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Nueva crisis en Bolivia“Reforma agraria o levantamiento”La frase la pronunció Evo Morales, ante la traba de la derecha, en el Senado, a la Ley de Reforma Agraria. Al mismo tiempo, en la Asamblea Constituyente los diputados de esa ideología se retiraron acusando al gobierno de “antidemocrático”. La minoría oligárquica, que siempre gobernó Bolivia, muchas veces a sangre y fuego, ahora dice que es “antidemocrático” que la mayoría resuelva una nueva Constitución y la reforma agraria.
El 91% de las tierras de Bolivia está en manos de latifundistas. El 71% de campesinos más pobres tiene sólo el 9% de la tierra en el país. Según denunció la confederación campesina (CSUTCB), el ex presidente de la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), Zvonko Matkovic, posee 1.3 millón de hectáreas (www.constituyentesoberana.org). En un país con millones de campesinos pobrísimos y ciudades llenas de ex campesinos desocupados en sus cinturones de miseria, quitarle las tierras a estos oligarcas y entregarlas a quienes la trabajen personalmente, es una necesidad de vida o muerte. En mayo Evo Morales anunció el decreto de reforma agraria. Pero cuando los campesinos comenzaron a ocupar tierras, el gobierno del MAS los frenó, diciendo que debían esperar una ley. Ahora las movilizaciones campesino-indígenas, exigiendo dicha ley, han puesto al gobierno en una encerrona, la que expresó el mismo Morales: “O reforma agraria o levantamiento. Si el Senado se resiste, el pueblo se levantará para hacer aprobar por la fuerza la Ley de Tierras”. La Cámara de Diputados aprobó, con la mayoría del MAS, un proyecto de ley de reforma agraria que establece la expropiación y reparto de tierras improductivas y de las tierras ocupadas ilegalmente. Esta reforma, si bien limitada, igual despertó una enorme gritería entre los partidos de derecha, entre ellos Podemos, UN, MNR, MIR y los dirigentes terratenientes. La “democracia” según la oligarquía Pese a que el MAS ganó dos elecciones por mayoría absoluta (54%), contra el 30% del segundo partido que fue Podemos, no tiene mayoría en el Senado. La ley electoral tramposa le da el control de ese cuerpo a la minoría oligárquica. Y el Senado se opone a la reforma agraria. Pero al mismo tiempo está sesionando la Asamblea Constituyente. Hasta ahora, desde hace tres meses, está empantanada en el reglamento. La derecha exige que sólo pueda aprobarse la nueva Constitución por dos tercios de los votos en la Constituyente. Como el MAS no llega a ese porcentaje, no podría aprobarse nada. El MAS, que tiene el 60% de los diputados, la declaró “originaria”, es decir soberana. Y esta semana resolvió que la nueva Constitución pueda ser aprobada por mayoría. Y que si no se aprueba con los dos tercios, se reafirme en votación popular. Entonces, la Asamblea Constituyente, siendo originaria, y actuando por mayoría, podría votar la reforma agraria integral reclamada por los campesinos, como norma constitucional. Sin embargo el MAS ni lo propone. Pero bastaron esas dos votaciones -la reforma agraria limitada que votó la Cámara de Diputados y la votación del reglamento de la Constituyente-, para despertar la histeria amenazante de la derecha. Sus constituyentes abandonaron la Asamblea por segunda vez (ya lo habían hecho hace dos meses). Los prefectos (gobernadores) de Santa Cruz, Tarija, Beni, Pando, La Paz y Cochabamba dijeron que “rompían relaciones” con Evo Morales. El magnate cervecero Samuel Doria Medina se declaró en huelga de hambre y nuevamente se vuelve a hablar del separatismo de la región denominada “Media Luna” (Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando), adonde está el petróleo. Para ellos “democracia” es hacer lo que quiere la oligarquía. Continuar la revolución de 2003 La derecha levantó cabeza porque el gobierno del MAS, desde que asumió, negoció permanentemente con ella y cedió una y otra vez a sus antidemocráticas exigencias. Morales basó toda su acción en la teoría del llamado “Capitalismo Andino”, de gobernar en consenso con los capitalistas. Por eso los contratos petroleros que firmó el mes pasado fueron un importante retroceso, estando muy por detrás del 82% para el Estado, dejando en manos de las petroleras el control de gran parte del negocio y una tajada mucho mayor de ganancias que la prevista por el decreto de nacionalización. Evo permitió también que la Constituyente se paralizara durante meses y frenó la movilización campesina por la tierra. Todo esto es lo que posibilita ahora esta contraofensiva de la oligarquía. Pero los obreros, pobres y campesinos bolivianos no olvidan sus demandas, por las cuales derramaron su sangre y derrocaron a los presidentes Sánchez de Losada y Carlos Mesa. Por eso miles de indígenas marchan sobre La Paz para “rodear el Senado” y exigir la tierra. Hay que exigir que la Constituyente apruebe el programa por la que fue votada por el pueblo trabajador: sin estatización integral de hidrocarburos, la minería y reforma agraria, no se puede solucionar la miseria de la mayoría de la población boliviana. Hay que aplastar a la oligarquía proimperialista con la movilización. |
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