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D’Elía - CTA¿“Más centrales” o dirigentes para luchar?En una aparición televisiva comentando los incidentes de San Vicente, el funcionario ultrakirchnerista y dirigente de la CTA, Luis D’Elía, sostuvo que el problema de la CGT y las patotas se resolvería implementando el “modelo brasileño”, donde existen siete centrales reconocidas. Para D’Elía se trataría de descentralizar, permitiendo que existan muchos sindicatos por ramas de actividad y todas las centrales sindicales que se quisiera. Discrepamos rotundamente con estas afirmaciones. Para nosotros, el problema no es el supuesto “poder centralizado” de los sindicatos. Estamos a favor de que existan sindicatos y una central obrera fuerte para pelear contra las patronales y el gobierno. Pero el centro del debate está en otra parte: ¿cómo se posicionan los dirigentes sindicales frente a los gobiernos de turno? Moyano y la CGT apoyan al gobierno de Kirchner y transan con las patronales. La misma actitud asumen D’Elía y la CTA. En esto no hay diferencias de fondo entre Moyano, Lingieri, D’Elía o De Gennaro. Y acá está el gran problema que tiene la clase trabajadora argentina: los dirigentes sindicales no son independientes de los gobiernos de turno. La CGT viene apoyando desde siempre a todos los gobiernos. Pero la CTA, creada a comienzos de la década del 90, ya tiene en su haber el apoyo a la Alianza y ahora a Kirchner. Estos apoyos tienen consecuencias concretas. Se vio con claridad en marzo pasado, cuando los dirigentes pactaron con el gobierno el techo del 19% en la negociación salarial. Pero además lo vive en carne propia cualquier trabajador, cuando ante un conflicto los dirigentes sindicales se “borran” o juegan directamente para el lado de la patronal. Cuando un gremio o una central no es independiente deja de estar al servicio de las luchas de los trabajadores para pasar a ser, en el mejor de los casos, una herramienta de maniobras para mejor “posicionarse”, “presionar” o “negociar”. Y obviamente, un aparato con estos fines no puede respetar la democracia sindical, ni mucho menos consultar a las bases. Sus dirigentes terminan constituyendo una casta burocrática con intereses materiales propios totalmente alejados de los de sus supuestos “representados”. Esto no se soluciona, como dice D’Elía, con una ley que autorice a crear más centrales. La única salida es pelear duramente por nuevas direcciones sindicales pegadas a la base y al servicio incondicional de sus luchas, que impongan la democracia sindical para que nuestras organizaciones sean independientes de las patronales y el Estado. José Castillo |
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