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Escribe:
Miguel Lamas
El “Vietnam” de Israel
200.000 manifestantes exigieron en Tel Aviv la renuncia del primer ministro de Israel, Teme Olmert. El motivo desencadenante de la enorme movilización fue el informe de la comisión Winograd, que investigó los errores israelíes en la guerra contra el Líbano. Responsabilizó personalmente del desastre militar a Olmert, al ministro de Defensa, el laborista Amir Peretz, y al ex jefe de las Fuerzas Armadas general Dan Halutz, quien ya renunció.
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Masiva protesta contra Olmert en Israel |
El informe y la crisis que desató, muestran la dura derrota militar de Israel, lograda por la heroica resistencia libanesa encabezada por Hezbolláh en la guerra del año pasado.
Israel en el 2006 bombardeó primero la Franja de Gaza, poblada por un millón y medio de palestinos, arrasando su infraestructura y matando a centenares de personas. Luego, en junio, invadió el Líbano, bombardeó sus ciudades, destruyó miles de viviendas, mató o hirió a miles de libaneses. Ambas invasiones las realizó con el pretexto de liberar a 3 soldados israelíes capturados en acción bélica (2 por los libaneses y 1 por los palestinos). En realidad pretendía aplastar a la resistencia palestina y a Hezbolláh.
Pero todo le salió al revés. Hezbolláh no se desarmó y emergió como el partido más fuerte del Líbano luego de la guerra. El ejército israelí tuvo que retirarse después de perder 150 tanques y centenares de soldados. Hasta el día de hoy no recuperó a los tres soldados por los que dijo haber desatado la guerra. Israel fue repudiado por la población mundial a un grado sin precedentes.
Olmert contra las cuerdas
Si Irak es el nuevo Vietnam para Estados Unidos, el Líbano fue el Vietnam de Israel. Con el agravante que Israel es un enclave imperialista, que sólo se puede sostener como estado mediante el apoyo imperialista y el terror genocida contra los palestinos y otros pueblos árabes y de Medio Oriente. Así fue fundado. Con el terror expulsó a los palestinos de sus tierras en 1948 para enviarlos a un exilio que ya lleva tres generaciones, ocupa hoy Cisjordania y Gaza colonizándolas y haciendo la vida imposible a los palestinos que viven bajo una feroz dictadura militar.
Con destrucción de viviendas, bombardeos “preventivos”, destrucción de talleres, escuelas y olivares, privación de agua a la población, y prohibición de desplazamientos internos, incluso con la construcción de un muro que roba nuevas tierras palestinas e impide transitar a pueblos que tienen ahí miles de años. Con el terror sometió una y otra vez al Líbano a sus designios imperialistas.
La derrota en el Líbano en el 2006 pone en crisis esa capacidad de aterrorizar a los pueblos vecinos y a los palestinos. Lo que en Israel llaman eufemísticamente fuerza “disuasoria”.
La crisis de Israel tiene también manifestaciones sociales. Afloran las contradicciones de clase, habitualmente tapadas por la guerra eterna que vive desde su fundación. El mes pasado hubo una huelga de 250.000 estudiantes universitarios contra el proyecto de reforma de la educación superior que prevé reducir los fondos para las universidades y aumentar las tasas que se le cobran a los estudiantes, convirtiendo cada vez más la educación superior en un privilegio para ricos.
¿Significa esto que el pueblo trabajador israelí está rompiendo con el sionismo?. Lamentablemente no es así. Aunque existe una valiente minoría que enfrenta la política genocida hacia los palestinos, entre ellos soldados que se niegan a ir a los territorios ocupados a reprimir, la mayoría de la población sigue detrás del discurso racista del sionismo. A tal punto que si cae Olmert y hay elecciones, el candidato al que dan con más chance es al ex primer ministro Benjamín Netanyahu, jefe del opositor ultraderechista partido Likud. El gobierno actual es una alianza entre el partido Kadima y el laborismo.
Un gobierno de Netanyahu muy probablemente aumente aún más la represión a los palestinos, pero sólo logrará profundizar la crisis de Israel, estado racista que solo podría consolidarse sobre la destrucción final del pueblo palestino y el aplastamiento de todos los pueblos de la región. Pero la derrota de Israel en Líbano y el fracaso de Estados Unidos en Irak acerca el momento del derrumbe imperialista sionista en Medio Oriente.
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