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Crisis política en BoliviaEvo, en sus “peores días”La masacre de dieciséis mineros en Huanuni desató una crisis política. Evo Morales declaró que eran sus “peores días”. En los últimos quince días se desató una ola de rumores de golpe militar; la oligarquía de Santa Cruz amenaza con separarse de Bolivia, hubo una huelga de transportistas. También una importante manifestación convocada por la COB, reclamando nacionalización de todos los recursos mineros, y otra movilización convocada por el gobierno “en defensa de la democracia”.
Los mineros privados, llamados “cooperativistas”, hace años vienen disputando lo que quedaba del desguase de la Comibol (la gran empresa minera estatal boliviana). Desde los 90 crecieron en número y se diversificaron. Muchas cooperativas se convirtieron en sociedades capitalistas con alta rentabilidad y asalariados. Pero en los últimos años también se reactivaron las minas estatales y se conquistó el control obrero en Huanuni. El aumento del precio del estaño las volvió a hacer muy rentables. “Entre 2002 y 2006, Huanuni produjo 96 millones de dólares con utilidades netas de 27 millones de dólares. El centro minero bajo control obrero se convirtió en el ejemplo perfecto de una buena administración en manos de los trabajadores” (bolpress.com). Esta riqueza llevó al conflicto con los cooperativistas privados que quieren quedarse con el cerro Posokoni. El ministro de Minas, Walter Villaroel, dirigente de los cooperativistas, nombrado por Evo Morales al asumir, los apoyó y alentó. Por eso se llegó a este sangriento enfrentamiento entre mineros privados cooperativistas y mineros estatales defendiendo su fuente de trabajo y la riqueza del Estado. Evo tuvo que echar a su ministro promotor de la masacre. La COB, los mineros y los docentes realizaron una movilización en La Paz exigiendo la nacionalización total de la minería. Lo que pasó en la minería es un reflejo de lo que está ocurriendo en todos los órdenes. Por eso la crisis es muy grave. En un acto público en La Paz Evo denunció una “conspiración oligárquica” y llamó a defender la democracia, a su gobierno y a la revolución. Constituyente, nacionalizaciones y reforma agraria, empantanadas Evo Morales ganó el gobierno con el 54% de los votos, aplastando a todos los viejos partidos, como subproducto de las insurrecciones populares del 2003 y del 2005 que derrocaron a Sánchez de Losada y a su sucesor, Carlos Mesa. Este proceso revolucionario tuvo un programa muy claro: nacionalización de los hidrocarburos y asamblea constituyente soberana, originaria, “refundacional”. El tercer reclamo de masas, que tiene una importancia social similar o superior a los anteriores, es la reforma agraria, en un país con el 80% de la tierra en manos de la oligarquía y centenares de miles de campesinos sin tierra y ex campesinos desocupados en los cinturones de miseria urbana. El campesinado pobre es la principal base electoral del MAS. En mayo, con los decretos de nacionalización parcial de hidrocarburos y reforma agraria, el gobierno logró su máxima popularidad, llegando al 80% de apoyo. Pero con el correr de los meses se ven las enormes limitaciones y contradicciones de su política. La constituyente está semiparalizada. La oligarquía la boicotea y exige que no se resuelva nada, que la constituyente se subordine a los otros poderes. El MAS la proclamó “originaria” (soberana), pero el gobierno sigue negociando con los oligarcas del partido Podemos. La nacionalización de hidrocarburos también está en crisis. El decreto del 1º de mayo era limitado y sólo establecía que el Estado se quedaría con el 80% del producto. Pero ni eso se logra, porque las multinacionales han trabado todo sin que el gobierno deje de intentar negociar con ellas. Esto llevó a la renuncia del prestigiado ministro Andrés Soliz Rada. La reforma agraria tampoco avanzó mucho. Los campesinos se la tomaron en serio y comenzaron a tomar tierras. Pero el MAS y el gobierno los frenaron. También buscan negociarla con la oligarquía. Y el mes pasado el gobierno tuvo un choque con sectores de campesinos cocaleros porque también quería limitar los cultivos de coca, como exigen los yanquis. ¿Adónde va Evo? El proyecto de Evo Morales y de su vice, García Linera, de “capitalismo andino” negociando con la oligarquía, es totalmente incompatible con el programa revolucionario que exigen las masas, la llamada “agenda de octubre”: nacionalizaciones, reforma agraria integral y constituyente soberana. Esta forma de gobernar es la que está entrando en crisis. No se puede quedar bien con todos. Jamás se podrán realizar estas demandas populares en acuerdo con la oligarquía, los capitalistas y el imperialismo. La oligarquía no traga a Morales porque es un indio, porque es demasiado presionable por las masas. Y las masas toman en serio sus discursos incendiarios y exigen soluciones. El resultado de esa política de Evo es que la oligarquía levanta nuevamente cabeza, haciéndose fuerte en Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando, los cuatro departamentos donde se condensa la riqueza petrolera y gran parte de la agraria. Es altamente improbable que se jueguen a un intento de golpe inmediato porque saben que la reacción de las masas sería aplastante. Pero sí tiene serios planes separatistas. Dirigentes cruceños han hablado de la “República de Oriente”. Esto por ahora es también un arma de presión. Pero, como el gobierno de Morales cede una y otra vez, cada vez se envalentonan más. Los obreros, campesinos y pueblo pobre boliviano han demostrado tener una fuerza inmensa con su movilización. Tendrán que volver a usarla, independientemente de las directivas de Evo y el MAS. La única forma de avanzar es la movilización por la reforma agraria, ocupando las tierras de la oligarquía, exigiendo la nacionalización total como lo hacen la COB, los mineros y los maestros, ocupando los yacimientos, con el control obrero de las minas como lo hacen heroicamente los mineros de Huanuni, exigiendo a la asamblea constituyente que cumpla el mandato popular, con la movilización de campesinos e indígenas también en Santa Cruz, cueva de la oligarquía. Esta es la única forma de quebrarle el espinazo a la reacción antipopular y proimperialista. |
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