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El Argentinazo revivió en Santa Cruz

Volvió a caer otro gobernador en la provincia del presidente. Y se le está haciendo muy dificultoso a Alicia Kirchner postularse como gobernadora.

Algunos asocian esto a que el “santacruceño es levantisco”, rudo, de lucha. El gobierno aprovecha para hablar de “paros políticos”. Otros señalan que las cenizas del Argentinazo se vuelven a transformar en llamas en plena tierra kirchnerista. ¿Qué es lo que está pasando?

 

Lo que está ocurriendo en Santa Cruz es una verdadera rebelión popular, una pueblada, un “argentinazo” provincial. Todo alrededor de una heroica huelga, la de los maestros, que dijeron basta. Hace casi dos meses y medio que están en lucha pero los reclamos vienen desde más de una década: contra los salarios en negro, el peor básico del país, y por la apertura de las paritarias. Pero hay algo más.

También se han revelado contra otro mal nacional que impacta crudamente en esa provincia: la inflación. La canasta familiar en Gallegos supera los 4000 pesos y el presidente dice que con 1800 los docentes “ganan muy bien”. A lo que hay que sumarle que esta rebelión también es “política”, ya que al igual que hechos similares ocurridos en feudos como Catamarca, La Rioja o San Luis, miles y miles han dicho no a las patotas kirchneristas, a los testaferros del presidente que se están quedando con todas las riquezas, a gobernantes que son gerentes de las petroleras, a la corrupción y al patoterismo autoritario que cierra radios, monopoliza los medios de comunicación, digita la justicia y usa al aparato del PJ local para enfrentar a los que luchan. Por eso todos recuerdan cuando Kirchner, en 2002, llamó a reprimir a los caceroleros que salieron a protestar por entonces en aquella ciudad, contagiados por el Argentinazo. Esa es la profunda razón en que se fue incubando el presente “Santacruzazo”. Por eso se volvió a sentir el grito de “que se vayan todos”, hubo marchas y cacerolazos masivos con el 10 a 12% de la población (como si fueran 300.000 en Capital), y acciones radicalizadas de los docentes con cortes de ruta, tomas del Consejo de Educación, cerco de la Legislatura, y tantas otras acciones.

Paisaje de protesta que no solo se dio en Santa Cruz. El pasado 9 de abril decenas de miles repudiaron en todo el país el asesinato de Carlos Fuentealba, los docentes le arrancaron un paro general a Yasky y la CTA, y un paro de una hora a la CGT. Millones dijeron basta de represión. En Neuquén hubo 30.000 en las calles, la movilización más grande de la historia de esa provincia. Sobisch se tuvo que vestir de policía para salir de la casa de gobierno. En Salta los docentes rodearon la Legislatura no dejando salir a los diputados que están hundiendo la educación. En Santa Cruz éstos tuvieron que ser sacados de madrugada por la Gendarmería. Y volvió el “escrache”, esa persecución popular a la que tanto terror le tienen los políticos responsables de todo lo que está ocurriendo. Por eso el verso de la “violencia” de la cual habría sido víctima Alicia Kirchner, no se la cree ni ella. “Me tiraron harina, me insultaron, pero el verdadero dolor lo tengo acá”, señalando su corazón. Eso es lo que le duele. Que su propio pueblo la repudie.

 

¿Cuál era la película que se hacía el gobierno? Cuando anunció el aumento electoralista y en negro de un mínimo de 1.040 para los docentes del país, creyó que con eso se iniciaban las clases sin problemas y que su candidato en Capital, el actual ministro Daniel Filmus, repuntaría en las encuestas. Ni una cosa ni la otra.

El resultado fue el opuesto: rebelión docente, parazo nacional y maestrazo; un cobarde asesinato en Neuquén, represión en Santa Cruz, caída de Sancho; mientras el barrilete Filmus no remonta y todo indica que no llegaría a la segunda vuelta. Por eso, a estas horas, el balance es claro. Sobisch y Kirchner se jugaron a quebrar a los docentes y no pudieron. Tuvieron que aflojar.

El pacto de la CGT-CTA con el gobierno tampoco pudo amortiguar la ola de reclamos que tiene epicentro en docentes, pero se extiende a los hospitales públicos, profesionales de la salud, telefónicos, trabajadores de FATE, judiciales, del subte, entre otros que piden más que el techo salarial acordado, lo que ha llevado a que en muchos gremios haya habido desbordes y se hayan arrancado en las paritarias aumentos superiores a los aconsejados por las cúpulas sindicales.

