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Un debate nacional

Ni Mauricio (que es Macri), Ni Filmus (que es Kirchner)

El presidente decidió nacionalizar la campaña de Capital. Y de paso aprovechó para lanzarse a las presidenciales de octubre.

Quiere obligar a que millones se definan ante una falsa disyuntiva: por el modelo de los 90 -encarnado según él sólo por Macri y Menem-, o el actual, el de su gobierno, al que junto a su candidato en Capital, Daniel Filmus, llaman de “crecimiento”, “nacional y popular” y que está “redistribuyendo la riqueza”.

Kirchner dice que la dicotomía que divide al país está entre la derecha, representada por Mauricio, “que es Macri”, y el progresismo transformador de su gobierno. Y así lanza bravuconadas en Capital y en cada provincia contra políticos que no le son afines, con el único objetivo de lograr apoyo para sus candidatos del Frente para la Victoria, los radicales K con los que viene pactando, o a viejos caudillos ex menemistas transformados ahora en fervorosos kirchneristas, que según él representarían “la nueva política”. Queremos develar junto a Usted, compañero lector, semejante falsedad.

 

Que los trabajadores y el pueblo cuestionan el modelo de los 90, no cabe ninguna duda. Por eso Menem y Cavallo son piezas de museo, o de colección, como le guste más a la derecha recalcitrante. La prueba de que nuestro pueblo enfrentó esas políticas, está en que protagonizó miles y miles de luchas, y varias huelgas generales, contra los gobiernos supuestamente “democráticos” que las implementaron.

Que Mauricio Macri y su padre fueron directos beneficiarios de la entrega del patrimonio nacional y la esclavitud laboral en los nefastos años 90, tampoco es ningún misterio. Incluso estos personajes apoyaron a Martínez de Hoz y nuevamente fue nuestro pueblo, no el falso progresismo del que hace alarde Kirchner, el que pagó con 30.000 desaparecidos la lucha contra la dictadura.

El debate actual está centrado sobre si el modelo encarnado por Kirchner ha roto con el de décadas anteriores. Veamos si es así o no.

 

Afirmamos que con Kirchner siguen, bajo otras formas capitalistas, las nefastas consecuencias de los 90. El modelo menemista fue de saqueo, de “estabilidad” sólo para los ricos. Ahora, el kirchnerista, con la devaluación, está dejando intactos sus pilares. La deuda externa creció, las privatizaciones siguen en pie, la entrega del petróleo y los recursos naturales es cada vez mayor, la inflación hace estragos entre los más desposeídos, y la flexibilización laboral, los bajos salarios, el trabajo en negro y la desigualdad social siguen vigentes (ver pág. 5 y centrales).

Como lo dice nuestro economista José Castillo: “la devaluación abarató los salarios en dólares y provocó, vía el encarecimiento de los artículos importados, una cierta reactivación de la industria local, y la licuación de las grandes deudas en dólares que tenían en el 2001 los grupos económicos locales... bonanza económica que sólo significa superganancias para las distintas fracciones de la burguesía” (Anuario EDI, abril 2007, pág. 127)

Otros estudiosos señalan: “El actual modelo de ’producción y trabajo’ tiene un alto componente especulativo que está dado por los altísimos rendimientos financieros en monedas duras que asegura el Estado con el superávit fiscal, la apreciación del peso y las mayores tasas de interés domésticas” (Daniel Muchnik, Clarín, 11-06)

Esto muestra que, bajo un nuevo envase, sigue el mismo modelo de saqueo para millones en beneficio de unos pocos. Con la tablita de Martínez de Hoz, la hiperinflación de Alfonsín, con la “estabilidad” de los 90 y ahora con la devaluación, siempre los beneficiarios fueron los mismos (los de arriba), igual que los perjudicados (los trabajadores y el pueblo).

 

El doble discurso en relación a los derechos humanos le redituó al gobierno muchos frutos. Como mínimo, ser visto por grandes sectores de la sociedad como distinto. Pero los gestos como la entrega de la ESMA y la baja del cuadro de Videla se vinieron devaluando. Medidas cosméticas opacadas ante la negativa de anular los indultos a los genocidas, el llamado de Bendini a “cicatrizar las heridas del pasado” coincidiendo con el cardenal Bergoglio, la militarización de Santa Cruz para enfrentar a los docentes, o en dejarle las manos libres a Sobisch para que asesine a Fuentealba al negarse el gobierno central a otorgar el salario en blanco que pedían los docentes neuquinos, como tantos otros en el país. La reciente represión a los trabajadores del Casino demuestra que Kirchner está dispuesto a reprimir a los que luchan, y lo que hemos visto hasta ahora es solo una pequeña muestra.

 

En cuanto a la relación de sumisión del gobierno kirchnerista con el imperialismo, en esta misma página damos prueba de ello con la votación del Senado de la “ley antiterrorista” exigida por Bush, y los operativos militares conjuntos de Argentina con tropas yanquis, hechos que se suman al vergonzoso envío de tropas argentinas a Haití para apoyar al gobierno títere estadounidense en ese país. O podemos recordar la decisión oficial para sumar a Argentina a la cruzada contra Irán y en defensa del sionismo genocida internacional, al reclamar vía la causa AMIA la captura internacional de funcionarios iraníes. ¿De qué fin de las relaciones carnales nos habla el presidente?.

 

Por eso desde la Casa Rosada se está generando una falsa antinomia, entre la derecha de Macri, y el supuesto “progresismo” encarnado por Filmus-Kirchner. El gobierno le tira a Macri con Menem, cuando fue el propio Kirchner quien lo recibió años atrás con estas palabras: “El honor que significa la presencia del presidente Menem acá en Santa Cruz acompañando el proceso de transformación en la periferia de la patria argentina...”. O cabe preguntarse por qué, si el gobierno dice que rompió con el pasado, el actual secretario de la presidencia, Oscar Parrilli, quien fue miembro informante durante el menemismo de la privatización de YPF, hoy ocupa un puesto clave en el actual gobierno. (Diario Perfil, 10-06).

No hay que dejarse engañar. La pulseada electoral en Capital lleva este debate a todos los trabajadores del país. Ni la derecha ni el doble discurso del gobierno son salida para el pueblo trabajador. Hay que rechazar electoralmente y en las luchas ambas opciones antiobreras.

Para ello es necesario seguir apoyando las luchas en curso, a los nuevos dirigentes combativos, y bregar por un Frente de Izquierda. Como lo hicimos en Capital con el único frente de izquierda que constituimos desde Izquierda Socialista y otros partidos y dirigentes de trayectoria. Pelea que ahora pasa por no votar por Macri ni por Filmus en Capital impulsando el voto en blanco o la abstención; enfrentando en el resto del país a los candidatos del Frente para la Victoria, PJ, radicales, centroizquierdistas y centroderechistas, y a conformar un Frente de Izquierda para las elecciones en Córdoba y las presidenciales.


Te pedimos un aporte para seguir apoyando las luchas de los trabajadores.

IS

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