelo en la historia, sus irrisorios esfuerzos por aparentar lo que no es y enmascarar su verdadero papel mercenario. […]

La revolución comunista no siente recelo ante el arte. […] A la necesidad de emancipación del espíritu le basta con seguir su curso natural para llegar a fundirse y empaparse en esta necesidad primordial: la de la emancipación del hombre.

[…] A quienes nos apremien, sea para hoy o para mañana, a consentir que el arte sea sometido a una disciplina que consideramos radicalmente incompatible con sus medios, opongamos un repudio inalienable y nuestra deliberada voluntad de atenernos a la fórmula: total libertad en el arte. […]

La finalidad de este manifiesto es encontrar un terreno donde reunir a los defensores revolucionarios del arte, para servir a la revolución con los métodos del arte y defender la propia libertad de éste contra los usurpadores de la revolución. […] Los marxistas pueden marchar aquí de la mano de los anarquistas a condición de que unos y otros rompan implacablemente con el espíritu policíaco reaccionario, ya sea representado éste por José Stalin, o por su vasallo García Oliver**. […]

La independencia del arte – por la revolución;

La revolución – por la liberación definitiva del arte.

Notas:
* Véase el texto completo en Literatura y revolución, de León Trotsky. Ediciones Crux, 1989.
** Dirigente anarquista que encabezó la capitulación de la CNT-FAI al Frente Popular durante la guerra civil en España.


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