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Mercedes Petit

20/11/1936: Hace 70 años caía en Madrid

Buenaventura Durruti, un héroe de la clase obrera

Durruti fue el prototipo del revolucionario anarquista que consagró absolutamente su vida a la búsqueda de la revolución social. Murió a los 40 años, recorriendo las barricadas en la encarnizada defensa de Madrid ante el ataque del fascismo

Masiva despedida de Durruti. Barcelona (22/11/1936)

Buenaventura Durruti

En el movimiento libertario español, Durruti representó un ala de izquierda e impulsó el anarco-sindicalismo. Nació en 1896 en una familia obrera en León. Su padre era curtidor y cuando apenas tenía 7 años lo acompañó en una durísima huelga que duró nueve meses y fue derrotada. A comienzos del siglo XX la clase obrera española ya vivía un gran ascenso.

En 1911 se formó la CNT (Central Nacional de Trabajadores), que luego quedó bajo la dirección de los anarquistas y nucleaba lo más combativo del proletariado, enfrentándose a la UGT (Unión General de Trabajadores), dirigida por el socialismo reformista.

Una vida de lucha

Durruti comenzó a trabajar de joven, como metalúrgico tornero. Rápidamente se hizo conocer por sus dotes de dirigente y orador, acostumbrándose a cambiar de trabajo y de ciudad por la persecución patronal. Prendieron en él las ideas centrales del anarquismo: la lucha directa por la revolución social, el rechazo a la política, la destrucción de todo Estado, la conquista de la libertad y la felicidad para todos. Poco después de que en 1917 en Rusia triunfó la revolución obrera, el anarquismo se sumó a una furibunda campaña contra el bolchevismo.

En la década del 20, enfrentando a la dictadura de Primo de Rivera, mientras el anarquismo crecía y crecía, ya Durruti y su compañero aragonés Joaquín Ascaso, comenzaron a vivir en la clandestinidad. Para financiar sus actividades de impulso al anarquismo encabezaron numerosas expropiaciones bancarias, incluso en América Latina, donde estuvieron entre 1925 y 27. Ese año, clandestinamente en Valencia se fundó la FAI (Federación Anarquista Ibérica), que dirigirá desde entonces la CNT.

Comienza la guerra civil

La década del 30 en España estuvo sacudida por el ascenso revolucionario. En 1936 triunfó en las elecciones el Frente Popular, una coalición de partidos burgueses republicanos, socialistas, comunistas (muy pequeños), y el POUM. El ala derecha del anarquismo, encabezada por García Olivier, abandonó el tradicional abstencionismo, impulsando el voto al Frente Popular. En julio, con el levantamiento de Franco, comenzó la guerra civil.

En Aragón, Durruti era el gran jefe militar. Junto con Ascaso barrieron a los fascistas y comenzaron a impulsar en la región un funcionamiento autónomo de milicias y comunas libertarias.

En noviembre, toda la furia del fascismo se concentró en aplastar la resistencia de la capital, Madrid. Hubo un esfuerzo formidable por parte del ejército republicano, los milicianos y la población obrera, que resistió incluso los bombardeos indiscriminados. El 4 de noviembre, las tropas de Franco llegaron a tomar una localidad en las afueras de Madrid. Ese mismo día, el ala derecha de la CNT-FAI se incorporó al gobierno burgués republicano, con cuatro ministros.

Para defender Madrid, el 14 de noviembre, desde el frente de Aragón, se trasladaron Durruti y 3.500 milicianos. Su legendaria columna asumió la defensa de la Ciudad Universitaria, donde se dieron encarnizados combates.

En un confuso episodio, mientras inspeccionaba las barricadas el 20 de noviembre, una bala le atravesó el pecho. Pocos días después, el fascismo retrocedió sin conquistar Madrid.

Caía un héroe del movimiento obrero y revolucionario

La lucha interna en el campo republicano era intensa, y crecía la influencia del gobierno burocrático de Stalin, que dominaba la URSS. Los estalinistas, junto a los socialistas y los anarquistas capituladores, imponían la consigna “primero ganar la guerra, luego la revolución”. Se agrandaba la influencia del hasta entonces pequeño Partido Comunista español. Su secretario general José Díaz, arengaba: “El fascismo, el trotskismo y los incontrolables son los tres enemigos del pueblo, que deben ser eliminados de la vida política, no solamente en España, sino en todos los países civilizados”. Durruti y sus “amigos” (ver recuadro) fueron “los incontrolables”, que peleaban convencidos de que solo la revolución derrotaría al fascismo.

El 21 de noviembre, una caravadirina de automóviles seguía el coche fúnebre que trasladaba el cuerpo de Durruti a Barcelona. Un gentío fue saliendo a su paso de pueblos y ciudades. Valencia entera se volcó a las calles. El entierro fue acompañado por más de medio millón de personas.

Desde el siglo XIX hay profundas diferencias entre marxistas y anarquistas. Pero como lo mostraron Durruti y los muchos que lo acompañaron en su rechazo a la traición de la cúpula de la CNT-FAI, el anarquismo ha dado grandes luchadores y héroes de la revolución obrera y socialista.

Al calor de la lucha antifascista y la movilización de obreros y campesinos, fueron surgiendo sectores que cuestionaban la política conciliadora del gobierno republicano. En Barcelona tuvieron importancia en el movimiento libertario los Amigos de Durruti. En ruptura con el anarquismo tradicional, incorporaban la acción política contra el gobierno, postulando la toma del poder por los obreros con sus organismos democráticos, y rechazaban la colaboración con la burguesía y los reformistas que mantenían García Olivier y demás dirigentes anarquistas capituladores. A fines de abril de 1937, ya enfrentaban públicamente en sus pintadas a la conducción burocrática de la CNT, con consignas como “todo el poder a los trabajadores”, y reivindicando los organismos de doble poder y democráticos que habían formado los trabajadores, campesinos y combatientes*.

Los pocos seguidores de Trotsky (el Grupo Bolchevique Leninista) comenzaron a trabajar junto con ellos. Pero en mayo de 1937 el gobierno burgués en Cataluña lanzó la ofensiva contrarrevolucionaria que terminaría arrasando con la izquierda de la CNT, la Juventud Libertaria, el POUM (que ya había salido del gobierno), y todas las fuerzas obreras revolucionarias que enfrentaban la traición de socialistas, comunistas y anarquistas. El aplastamiento de la insurrección en Barcelona cortó el proceso de radicalización hacia posiciones revolucionarias y abrió el camino sin retorno que finalmente permitió el triunfo del fascismo.

* Datos de Revolución y contrarrevolución en España, por Félix Morrow. Pluma, Bogotá, 1977.

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