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Condena a Von Wernich¿“Un caso aislado” que no compromete a la Iglesia?Ante la condena al cura Von Wernich los políticos tradicionales, como los obispos, pretenden hacer creer sus crímenes no comprometen a la Iglesia como institución. La historia demuestra todo lo contrario. Siempre dicen lo mismo del Parlamento, La Justicia o la Policía cuando hay un hecho que salpica a algún político tradicional, un fallo escandaloso o un caso de gatillo fácil. Se trata de “elementos sueltos”, no de esas instituciones. Falso. Todas son parte de esta democracia capitalista al servicio de los ricos. El obispo Felipe Piña, por ejemplo, afirmó que «la Iglesia ya pidió perdón en el 2000». Y recordó que «hay 400.000 sacerdotes en el mundo y alguno ha sido infiel». Sin embargo, la Iglesia no solo no pidió perdón por lo que hizo realmente durante la dictadura, sino que sigue tratando de encubrirlo y de salvar también a los militares genocidas con el argumento de la «reconciliación». En 1976 el vicario castrense Victorio Bonamín decía: «El Ejército está limpiando la impureza de nuestro país». La Conferencia Episcopal en mayo de 1976, 2 meses después del golpe, decía que «sería errar contra el bien común» pretender que «los organismos de seguridad actuaran con pureza química de tiempos de paz, mientras corre sangre cada día». El cardenal Juan Carlos Aramburu en un reportaje de 1982, dijo: “¿Desaparecidos? Hay desaparecidos que hoy viven tranquilamente en Europa». Pio Laghi, el embajador del Papa, visitó Tucumán gobernado por el carnicero genocida y general Bussi, defendiendo que era necesario «ejercer la autodefensa» y que «habrá de respetar el derecho hasta donde se pueda» (Iglesia y Dictadura, de Emilio Mignone). Pio Laghi era íntimo del almirante Massera, con quien jugaba al tenis dos veces por semana. Mignone señala que los padres Mackinon y Astigueta, capellanes del Ejército y de la Fuerza Aérea en Córdoba, confesaban a los prisioneros antes de que fueran fusilados. El Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, declaró en el juicio a Von Wernich que le llevó al Papa Juan Pablo II un informe con 84 casos de niños desaparecidos y que la respuesta del Papa fue: «usted tiene que preocuparse de los niños de los países comunistas». Se podrían llenar 100 páginas con declaraciones similares de los jerarcas de la Iglesia. Hubo ciertamente curas que tuvieron una actitud distinta. Fue el caso, entre otros, de los curas palotinos de la Iglesia de San Patricio, asesinados por la dictadura. En la jerarquía también hubo excepciones, como monseñor Angelelli, el obispo de La Rioja asesinado por la dictadura; o los obispos Jaime de Nevares, Miguel Hesayne y Jorge Novak. Pero la Iglesia como institución no solo no denunció el genocidio, sino que apoyó abiertamente al «Proceso » militar e incluso hubo muchos curas jugando un rol activo en el mismo. Lo mismo hizo en España con el franquismo, y el Papa Pio XII apoyó al fascista Mussolini y silenció el genocidio nazi en Europa. Por eso, la lucha por el castigo a los genocidas, debe incluir también a los curas y obispos cómplices, a los que los políticos del régimen han tratado de preservar, y por terminar definitivamente con todos los subsidios, sueldos y privilegios que el Estado asigna a la Iglesia Católica. PROPUESTAS contra la impunidad• Nulidad de los indultos a los genocidas • Cárcel común y efectiva a los represores de ayer y de hoy, y a sus cómplices civiles y eclesiásticos. Cárcel a Isabelita y a la Triple A • Basta de reprimir a los que luchan. Libertad a los presos políticos. Anulación de la represiva “ley antiterrorista” • Aparición con Vida de Jorge Julio López. Desmantelamiento del aparato represivo. Comisión Investigadora Independiente • Cárcel a los asesinos materiales y políticos de Carlos Fuentealba | |
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Condena a Christian Von WernichEl doble juego del Gobierno Una enorme alegría nos produjo poder participar desde el CeProDH en este triunfo de encarcelar a uno de los verdugos del pueblo, al sacerdote Christian Von Wernich. Lo hicimos como parte de Justicia Ya! en representación de la querella unificada de 8 organismos de derechos humanos, 7 víctimas y familiares de víctimas y 30 querellantes particulares. Este genocida con sotana no fue una excepción; fue parte de un plan de exterminio cuyo blanco principal fueron los luchadores de nuestra clase obrera, que se llevó adelante desde el aparato del Estado, auspiciado y alentado por el gran empresariado y la Iglesia Católica. El día de los alegatos y la sentencia nos acompañaron, entre otros, nuestros compañeros José Montes y Christian Castillo. Como hicimos el año pasado en el juicio contra Etchecolatz, denunciamos en nuestros alegatos el objetivo que tuvo la dictadura militar: “cambiar la estructura económica del país, disciplinar y aumentar la explotación a la clase trabajadora…, al mismo ritmo que se redoblaban las ataduras con los países imperialistas”. En estos procesos judiciales parcializados y a cuentagotas, que fatalmente se acercan más a la construcción de impunidad que a la de Justicia para los 30.000 compañeros, pudimos utilizar nuestro lugar para denunciar la participación civil en la dictadura. Este es recién el tercer genocida que llega a juicio oral a cuatro años de anuladas las leyes de impunidad, y una vez más toda la carga del juicio recayó sobre los sobrevivientes y sus familiares. El gobierno, sigue manteniendo ocultos los archivos de la represión y por eso las únicas pruebas son los relatos de los compañeros. Lo novedoso fue que a más de 30 años, una vez más los fiscales, representantes del Estado en el juicio, salieron a cuestionar la condición de una de las desaparecidas asesinada por Von Wernich y pidieron su absolución por ese homicidio. Desde nuestra querella salimos muy fuerte a responderle a estos fiscales que vuelven a poner en duda a los desaparecidos. Los compañeros reaccionaron con indignación en la sala y fueron desalojados de ella, pero miles pudieron observar por televisión las maniobras que día a día se hacen para que los genocidas queden impunes y que esta vez logramos que salgan a la luz. Tengamos en cuenta, además, que hoy siguen “impartiendo Justicia” cientos de jueces y fiscales que fueron designados por los genocidas y gran parte de la legislación vigente fue sancionada por Videla y sus secuaces, y ningún gobierno constitucional la anuló, porque fueron y son sostenedores de este sistema basado en la explotación y miseria de millones. Quiero compartir con ustedes, compañeros de Izquierda Socialista y el FITS, lo que fueron las últimas palabras de mi alegato, donde no podía dejar de mencionar a qué lleva la política de impunidad. Es así que finalicé diciendo: “Hoy las cenizas de otra madre, de Azucena Villaflor, están en la Plaza de Mayo acompañadas de un cerámico que hicieron hace pocos días los obreros de Cerámica Zanon, donde exigimos, otra vez, la Aparición con Vida Ya de un compañero, de Jorge Julio López”. |
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