 

Pero si hay algo que ha dejado al descubierto esta cruda realidad, es el doble discurso del presidente Kirchner. “¿No era el presidente de los derechos humanos y la justicia social? ¿Cómo puede llamar patoteros y cobardes a los docentes? ¿Y el envío de la Gendarmería? Podría haber habido otro muerto en Santa Cruz”, son los comentarios que empiezan a aparecer.

Es que amplios sectores empiezan a ver que Kirchner vocifera una política desde la Casa Rosada pero aplica otra completamente distinta en la realidad. Kirchner es sinónimo de represión y salarios de pobreza, es lo que hay que decir a cuatro vientos aunque muchos no lo vean o no lo terminen de creer. Se siente el desgaste presidencial. Estos crudos hechos van carcomiendo las expectativas que miles y miles todavía tienen en el presidente y su esposa, provocando que sean cada vez más los que empiecen a preguntarse “¿Para quién está gobernando Kirchner?”, la cual debe tener una clara respuesta: para los de arriba.

 

El gobierno acusó el golpe. Por eso de las bravuconadas, pasó a hablar de que no tiene que haber “ni vencedores ni vencidos”. “Vamos a pacificar la provincia y a dialogar”, dijo el entrante gobernador Peralta. Por eso hay un acuerdo entre el kirchnerismo, la UCR y la Iglesia para encarrilar la cuestión institucional, con la inestimable ayuda de Yasky y la CTA, que en vez de ponerse al frente del reclamo docente, actúa cubriéndole la espalda a los nuevos gobernantes. Como lo graficó un sindicalista: “este es un camión que viene a 200 kilómetros por hora y en picada, si no lo paramos, entramos en un túnel de terror en el que todo perdemos”. Todos están cerrando filas para apaciguar la situación por arriba. Pero por abajo la cosa está que arde. La pulseada continúa. Hay que ver si el ofrecimiento salarial contempla las expectativas de los que luchan. Veremos qué sucede en los próximos días.

Desde lo más alto del poder están preocupados porque empiezan a ver mas allá. ¿Qué pasará en los próximos meses y en el segundo mandato presidencial si sigue esta situación conflictiva? ¿Quién será el candidato con mejor muñeca para timonear el barco turbulento en los próximos años, pingüino o pinguina? ¿Quién podrá contener la futura protesta social cuando multiplique su furia aún más que la que vimos contra una privatizada en la estación ferroviaria de Constitución? ¿Qué pasará cuando tengan que aplicar el tarifazo? ¿Qué ocurrirá cuando la coyuntura internacional no sea tan favorable para la Argentina y la plata no alcance para tapar agujeros, pagar la deuda o dar subsidios a los empresarios? Esos son los interrogantes en un futuro que se ha agrisado para la Casa Rosada.

Esta situación de ascenso en las luchas que hace retroceder al gobierno está creando condiciones muy favorables para que se puedan ganar y se desarrollen nuevos dirigentes sindicales combativos. Por fuera de la burocracia de Ctera surgió ADOSAC, el sindicato docente de Santa Cruz, como referente del conflicto santacruceño. Junto a ATEN Capital de Neuquen se referencian en el Movimiento Intersindical Clasista (MIC). En asambleas, al calor de estos duros conflictos y en plenarios nacionales de dirigentes opositores, se han dado importantes debates sobre cuál es la mejor política para desarrollar y ganar estas duras luchas y sobre la necesidad de la coordinación nacional. Debates que hay que seguir desarrollando fraternalmente entre los que creemos en que hay que formar una nueva conducción combativa para el movimiento obrero.

Mientras tanto las tareas actuales son claras: seguir apoyando a la heroica huelga santacruceña como las demás luchas por salario y contra las privatizadas; dar pelea contra los políticos del sistema llamando a unir a los luchadores y a la izquierda como lo hicimos con el único Frente de Izquierda en las elecciones de Capital, y construir un partido de trabajadores y revolucionario que se postule como alternativa frente al kirchnerismo, la centroderecha y centroizquierda. Eso es lo que le faltó a aquel heroico Argentinazo del 2001. Izquierda Socialista asume el desafío de seguir desarrollando estas imprescindibles tareas.


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