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Amia y crisis con el embajador venezolanoVuelven las “relaciones carnales”Los tiempos de los discursos setentistas del gobierno parecen haber quedado atrás. En menos de un mes, Kirchner dio dos pasos cualitativos en su alineamiento con el imperialismo yanqui. Primero fue el fallo contra Irán por la causa Amia. Ahora la crisis con el embajador venezolano.
El jueves 23, Roger Capella Mateo, embajador venezolano en la Argentina, partió hacia Caracas para informar a su gobierno sobre el “malestar” que existía en el gobierno de Kirchner “por su alta exposición”. Los diarios venezolanos titulaban que el presidente argentino había “echado” al embajador de Venezuela. Esta crisis, que se manejó siempre en “lenguaje diplomático”, hizo que varios sectores pro-k furiosamente “bolivarianos” quedaran en off-side, tal el caso de Hebe de Bonafini, o la agrupación Libres del Sur. La “queja” del gobierno era las excesivas incursiones del embajador Capella en el Conurbano Bonaerense, hablando en actos de defensa del chavismo. ¿Porqué esta sorpresiva crisis con Venezuela? La lectura es obvia, y nos obliga a relacionarlo con el reciente fallo contra Irán y la posterior expulsión de D´Elia por solidarizarse con el país islámico: hay un evidente realineamiento de Kirchner con los yanquis. Seamos claros: el gobierno nunca fue antiimperialista. Le pagó la totalidad de la deuda al FMI, se negó a expropiar a las privatizadas y es un furioso testaferro de los intereses de YPF-Repsol en el país. Siempre se alineó con los yanquis “en los temas internacionales claves”, como en las condenas a Corea del Norte o el envío de las tropas a Haití. Incluso su retórica “latinoamericanista” estuvo al servicio de operar de bombero ante crisis regionales, como cuando junto con Lula salieron a salvar a Sánchez de Losada en la insurrección boliviana del 2003, o haciendo lobby para que la nacionalización parcial del petróleo y el gas del país del Altiplano no perjudicara a Repsol. Pero era un hecho que existía un doble discurso, e incluso una serie de gestos, que habían provocado roces con el gobierno de Bush. La más alta expresión había sido la Cumbre de las Américas en Mar del Plata en noviembre pasado y sus críticas al ALCA. El giro comenzó con la “campanita” de Wall Street El origen del actual giro se ubica en la visita de la pareja presidencial a Estados Unidos en septiembre. Allí, además de las reuniones con los pulpos de las finanzas internacionales (que concluyó con la célebre “tocada de campana” en la Bolsa de Wall Street), Kirchner se reunió con lo más granado del lobby sionista de Nueva York, para “tranquilizarlos sobre la posición argentina frente al conflicto de Medio Oriente”. Lo que esto significaba, en concreto, se vio con la instrucción al fiscal Nisman que le pidió al juez Canicoba Corral las capturas internacionales contra el ex presidente de Irán y varios funcionarios diplomáticos por el caso Amia. Es obvio que estos pedidos de captura son perfectamente funcionales a la estrategia de Bush de agresión sobre la República Islámica, incluiída en su famoso “eje del mal”. A esto se suma ahora el cada vez más visible “despegue” de Kirchner de la administración chavista. Varios analistas internacionales hablan de que ha quedado desplazada un “ala chavista” del gobierno de Kirchner (Hebe, D´Elía, Libres del Sur), a expensas de los que quieren mostrarse explícitamente alineados con Estados Unidos, en particular ahora que avanza el poder del Partido Demócrata en el Congreso yanqui. Según estos mismos analistas, este sector del gobierno tiene su mayor exponente en la figura de la esposa del presidente, Cristina Kirchner, aparente candidata presidencial para el 2007 y ferviente admiradora de Hillary Clinton. Por una verdadera política antiimperialista Más de un trabajador habrá pensado que con Kirchner, al fin, se habían terminado las “relaciones carnales” con el Imperio, de que tanto se jactaban Menem y De la Rúa. Los hechos de los últimos tiempos nos demuestran que, lamentablemente, eso no es así. Hasta ahora el rol reservado por los yanquis para el gobierno de Kirchner era el de “hacer lobby”, limando los aspectos más conflictivos de Chávez o Evo. Ahora, parece decidido a transformarse en un actor clave directo de la campaña mundial del imperialismo contra aquellos gobiernos que, con todas sus contradicciones, se atreven a tomar algún tipo de medida independiente. La respuesta debe ser contundente. Vamos a seguir solidarizándonos con el pueblo iraní, repudiando el fallo de Canicoba más allá de cualquier diferencia que podamos tener con la conducción política de esa nación, y a movilizarnos como lo vinimos haciendo ante toda convocatoria de la comunidad islámica u otras. |
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