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Pelota manchadaLa violencia en el fútbol se ha convertido en las últimas semanas en tema dominante. Cantidad innumerable de declaraciones se han hecho desde distintos ámbitos. Hasta el gobierno de Kirchner ha metido sus narices. Una verdadera trama mafiosa de intereses políticos y económicos se esconde detrás de hipócritas declaraciones y ridículas medidas. Mientras tanto, la pasión de multitudes por excelencia en nuestro país se mancha una vez más.
Varias imágenes de las últimas semanas bastan para graficar la magnitud del entramado mafioso que envuelve al fútbol argentino y en el que están directamente implicados la dirigencia de los clubes y de la AFA, los gobiernos nacional y provinciales, la burocracia sindical y los grandes multimedios que hacen millonarios negocios con este deporte. La primera imagen es la más que sospechada continuación del partido entre Gimnasia de La Plata y Boca Juniors, que terminó con un 4 a 1 a favor del equipo de la Ribera, con declaraciones de los jugadores platenses dejando ver que habían sido apretados para “ir a menos” por la barra brava y el presidente de su propio club, Juan José Muñoz. El mismo que semanas atrás había obligado a la suspensión del partido por amenazas al árbitro cuando su equipo ganaba 1 a 0. El apriete fue de tal magnitud que varios jugadores han decidido dejar la entidad pero, como el miedo no es sonso, ninguno se animó a declarar ante una justicia que no les da ninguna seguridad ni protección. Esto dejó en evidencia lo que es un secreto a voces, la complicidad entre la dirigencia del fútbol con las barras bravas. El ex presidente de Independiente Andrés Ducatenzeiler, devenido en el “arrepentido del fútbol”, asegura que las barras bravas, sus viajes, sus entradas y hasta los viáticos son financiados por el presupuesto de los clubes (Perfil, 19-11-2006). También se financian con actividades semidelictivas que cuentan con la connivencia de la policía, como el cobro de 5 o 10 pesos por “proteger” los autos que estacionan en las inmediaciones del estadio. San Vicente, el Francés y las barras bravas K Hay otras postales que dejan al descubierto la hipocresía que envuelve al fútbol. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, se reunió el lunes último con el mandamás de la AFA, Julio Grondona, y le exigió severas medidas contra la violencia en el fútbol. Y justo Fernández, el jefe político del “Tuto” Muhamad y la patota integrada por barras de Chacarita que irrumpió en el Hospital Francés para golpear a los trabajadores e intentar quebrar su lucha. O las imágenes de la batalla campal de San Vicente, donde barrabravas de Independiente junto al pistolero “Madonna” Quiroz por el lado del gremio de los camioneros de Moyano, se enfrentaban a barras de Estudiantes y Cambaceres que respondían al “Pata” Medina de la UOCRA La Plata. Una demostración más de que las violentas barras bravas existen, se financian y actúan con total impunidad porque están íntimamente ligadas a los intendentes, gobernadores y demás funcionarios de los gobiernos nacional y provinciales, y a los burócratas de los gremios de la CGT. Fútbol, televisión y medios: la gran estAFA Pero hay otro costado del fútbol que se esconde detrás de la violencia y a la que ésta le es absolutamente funcional: el negocio multimillonario que existe alrededor del deporte. La irrupción de los grandes multimedios en las últimas décadas ha transformado al fútbol en un negocio que mueve millones y en un espectáculo en el que ningún detalle debe ser dejado librado al azar. Existe una verdadera mafia comandada por el “eterno” presidente de la AFA, Julio Grondona, que junto a TyC Sports, el canal que hace veinte años tiene el monopolio del fútbol argentino, digita el fixture de los campeonatos, decide qué arbitro dirige cada partido y hasta las penas que el Tribunal de Disciplina dicta a los clubes y sus jugadores. Un emporio que, “bajo el ala” de los distintos gobiernos militares, radicales y peronistas, “Don Julio” fue construyendo desde el año 1979 sin que casi ningún dirigente se atreviera a cuestionar. El mismo que se sirve de los violentos como una fuerza de choque que puede “poner en caja” al que cuestione las “reglas del juego”, sea éste hincha, jugador, técnico, periodista o dirigente. Con todos estos condimentos el fútbol pierde día a día la magia y la frescura con la que semana a semana millones de argentinos nos conmovemos. Para recuperarla, no sólo hay que terminar con la mafia de Grondona y compañía -como hoy se sugiere desde distintas oficinas y medios ligados al gobierno-, sino también hay que romper el entramado mafioso donde se juntan la dirigencia de los clubes, los políticos de los partidos patronales, la burocracia sindical, las barras que actúan como sus fuerzas de choque, la policía y los grandes medios que facturan millones con la pasión de todo un pueblo. Diego“El personaje del año está olvidado y es Jorge López, que declaró en un juicio, tenía que estar cuidado por la policía y desapareció. Y el mismo gobierno que dice que debemos preocuparnos por la violencia del fútbol reconoce que no hay una sola pista del testigo.” Lo dijo Diego Armando Maradona en declaraciones al canal América. Más claro, imposible. |
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