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Cristina: ¿Y los derechos humanos?La semana pasada, una elegante, afable y sonriente Cristina Kirchner, se lució en Francia. Pronunció el discurso inaugural de la Convención Internacional para la Protección de Personas contra las Desapariciones Forzadas. Pero su actuación dejó mucho que desear. Contra la impunidad de ayer y de hoy hay que marchar masivamente el próximo 24 de marzo.
59 países declararon crímenes de “lesa humanidad” a este tipo de prácticas genocidas. Cristina no escatimó recursos para asegurarse cámaras y prensa, tratando de reafirmar la imagen del gobierno kirchnerista -y particularmente la suya- en defensa de los derechos humanos. De paso, se sacó un par de fotos con la selección nacional de fútbol que le preparó Julio Grondona, y pronunció un acalorado discurso frente a un grupo de 200 residentes argentinos residentes en ese país. Sin duda, la Convención y el acta que firmaron son un avance. Pero muy lejos está de ser un mérito de la senadora y los gobernantes que adhirieron. Este avance contra los genocidas se produce después de muchos años de lucha de los pueblos castigados por la represión y de sus organismos de derechos humanos, herramienta inútil si queda sólo en manos de los gobiernos firmantes. Detrás del maquillaje El gobierno argentino ha demostrado sobradamente que, en lo que a derechos humanos se refiere, sólo ha tomado medidas cosméticas. Más ahora con las elecciones a la vista. Kirchner, por ejemplo, mantiene tajantemente su postura de no escuchar los reclamos que exigen anular los decretos menemistas que indultaron a los genocidas, medida que podría tomar inmediatamente si tuviera voluntad política. En lugar de ello está dejando dentro de las fuerzas armadas y policiales a los asesinos del proceso y a su estructura represiva intacta. En momentos en que Cristina hablaba de derechos humanos en Francia, en Argentina se daba la noticia del vergonzoso “baile” y posterior hospitalización en grave estado de 22 aspirantes en la escuela de policía. Durante el gobierno mediáticamente “campeón de los derechos humanos”, por ejemplo, sólo 5 de los 256 genocidas procesados hasta la fecha recibieron condena. Y España pidió la extradición del hoy libre en nuestro país empresario Héctor Schwab, quien fuera ex mano derecha de Bussi y actual mentor de Cecilia Pando. A su vez, nada se ha investigado sobre el caso Julio López dentro de la Bonaerense (hecho al que hizo mención Cristina en su viaje solo porque hubo una marcha que se lo hizo recordar), donde seguramente se encuentran los principales sospechosos de su desaparición. O sobre Luis Gerez. Hasta Astiz, una de las caras más representativas del “proceso” asesino que vivimos, continúa sin condena en Argentina por la desaparición de las monjas francesas, cuando Francia lo “condenó en ausencia”, hecho de impunidad sobre el que también Cristina tuvo que rendir cuentas, aunque sin sonrojarse. La esposa del presidente no hizo llamados al pueblo europeo para coordinar una lucha mundial contra los genocidas. No criticó la rotunda negativa de Estados Unidos a firmar la Convención, ni su campo de concentración en Guantánamo, ni su invasión a Irak, ni sus flagrantes violaciones de los derechos humanos en todo el mundo. Estuvo muy ocupada reuniendose con Nicolas Sarkozy, candidato presidencial francés de derecha y el empresario Roberto Peugeot. Por supuesto tampoco nombró el tema de la Triple A. Evidentemente, para la senadora-candidata y su gobierno son más importantes sus buenas relaciones con el imperialismo yanqui que los derechos humanos que tanto dice defender. Preparemos una gran marcha el 24 de marzo Sólo con nuestra movilización y lucha constante podremos arrancarle a los gobernantes de turno nuestras tan ansiadas consignas de cárcel para los asesinos y genocidas de ayer y de hoy. Debemos tenerlo en cuenta una vez más este 24 de marzo, ante una nueva marcha a 31 años del golpe, sabiendo que muchos de sus gestores y cómplices civiles y empresariales siguen en la impunidad. Solo luchando contra la impunidad de ayer y que sigue vigente hoy, es que vamos a ajustar cuentas contra quienes la promueven. |
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